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Como Se Enfrenta Una Orquesta


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2013  •  3.933 Palabras (16 Páginas)  •  172 Visitas

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Universidad de Costa Rica

Facultad de Bellas Artes

Escuela de Artes Musicales

AM1019: Dirección de Conjuntos Instrumentales I

Ensayo: “Como se enfrenta una orquesta”

Profesora: Iván Arguedas

Estudiante:

Andy Masís A73821

Fecha de Entrega: 5 de julio de 2013

Se ha mencionado alguna vez que Johannes Brahms fue una persona tímida y reservada, lo mismo se ha dicho de la introversión de Bach, la personalidad apartada e incomprensible de Beethoven y los misterios de la personalidad poco definida de Tchaikovsky…así muchos músicos que han dejado huella en la historia, no precisamente por haberse dejado dominar por sus miedos, sino más bien por aprovecharse de ellos para expresar las más bellas melodías y las más intensas interpretaciones, han dejado claro que dominar la escena por encima esos temores internos, las frustraciones, los sufrimientos incomprendidos y las debilidades de cualquier tipo siempre será posible, y en ocasión de estos artistas icónicos, podemos ir más allá y reafirmar que el triunfo de la imagen musical del ser humano puede llegar a ser sinónimo de grandeza.

En cualquier ámbito de la vida estamos llamados a enfrentarnos a personas y situaciones que aunque sean de nuestro agrado nos implican salir de nuestra área de confort, realizar un esfuerzo y demostrar cómo lidiar de manera satisfactoria con las condiciones que se presentan, y siguiendo esta idea, se dan distintas reacciones:

“…en una reunión de amigos o de trabajo, por ejemplo, en un principio se ruborizará. Pero esto no es lo peor: al darse cuenta de que llama la atención, el rubor aumentará; si, además, alguien le hace la observación de que se está poniendo colorado, terminará por vivir el encuentro casi como una tragedia.” (La timidez, El miedo a no dar la talla puede combatirse…, parra. 2).

Es difícil creer, en el caso de los grandes directores de orquesta, que los factores psicológico y mental puedan influir en la acción de los gestos y las indicaciones de éste, máxime después de haberle observado en un concierto extenso, sin embargo, como ser humano antes que músico y director, está propenso a lidiar con ello durante toda su vida, entonces, ¿Dónde se encuentra la razón de su éxito?

Muchos estudiosos afirman que la timidez (uno de los trastornos más comunes) es un “problema patológico que impide al individuo desenvolverse con normalidad” (La timidez, El miedo a no dar la talla puede combatirse…, parra. 3), por lo tanto, está relacionada directamente con el concepto de debilidad; de modo que un director tímido y falto de seguridad está propenso a transmitir flaqueza delante del auditorio y el caer en este bache le generará otros males, entre ellos la pérdida de credibilidad por parte de sus músicos. Pensando en esto y en que cada instrumentista que forma parte de la orquesta no se encuentra aislado de las distintas subculturas, se puede lanzar la hipótesis de que el estado en que se encuentre la persona al momento de subirse al podio siempre será recibido y asimilado según los diversos estándares sociales enraizados en la personalidad de cada uno y en la cultura, y eso es lo que se proyecta.

En este sentido, la sociedad (que no tiene miramientos) ha da muestras constantes y repetitivas de que el débil es devorado, y no podemos obviar que la orquesta viene siendo una pequeña sociedad, un diminuto pueblo de aproximadamente 50 personas que son regidas mayoritariamente por los mismos patrones sociales inclusive reflejados en ocasiones de manera inconsciente que tienden al prejuicio, y en casos profundos la exclusión y la discriminación, todo esto sin olvidar que los miembros de la orquesta también son músicos con un nivel considerable de virtuosismo. De igual manera, así como hay diversas reacciones en los músicos, también las hay en el director, estos hechos pueden derivar en reacciones de protección que son reflejadas al momento de dirigir como agresividad, despotismo o falsos liderazgos, y desde luego, todo esto nos hace perder el sentido original de la música; el transmitir emociones.

Como se ha recalcado, la timidez relacionada con el contacto social necesariamente se da en la orquesta, con personas virtuosas que saben de la materia pero que no tienen la misma imagen mental, cada uno maneja sus preferencias personales, además de sus propios criterios según su formación, la escuela artístico-musical bajo la cual se ha educado, el carácter y estilo impregnado por sus profesores a través del tiempo, los años de estudio, y el desarrollo de su propio estilo según todos estos filtros.

Por todo lo anterior, es trascendental el encontrar el balance emocional, vencer el miedo de “actuar mal”, y el poder manejar esto nos otorga no sólo aceptación del grupo, sino que nos devuelve la credibilidad. Considero que el camino para alcanzar este nivel emocional es disímil para cada individuo, sin embargo existen patrones de conducta que nos pueden servir de faro para encontrar el camino, entre ellos está el reconocer dónde están los errores.

En la música es muy común caer en el vago pensamiento de que el desempeño interpretativo es sinónimo de perfección y esto no da margen alguno para el error, así que el que cae en uno se convierte en un mal intérprete, un mal instrumentista, un mal educador, en general un mal músico. Deben derribarse estas barreras y asimilar la idea de que el error es parte natural, real de la interpretación, por lo tanto debe verse con normalidad y no como un ente maligno que irrumpe para destruir nuestra realidad perfecta, es lo que Davis (1998) llama rechazo del lenguaje de las ideas irracionales: “Si este lenguaje y diálogo con nosotros mismos es preciso y se ajusta a la realidad, no es fuente de problemas; si es absurdo y no es exacto con respecto a lo real, puede producir estrés y otros trastornos emocionales.” (p. 145).

Nadie dijo que sería fácil. Se trata de superar las barreras mentales, de vencer retos mediante procesos tediosos, es una lucha con uno mismo: se trata de lidiar contra hábitos que probablemente nos han acompañado toda una vida y que no serán destruidos, por el contrario, estarán siempre a nuestro lado haciéndonos sombra, pero que a pesar de ello podrán ser controlados y de paso sacarles provecho, es lo que ha sucedido con los grandes compositores de la historia, y muy seguramente con muchos directores de orquesta que no se sentían capaces

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