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Obra Griega


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2013  •  938 Palabras (4 Páginas)  •  267 Visitas

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La escena representa el palacio de los Atridas, en Argos. Delante hay varios altares y

estatuas de los dioses. Es de noche y en la azotea del palacio hay un guardián.

GUARDIÁN. A los dioses solicito el fin de esta tarea, la vigilancia de un largo año en

que tumbado, a manera de perro, en lo alto del palacio de los Atridas, he llegado a

conocer la asamblea de los astros nocturnos y los que traen a los hombres el invierno y

el verano, poderosos luminares que brillan en el éter, con sus ocasos y salidas. Y ahora

espero la señal de la antorcha, el resplandor del fuego que nos traiga desde Troya la

noticia de su conquista: así lo manda un corazón esperanzado de mujer de varonil

propósito. Pero, cuando tengo el lecho húmedo de rocío que me inquieta durante la

noche, sin visita de sueños -pues el miedo, en vez de sueño, me acompaña y no me

deja cerrar sólidamente los párpados de sueño- cuando, digo, quiero cantar o silbar y

conseguir así con el canto un remedio contra el sueño, entonces lloro lamentando la

desgracia de esta casa, no dirigida sabiamente como en el pasado. ¡Ojalá venga ahora

una feliz liberación de estos trabajos, apareciendo en la noche el alegre mensaje de

fuego!

Agamenón Esquilo

http://biblioteca-electronica.blogspot.com Pág. 3

(Se ve de pronto lucir, a lo lejos, la llama de un fuego.)

¡Oh salve, luminaria de la noche, que anuncias una luz diurna y la celebración de

numerosas danzas en Argos, en gracia a este suceso!

¡Iú, iú! Estoy anunciando claramente a la esposa de Agame- nón que se alce

rápidamente de su lecho y eleve en la casa, con motivo de esta antorcha, un grito de

alegría, si en verdad ha sido conquistada Ilión, como la hoguera proclama con su brillo.

Y yo mismo bailaré el preludio, pues voy a mover mis fichas de acuerdo con la jugada

de mis amos: tres veces seis me proporciona en suerte esta hoguera.

¡Ojalá que pueda, al volver el señor de este palacio, aguantar con mi mano la suya

querida! Lo demás callo: un buey enorme pesa sobre mi lengua; pero el palacio mismo,

si voz tuviera, hablaría con claridad. Pero yo, de grado, me explico para los que saben y

me olvido del ignorante.

CORIFEO. Este es el décimo año desde que el gran aniversario de Príamo, el rey

Menelao, y Agamenón, coyunda poderosa de Atridas, honrada por Zeus en un doble

trono y cetro, sacaron de esta tierra una expedición argiva de mil naves.

Con fuerza, de su pecho gritaban la guerra, a manera de buitres que en extremo dolor

por sus polluelos revolotean por encima del nido, bogando con los remos de sus alas,

tras perder el trabajo de empollar sus crías.

Pero alguien -quizá Apolo, o Pan, o Zeus-, oyendo en las alturas el graznido agudo de

estas aves, vecinas de su reino, envía a los culpables una Erinis, tardía vengadora.

Así también el poderoso Zeus hospitalario manda contra Alejandro a los hijos de Atreo:

y por culpa de una mujer de muchos hombres impone luchas numerosas y extenuantes

-la rodilla hundida en el polvo y rota la lanza en

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