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La revolución haitiana


Enviado por   •  18 de Mayo de 2012  •  Ensayos  •  1.241 Palabras (5 Páginas)  •  594 Visitas

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Introducción

Nuestro ensayo aborda los impactos políticos que tuvo la revolución haitiana de 1804 sobre los procesos de liberación nacional de América Latina, encabezados por la elite criolla en pugna contra la dominación española, desafiada coyunturalmente por la intervención de Napoleón en España en 1808. Estos dos procesos revolucionarios surgieron en un contexto marcado por grandes mutaciones políticas y económicas que trastocaron el orden tradicional europeo: la Revolución francesa puso en entredicho el orden dinástico basado en la legitimidad dinástica y la Revolución industrial inglesa cambió las estructuras económicas tradicionales. Pese al aislamiento del Estado nacional, los dirigentes haitianos desarrollaron lo que llamamos un "internacionalismo de los oprimidos" avant la lettre frente a la hegemonía occidental. Es este deseo de libertad, fraternidad, humanismo, anticolonialismo, antirracismo y antiesclavismo el que los animó a ayudar a la región hispanoamericana en su lucha de liberación nacional. El espíritu revolucionario haitiano rebasa las fronteras nacionales para propagar sus principios en todo el continente, como anunciador de las internacionales de los pueblos oprimidos del siglo XX. Por eso, dividimos nuestro ensayo en tres partes. La primera, analiza el contexto histórico-ideológico en Europa en el marco de la lucha de liberación nacional en América Latina. La segunda, enfatizará las características de la revolución haitiana. Y la tercera, muestra cómo esta revolución va a influir en América Latina mediante las acciones de los dirigentes haitianos.

1- Contexto histórico-ideológico del inicio del siglo XIX

En el contexto histórico-ideológico de los procesos revolucionarios en América Latina, dos fuerzas ideológicas opuestas se enfrentaron en Europa. Por una parte, estaban las antiguas clases dirigentes fieles a la sociedad del Ancien Régime (Droz, J .1979). Esta tendencia se cristalizó en lo que se conoció como la filosofía de la Restauración: una doctrina plasmada en la obra de pensadores opositores a la Revolución Francesa y las acciones de Napoleón en Europa. Encontramos en esta visión el tradicionalismo francés, el absolutismo real, el rechazo de los derechos individuales, el primer romanticismo conservador, el espíritu religioso, la nostalgia de la unidad medieval europea con la cristiandad como nexo, la defensa de la autoridad y de la jerarquía. Esta tendencia ideológica se materializó en el Congreso de Viena de 1814, caracterizado por tres principios fundamentales: a) el restablecimiento de las fronteras europeas destruidas por Napoleón, b) el principio de legitimidad monárquica y c) el principio de intervención de las grandes potencias en los asuntos internos de los restantes países (Alija Garabito, A. 2001, 70). Por otro lado, tuvieron lugar las fuerzas liberales representadas por la burguesía que se caracterizó por su afán de ganancia y su ambición de elevarse en la escala social. Asimismo, cabe mencionar otras fuerzas emergentes como pueblos despertados por al Revolución francesa. Este despertar se vínculó con la idea de nación, nacionalismo, conciencia nacional (Anderson, B. 2006; Hobsbawm, E. 1991; Hermet, G. 1996; Soler, R. 1980; Gellner, E. 1988; Guerrero, A. 1994). Pierre Renouvin destaca que la solución del Congreso de Viena topó con los intereses y aspiraciones de los grupos sociales amenazados por la restauración de los regímenes tradicionales. En estos grupos encontramos las poblaciones cuya delimitación de las fronteras no tomó en cuenta los sentimientos; los campesinos fueron también amenazados porque perdieron las reformas consecutivas a la difusión de las ideas de la Revolución Francesa; los comerciantes e industriales que se habían beneficiado del declive de la influencia de los grandes terratenientes; y por fin, los intelectuales que fueron seducidos por las ideas de la Revolución (Renouvin, P. 1954, 9). En este sentido, las ideologías liberales y nacionales se convirtieron en fuerzas motrices de las revoluciones en Europa en el siglo XIX.

América Latina se encontraba entre dos aguas, dos fuerzas opuestas. Sin embargo, la tendencia conservadora

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