ANALISIS DE LA PELICULA EL COLECCIONISTA DE HUESOS

La detención de Andrei Chikatilo en 1992, acusado de cometer más de medio centenar de crímenes en un apartado pueblo de Rusia, dio la vuelta al mundo y quedaron impresas en la memoria de mucha gente el rostro y la mirada alucinada de aquel hombre, de cráneo rasurado, que observaba desde la jaula de hierro donde estuvo encerrado durante el juicio.

Ciudadano X reconstruye la larga odisea del forense Bukarov que, enfrentado a un caso de dimensiones legendarias, se ve en la necesidad de buscar a un asesino en serie en un entorno francamente hostil. Gran parte de la película desarrolla la batalla, al principio estéril, que emprende este David ingenuo y justiciero contra el Goliat malhumorado, de ojos saltones y frases hirientes, del alto comisionado del Partido ante quien debe rendir cuentas de sus actos: un “ciudadano” que no admite la posibilidad de un asesino en serie en su país por tratarse de un mal “inherente al capitalismo”. La despiadada visión que se da sobre la burocracia soviética acaba resultando tan martirizante para el protagonista como para el propio espectador, a la par que lo hipnótico de la historia hace que éste de pronto advierta que el film le ha atrapado por completo durante más de hora y media. La gélida atmósfera y la sobriedad extrema de los planos transmiten la sensación de frialdad que envuelve al protagonista, enfrentado a la incomprensión y a una soledad abrumadoras, en lucha contra un antagonista temible que no le concede tregua y que siembra de cadáveres los bosques y campos de Rostov.

La película se desarrolla en dos partes claramente establecidas. La primera desarrolla los comienzos de Bukarov en el caso, sus pesquisas iniciales y los primeros enfrentamientos con sus jefes –esos encorsetados burócratas que le miran con la misma fascinación despectiva que si fuera un insecto poco común–. De hecho, en esta parte el caso Chikatilo está presente, es la causa y fondo de la historia, pero es la batalla encarnizada entre la burocracia y la necesidad justiciera que esgrime el forense lo que predomina y lo que mantiene enganchados, y sufriendo, a Bukarov y al espectador. El enfrentamiento entre Fetisov y el comisionado que se ha alzado desde el primer momento como enemigo del protagonista es uno de los momentos álgidos, de mayor tensión y fuerza de todo el film, y esa escena antológica se vive, se paladea con auténtico gozo, venganza redentora que se reserva al espectador.

Una vez atravesado ese punto, se vuelve al registro tradicional de las películas sobre asesinos en serie. El cerco a Chikatilo fue de los mayores que se han producido en Rusia: más de cien hombres estuvieron implicados en su búsqueda. Está muy bien plasmado el trabajo agobiante y casi destructivo que supuso para ellos enfrentarse a ese monstruo real que acechaba en los sombríos bosques de Rostov.

Este film destila experiencia, buen hacer. Las atrocidades que cometiera Chikatilo son retratadas con sobriedad, sin estridencias, pero los planos en que vemos al asesino cometiendo sus crímenes son elocuentes –hay una escena, en concreto, que viene a reflejar el grado de locura a que ha llegado Chikatilo con mayor efectividad que si se viera plano a plano las salvajadas que cometía–. Sugerencia y realismo, sobre todo éste último: el retrato del asesino es certero, ayudado por un montaje muy hábil que describe su necesidad de asesinar como bálsamo para un alma patológicamente herida. Como retrato de la psique de un asesino en serie, Ciudadano X es un ejemplo de austeridad y de eficacia.

Actuaciones brillantes, un Stephen Rea soberbio, Donald Sutherland inimitable en un papel que le permite expresarse con la mirada en muchas escenas antológicas –ese rostro hierático donde sólo tienen vida los ojos sagaces... –, un alto comisionado detestable hasta grados superlativos, un Max Von Sydow genial... No hemos

...