Libro A La Carga
sarita121 de Julio de 2014
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Nuestro témpano de hielo jamás se derretirá
Una colonia de pingüinos de la Antártida, en un témpano de hielo flotante, no lejos de lo que hoy lla¬mamos el cabo Washington. El mar que lo rodeaba era rico en alimentos.
La colonia siempre había vivido en ese témpano. Decían si alguien llegaba a descubrir su mundo de hielo y nieve. "Y será siempre nuestro hogar".
En la colonia todos sabían que tenían que per¬manecer estrechamente unidos para sobrevi-vir, y habían aprendido a depender los unos de los otros. Se comportaban a menudo como si fueran una gran familia.
Los pájaros eran realmente hermosos. Se lla¬maban pingüinos emperador. Constituían el más numeroso de los diecisiete tipos de ani¬males de la Antártida. Uno de ellos era Fico.
Fico se parecía a los demás de su especie y actuaba más o menos como ellos. Se podría caracterizar, o bien como "gracioso" o bien como "respetable".
Pero Fico era distinto por un aspecto importante: era extraor¬dinariamente curioso y observador.
Otros pingüinos cazar criaturas del mar. Fico pescaba menos y estudiaba más el témpano de hielo flotante y el mar.
Fico era buen esposo y padre pero dedicaba menos tiempo que otros al trato social. A menudo se iba solo a tornar notas de lo que observaba.
Tenía una cartera llena de observaciones, ideas y conclusiones. El témpano se está derritiendo y pronto puede despedazarse. Un témpano que de pronto estalla en mil pe¬dazos sería un desastre para los pingüinos.
Fico no era fácil presa del pánico, pero cuanto más estudiaba sus observaciones, más se in-quietaba. Fico se sintió más bien solo.
¿Y ahora qué hago?
La colonia tenía un Consejo Directivo, se llamaba el Grupo de Diez.
Alicia, pájara dura de pelar y que tenía la reputación de hacerse obedecer para que las cosas se hicieran. Fico pensó que Alicia probablemente estaría más dispuesta a escucharle.
Le habló de sus estudios y de las conclusiones a que había llegado. Ella le oyó con la mayor atención aunque, se preguntaba si no sería que a Fico le faltaba algún tornillo.
Alicia, le dijo: "Llévame al sitio donde te parezca que se aprecia más cla¬ramente el problema".
Debajo de la superficie Fico señaló varias fi¬suras y otros indicios claros de deterioro cau-sados por derretimiento. Alicia se sorprendió cómo habían escapa¬do a su atención esos indicios.
Siguió a Fico y penetraron ambos a una concavidad que se abría en una de las paredes del témpano.
Alicia trataba de mostrar en sus gestos que entendía lo que veía, pero su especialidad era el liderazgo, no la ciencia de los témpanos de hielo. Fico vio la perplejidad en sus facciones, de modo que cuando regresaron a la superfi¬cie le explicó.
Después de unos pocos minutos Alicia com¬prendió por qué Fico se preocupaba tanto. ¿La magnitud del problema podía ser?
Alicia se alarmó. Alicia y Fico se despidieron, Fico se sintió mejor y peor: Mejor - ya no era el único pingüino que veía la posibilidad de un desastre. Peor - todavía no le veía solución al problema.
Faltaban sólo dos meses para que entrara el terrible invierno de la Antártida.
¿Un problema? ¿Qué problema?
En el curso de los días Alicia se entrevistó con todos los miembros del Conse¬jo Directivo, Luis, el jefe superior de los pingüinos.
Ninguno con quienes habló Ali¬cia manifestó entusiasmo con la idea de nadar bajo el agua Dijeron que estaban muy ocupados con otros asuntos importantes.
Alicia le pidió a Luis, jefe de los pingüinos, que invitara a Fico a la próxima reunión del Consejo Directivo, para que presentara y defendiera sus conclusiones.
El pingüino jefe convino en que se invitara a Fico y Alicia procedió a transmitirle a éste la invitación.
Fico pensó en escribir una conferen¬cia en la que daría datos estadísticos sobre el volumen de su témpano. Pero hablando con unos cuantos miembros del Grupo de Diez se enteró de que:
• A dos miembros les encantaba cuestionar cualquier dato estadístico.
• Durante una exposición larga y con da¬tos estadísticos, uno de los miembros del Consejo Directivo por lo general se quedaba dormido.
• Otro miembro no entendía de números.
• Otros dos miembros del Con¬sejo no les gustaba que nadie LES DIJERA nada que ellos no supieran; ellos eran los que LES DE¬CÍAN a los demás lo que ocurría.
Fico eligió para la reunión una táctica enteramente distinta de su plan original. Construyó un modelo del témpano. Medía 1,50 m de alto por 1,20 m de ancho y estaba hecho de hielo de verdad.
Pero a Alicia le pareció una idea muy creativa y sin duda suficientemente buena para ayudar a los líderes a iniciarse en el conocimiento del problema.
Alicia presentó a Fico al grupo. Luis abrió la sesión como jefe principal de los pingüinos. Fico, quisiéramos oír qué es lo que has descubierto".
Fico hizo acopio de sus pensamientos. Explicó los métodos de que se había servido para estudiar el témpano, describió cómo había encontrado el deterio¬ro, los canales abiertos, las grandes cavernas expuestas llenas de agua - todo lo cual tenía que ser consecuencia del derretimiento.
Cuando Fico separó la parte superior de su modelo para mostrar la gran caverna y expli¬car su desastroso impacto, se habría oído caer un copo de nieve al suelo.
Al terminarla demostración se hizo silencio. Alicia inició la discusión diciendo: Vi todos los demás síntomas de destrucción que tiene que ser causada por el derretimiento. Ya no podemos seguir cerrando los ojos"
Unos pocos hicieron señales de asentimiento. NoNo. Era el encargado de hacer los pronósticos del tiempo. NoNo tenía la fama de equivocarse en sus pronósticos meteorológicos, pero este asunto del témpano de hielo que se estaba de¬rritiendo era demasiado para él. "
Cuatro de los pájaros hicieron señales de aprobación con la cabeza. Alicia le lanzó a Fico una discreta mirada para darle ánimo. Fico no dijo una palabra. Alicia le echó otra mirada de aliento. Fico vaciló, luego dijo: No, no estoy cien¬to por ciento seguro. Pero si el témpano de hielo se rompe en muchos pedazos.
Observando que la mayor parte de los miem¬bros del Consejo Directivo parecían muy escépticos, Alicia le echó a NoNo una dura mirada y dijo: "Imagínense a padres que han perdido sus hijos.
Alicia es¬taba tan enfadada que hubiera querido tomar el modelo del témpano de hielo y lanzárselo a la cabeza a NoNo. Luis, el jefe superior de los pingüinos, notó un cambio en el modo de pensar del grupo y dijo: "Si Fico está en lo cierto, no nos quedan más que dos meses antes que entre el invierno para decidir cómo hacer frente a esta amenaza".
Otro de los líderes dijo: "Debemos designar una comisión de miembros de este equipo para que analice la situación y busque posi¬bles soluciones".
Uno dijo: "Muy bien, posible para que las rutinas de la colo¬nia permanezcan intactas. Nuestros polluelos necesitan mucho alimento para crecer y hay que evitar confusiones.
Alicia habló con acerada firmeza: nombrar una comisión y proteger a la colonia. No era un espectáculo edificante. "Tengo una idea", dijo Fico. Bajó de la montaña con la mayor rapidez Fico, que llevaba una botella de vidrio.
"La podíamos llenar de agua, sellar el hueco que tiene en la punta y dejarla donde le dé el viento frío. Después, mañana, podríamos ver si se ha roto por la fuerza de la expansión del agua al congelarse".
Fico hizo una pausa mientras. "Y si no se rompe, tal vez no habrá necesidad de convocar ninguna asamblea de la colonia". Alicia estaba fascinada.
NoNo sospechó que era algún truco pero no veía cómo salir del paso. Luis, el jefe de los pingüinos, miró a NoNo. A los demás les dijo: 'Está bien; que se haga eso". Y lo hicieron.
Luis llenó de agua la botella. La tapó fuerte¬mente con una espina de pescado que era del tamaño preciso para sellarla. Se la entregó a Bernardino, un pingüino modesto, aniñado y bien parecido. Todos lo querían y le tenían confianza. Se separaron.
Fico estaba siempre dispuesto a arriesgarse. Así pues, aquella noche no durmió muy bien.
A la mañana siguiente Bernardino subió a la montaña, los demás pingüinos ya estaban allí esperándolo. Bernardino mostró la botella. Estaba quebra¬da; era indudable que la había roto el hielo que al formarse ya no cabía en su interior. "Yo estoy convencido", les dijo Bernardino.
Luis declaró: "Avisen a los demás que vamos a celebrar una asamblea. Todavía no les digan con qué objeto". Alicia contó su aventura natatoria en compa¬ñía de Fico, describió las muchas señales de derretimiento, y la caverna abierta llena de agua. Bernardino contó la historia de la bo¬tella de vidrio. Y Luis, el jefe de los pingüinos, cerró la sesión diciendo que en su opinión tenían que hacer algo.
Los pájaros estaban aturdidos. Fico, Luis y Alicia no eran cons¬cientes de ello, pues no eran profesionales expertos en cambio
Yo
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