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Los primeros tratados de economía


Enviado por   •  13 de Mayo de 2023  •  Ensayos  •  3.386 Palabras (14 Páginas)  •  145 Visitas

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Los primeros tratados de economía, por Iván Alonso

Lo que le interesa a Jenofonte es cómo podría la polis garantizar la subsistencia de sus ciudadanos.

Fuente: El Comercio, 01 de enero del 2016 http://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/primeros-tratados-economia-ivan-alonso-noticia-1867712?ref=portada_home

Los primeros textos que tratan específicamente sobre problemas económicos son los atribuidos a Jenofonte. Mercenario ateniense del siglo V a.C. que combatió en la Expedición de los Diez Mil organizada por Ciro el Joven contra su hermano mayor, Artajerjes II, rey de Persia. Fue también un historiador y filósofo; y uno de los primeros griegos en buscar explicaciones teóricas de los fenómenos económicos.

“¿Por qué Atenas es pobre –se pregunta Jenofonte en los “Poroí”, que puede traducirse como “Medios” o “Ingresos”– si cuenta con los recursos para vivir con comodidad?” Tenía tierras fértiles, buen clima y un mar abundante para alimentarse a sí misma; canteras de donde sale la roca para construir casas, templos y monumentos; y minas de plata que los extranjeros recibían en pago de los productos que les vendían. Además de estudiar sobre los ingresos del Estado ateniense, sostuvo que la agricultura era la actividad económica fundamental sobre la que se apoyan todas las demás actividades.

Introduce el concepto de división del trabajo, esto es, no la forma como se organiza la producción de cosas necesarias para la gente, sino cómo se organiza la polis, o sea el Estado, para garantizar la subsistencia de sus ciudadanos. Creando un ente público dedicado a reclutar un ejército de trabajadores –esclavos– para ofrecerlos como contratas a los dueños de las minas, a razón de un óbolo por trabajador y por día, como un ‘service’ estatal que genera ingresos para que el gobierno cubra las necesidades básicas de toda la población.

"La economía es la manera de satisfacer todas las necesidades, incluso las de los esclavos, lo que genera justicia social y crea armonía que cultiva la virtud" Jenofonte, Oikonomikus

Jenofonte no se pregunta en ningún momento de dónde saldrá ese ejército de trabajadores. ¿Qué habrán estado haciendo antes de que el Estado los coloque en las minas? ¿Cuánto dejarán de producir en el campo, en la pesca, en la construcción (en sus lugares de origen)? ¿Habrá que importar maíz y trigo para asegurar el abastecimiento de la población, a un costo quizá mayor que el de producirlos localmente? El trabajo en las minas no es necesariamente el que más valor crea para la sociedad.

 

El su otro texto los “Económicos” trata sobre la administración del patrimonio personal; de una propiedad agrícola. El buen administrador tiene que decidir en qué tareas hay que concentrarse y lograr que los peones que están a su cargo les dediquen su máximo esfuerzo; brindándole incentivos. El propietario debe escoger a un administrador honesto y capaz, pero tiene que darle una participación en las ganancias (excedente) para motivarlo a tomar las mejores decisiones, habida cuenta de que no es posible ni deseable estar permanentemente a su costado para observar cada una de sus acciones.


ARISTÓTELES: ACERCA DEL VALOR

Aristóteles (384 - 322 a.C.)

Aristóteles, se preocupaba por la manera de lograr una sociedad justa tratando tangencialmente los temas económicos cuando se relacionaban con la justicia. Fundamentalmente los problemas económicos estaban relacionados con la justicia en los cambios. Su principal contribución fue haber comenzado a abordar el tema sobre el valor e implícitamente el precio.

Según Aristóteles, el Valor (como actitud de la persona) es el término medio entre la temeridad y la cobardía. Estas dos últimas pasiones implican exceso y defecto. Y es que el temerario peca por exceso al no temer lo que debiera (temer); mientras que el cobarde lo hace por defecto ya que teme lo que no debe (temer).

Y en primer lugar hablemos del valor. Que es un término medio entre el miedo y la temeridad, ya ha quedado manifiesto. Es evidente que tememos las cosas terribles y que éstas son, absolutamente hablando, males, por eso también se define el miedo como la espera de un mal. Tememos, pues, todo lo que es malo, como el descrédito, la pobreza, la enfermedad, la falta de amigos, la muerte, pero, el valiente no parece serlo frente a todas estas cosas: pues algunas han de temerse y es noble temerlas, y no hacerlo es vergonzoso, por ejemplo, el descrédito: el que lo teme es honrado y decente; el que no lo teme desvergonzado ...... Ahora bien, el valiente es intrépido como hombre: temerá, por tanto, también estas cosas, pero como es debido y según la razón lo admita en vista de lo que es noble, pues éste es el fin de la virtud ...... Por tanto, el que soporta y teme lo que debe y por el motivo debido, cómo y cuándo debe, y confía del mismo modo, es valiente, porque el valiente sufre y obra según las cosas lo merecen y como la razón lo ordena ..... El que peca por exceso de confianza respecto de las cosas temibles es.. temerario que es como un jactancioso que aparenta valor; al menos, tal como el valiente se comporta frente a lo terrible, quiere aparecer el temerario, y por tanto lo imita en lo que puede ..... El que se excede en el temor es cobarde, teme, en efecto, lo que no debe y como no debe, y se dan en él todas las características semejantes: Le falta también confianza, pero se manifiesta más claramente por el exceso de que da muestras en los dolores. El cobarde es, pues, un descorazonado, pues lo teme todo ...... Con las mismas cosas tienen que habérselas, por tanto, el cobarde, el temerario y el valiente, pero se comportan de distinto modo frente a ellas. Los unos pecan por exceso o por defecto, otro mantiene la actitud intermedia y debida. Los temerarios son precipitados y prontos antes de los peligros, y ceden cuando se encuentran en ellos, mientras que los valientes son fuertes en la acción, pero antes de ella tranquilos. Como hemos dicho, pues, el valor es un término medio respecto de las cosas que inspiran confianza o temor.  (Aristóteles. Ética a Nicómaco. Libro III, 7)

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