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Resumen del Libro Miguel Strogoff


Enviado por   •  20 de Octubre de 2017  •  Resúmenes  •  1.792 Palabras (8 Páginas)  •  4.576 Visitas

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Resumen del Libro Miguel Strogoff

En una fiesta del Palacio Nuevo, el general Kissoff explica al Zar que las tropas tártaras, dirigidas por Iván Ogareff, vienen cada vez más cerca, y que, si no se detienen, podrían llegar a invadir Rusia. En la fiesta, al abrirse las puertas del salón, se pudo ver una habitación contigua, decorada con preciosas porcelanas y vajillas de oro, y la mesa central estaba reservada para príncipes, princesas y el cuerpo diplomático. En ese lugar, Kissoff se acercó al oficial de cazadores de la guardia, y este le dijo que el telégrafo no pasaba más allá de Tomsk (no se podía avisar a Irkutsk, la capital de Siberia Oriental sobre el peligro de invasión), lo que encendió las alarmas del Zar.  

Las máximas autoridades sabían que debían buscar a un hombre que sea “El Correo del Zar”. Un oficial valeroso, inteligente, astuto y capaz de cruzar Siberia para llegar a Irkutsk, entregando el mensaje del Zar: Ese hombre es Miguel Strogoff, quien podía resistir frío, fatiga, hambre y sed.

El 16 de julio, Miguel Strogoff se dirigió a la estación para tomar el tren hacia Nijni-Novgorod. El muchacho llevaba junto a él un revolver, un puñal para cazar osos y un salvoconducto con el nombre de Nicolás Korpanoff. En la estación de Wladimir, se subió una muchacha que se sentó en el asiento vacío del departamento de Strogoff. Él la observó por un largo tiempo, y vio que tenía facciones eslavas, además de que tenía una marca de ropa perteneciente de Livonia.

Cuando Miguel Strogoff llegó a Nijni-Novgorod, la ciudad estaba colapsada de comerciante, pues en verano se convertía en un gran punto de comercio entre varios continentes. Strogoff se dirigió a las oficinas de la compañía de navegación, y se enteró de que el barco Cáucaso, con rumbo hacia Perm no saldría hasta el día siguiente, y eso para él era esperar demasiado tiempo.

Miguel Strogoff encontró cama y comida en el albergue Ciudad de Constantinopla, pero en vez de pasar la noche ahí, decidió recorrer la ciudad; a las afueras de una gran casa de piedras, se encontró con un gitano, que le preguntó que le sucedía, pero luego salió una mujer de un carromato, diciendo que deje al extraño y que valla a comer.

Al día siguiente, un decreto del gobernador de Nijni-Novgorod, decía que los extranjeros debían abandonar la provincia, y que los habitantes de la ciudad no se les permitía salir de esta. Esto para evitar que Iván Ogareff salga de la provincia, si es que seguía ahí. Sin embargo, para Miguel Strogoff no fue de mayor complicación, pues como tenía un salvoconducto, podía salir de la ciudad. En la jefatura de policía, le hicieron todos los papeleos para poder ingresar, y justo vio a la chica que lo acompañó en el tren sentada en un banco; esta le pidió ayuda para poder embarcarse, y finalmente, Miguel Strogoff decidió ayudarla.

En el viaje, la chica le contó a Strogoff que se llamaba Nadia, y se enteró de que provenía de Riga, Livonia, y que se embarcó en este peligroso viaje para poder ir donde su padre, que habitaba en Irkutsk, debido a que fue exiliado por entrometerse en temas políticos.

Miguel Strogoff en el barco, recorrió todas sus secciones, que se dividían en tres clases distintas, dependiendo de la cantidad de recursos. En la más económica de estas, escucho una conversación de unos gitanos que parecía irrelevante, pero que al final menciono que el Zar envió un correo hacia Irkutsk, sin embargo, ellos creían que nunca llegaría, o que sería demasiado tarde.

 

El barco en que se transportaba Miguel Strogoff desembarcó en Kazán, y en ese momento viò a los gitanos de Nijni-Novgorod, y entre ellos estaba Sangarra (La mujer gitana misteriosa), quien observó al oficial detalladamente.

Los periodistas que acompañaban a Strogoff en el viaje, Enrique Blount y Alcides Jovilet, se detuvieron en Kazán para entrevistar a la gente, y Jovilet casi pierde el barco, debido a que estaba transmitiendo mediante el telégrafo hacia su “Prima”.

La muchacha que acompañaba a Strogoff reveló su identidad: dijo que se llamaba Nadia Fedor, contó que su madre falleció hace un mes en Riga, y que era hija de un hombre desterrado.

Cuando el barco llegó a Perm (este destino marcaba el final del trayecto de la nave), Strogoff logró conseguir una tarenta para movilizarse hasta Siberia, y pese a que no era cómodo ni grande, se podía reparar de forma muy fácil. El cochero del vehículo pensaba, por la escasa ropa que llevaba Strogoff y la muchacha, que no tendrían mucho dinero para pagarle, pero se equivocaba, y Strogoff dijo que estaban dispuestos a pagar bien.

La tarenta comenzó a movilizarse, y al día siguiente llego a Los Urales, que era una línea de cumbres, que no eran muy altas, pero si, bastante densas. Strogoff le dijo al cochero que, si llegaban al día siguiente a Ekaterimburg, les triplicaría la propina.

En la noche siguiente de viaje, comenzó una tormenta de relámpagos, a la que los caballos respondieron atemorizados, pero el cochero los animaba a gritos y latigazos a los animales.

En un tramo del camino, el cochero se negaba a seguir, por la fuerte tormenta, pero Strogoff le dijo que el Zar de Rusia ordenaba que se debía seguir. En esto, llegaron a la cima que atraviesa de Perm a Ekaterimburg, y faltaba solo descender, pero luego oyeron gritos que provenían de no mucha distancia, y decidieron ir en ayuda: Las víctimas eran Alcides Jovilet y Enrique Blount, a quienes el cochero de su carruaje los abandonó, y Strogoff decidió ofrecer llevarlos, pues los periodistas iban al mismo destino que el correo del Zar. En el momento en que los tres volvían a la tarenta, vieron que cerca se encontraba un oso, al que Strogoff ataco y mató heroicamente.

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