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SOMOS LA SAL DE LA TIERRA!


Enviado por   •  2 de Junio de 2015  •  Tesis  •  1.666 Palabras (7 Páginas)  •  372 Visitas

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¡SOMOS LA SAL DE LA TIERRA!

Estudio bíblico

(Mateo 5: 13) “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”

Como cristianos, la Biblia compara nuestra vida y testimonio con la sal y su acción. Nuestra palabra, deberá siempre ir acompañada de nuestro buen testimonio; de otra manera, nuestra palabra será poco más que un “címbalo que retiñe”.

La sal es tanto un preservador como un sazonador. Es decir, la sal preserva de la corrupción de los alimentos – es decir, evita ese deterioro - y también resalta el sabor de los mismos.

La sal natural - cloruro sódico ClNa - al tener el ingrediente del cloro entre otros, preserva de la putrefacción.

Es evidente que el Señor tenía en mente la sal, sobre todo como preservador, al decir que nosotros los cristianos, por tener a Cristo, somos la sal de la tierra.

La sal pura, libre de otros compuestos minerales y contaminación, no pierde su efectividad, pero cuando el Señor hablaba de una sal desvanecida – en el griego literal: “que se vuelve necia” – seguramente tenía en mente la sal que es común en el área del Mar Muerto, la cual está contaminada con yeso y otros minerales, y tiene un sabor pobre y es ineficaz para preservar os alimentos.

Ese tipo de sal era tan sólo útil para mantener las calzadas libres de vegetación - es decir – ser hollada por los hombres.

1. Vosotros sois la sal de la tierra

“Vosotros sois la sal de la tierra...”:

La Ley ordenaba poner sal en todas las ofrendas:

(Levítico 2: 13) “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.”

(Ezequiel 43: 23, 24) “Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Jehová.”

Todas las ofrendas del Levítico, todas ellas, tipos o imágenes de la ofrenda de Cristo (y nosotros somos de Cristo, y también ofrenda), debían ser presentadas con sal, que era señal del pacto con Dios.

“Toda ofrenda que Israel presentaba al Señor debía estar sazonada con sal. Eso era señal de pureza para el Señor. Nosotros debemos ser esa influencia para la tierra”

Una ofrenda a Dios es algo que deberá ser puro, y por tanto, preservado, así como en lo natural es preservado por la sal. Abundando en ese tipo, nosotros los cristianos somos los que debemos preservar en lo posible la tierra en la que estamos. Nos toca obrar como lo hace la sal.

La sal, que proporciona sabor a los alimentos, es el símbolo de los hijos de Dios, cuya vida y testimonio deben ser llenos de sabor y atractivo.

Jesucristo estaba llamando a sus verdaderos discípulos de entonces, y por extensión a todos los de ahora: “Sal de la tierra”. Por lo tanto debemos en un principio ser sal para nosotros mismos, y así lo seremos hacia los demás.

En ese sentido, leemos en Marcos 9: 50:

“Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.”

Es evidente que todo parte, antes de un “hacer”, de un “ser”. Debemos ser sal, y esto implica un carácter suficientemente santificado. Notemos que el sentido de ser santificados, es el de ser apartados del pecado y vivir para Dios; así como la sal preserva los alimentos de la corrupción, si en el sentido espiritual somos sal, seremos preservados de la corrupción del pecado. En eso también debemos ser sal.

A. Veamos algunas características de la sal y su aplicación a lo espiritual en nosotros

Lo que hace la sal:

En lo natural, la sal preserva (aparta de la corrupción). Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal significará que viviremos vidas apartadas del mal, es decir, santificadas.

En lo natural, la sal detiene el avance de la destrucción de la putrefacción. Por lo tanto, en lo espiritual, si somos sal, significará que en relación a los que nos rodean, nuestra influencia ayudará a la detención del progreso de lo inmoral o pecaminoso. Leemos lo siguiente:

(Colosenses 4: 5, 6) “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”

En lo natural, la sal produce sed al que la toma. Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal significará que produciremos sed de las cosas de Dios en muchos; o al menos una reacción a favor o en contra de las mismas.

Por tanto nuestro testimonio de vida

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