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Análisis Rayuela


Enviado por   •  24 de Julio de 2019  •  Biografías  •  1.832 Palabras (8 Páginas)  •  102 Visitas

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Julio Cortázar

Rayuela:  Es, sin lugar a dudas, la obra mayor del autor argentino y una de las novelas de la literatura contemporánea de la América Latina que más traducciones y elogios ha suscitado en el extranjero.

La novela se divide en tres partes. En la primera, el protagonista Oliveira, u argentino expatriado voluntariamente en París, participa con la Maga de un grupo humano que constituye el Club de la Serpiente, integrado por varias parejas y un personaje extraño, Gregorovius. Las reuniones del club se realizan en el departamento de una de las parejas, y allí se bebe, se habla y se escuchan música.

Oliveira, individuo contradictorio y angustiado, que no entiende la vida, asiste impasible e indiferente a la muerte de Rocamadour un hijo anterior de la Maga. El club se disuelve al fin, y la Maga se separa de Oliveira. En lo sucesivo, la búsqueda de la Maga habrá de ser la obsesión de éste.

En la segunda parte, se relatan las pericias de Oliveira en Buenos Aires, adonde ha regresado y se ha unido a una mujer, Gekrepten. Se reencuentra con su amigo Traveler y su esposa Talita, quienes le consiguen primero un empleo en un circo, y donde ellos trabajan, y después en un manicomio.

La tercera parte, independiente en cierto sentido de la anterior y calificada de “capítulos prescindibles” por el autor, es una serie de capítulos narrativos, fragmentos de otros autores, transcripciones periodísticas o librescas y otras prosas misceláneas que deben leerse combinados con los capítulos de las dos primeras partes, según una tabla de orden que Cortázar inserta al principio de la obra.

De esta manera, Rayuela ofrece dos tipos de lectura posible: una, la novela propiamente dicha (capítulo 1 al 56), y otra, una segunda versión, los fragmentos de la tercera parte combinadas con algunos de la novela en sí.

En realidad, el argumento es de por sí insignificante y no tiene importancia alguna. Más aún, es irrelevante, vulgar y de escaso interés. Pero en todo esto muestra una intención premeditada que no debe llamar a engaño al lector. Cortázar ha intentado escribir una novela de escaso, vulgar y ridículo asunto, con personajes comunes y sin ninguna ejemplaridad, para transmitir al lector, a través de una densa maraña de páginas, una perspectiva muy particular de la vida humana contemporánea, que para él es caótica, absurda, trágica y risible, en otras palabras, sin sentido:

“…La rayuela se juega con una piedrita…, En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedrita sale del dibujo. Poco a poco, sin embrago, se va adquiriendo la habilidad necesaria…”

Hay una concepción de la vida en Rayuela, una filosofía que se puede reconstruir a través de diversos incidentes, expresiones de los personajes, introducciones del autor en el texto y citas de otras fuentes transcriptas, que podría sintetizarse así: las vidas de los seres humanos son caprichosas y arbitrarias, se entremezclan y se unen, formando situaciones y hechos que a su vez generan otros seres; el mundo no puede ser solamente eso, y si no se puede subir al cielo, ha de ser posible “caminar con pasos de hombre, por una tierra de hombres”, hacia un lugar ideal, donde la tierra esté en el mismo plano del cielo.

Cortázar es escéptico y agnóstico, no cree en el cielo y se aferra a la esperanza de paraísos en la tierra. El resultado es una novela donde no hay asunto que se eluda. Es una novela totalmente prejuiciosa ya abierta, donde todo tiene cabida, lo vulgar, lo obsceno, lo trivial, lo macabro, lo miserable, lo absurdo, anárquico, lo erudito, lo irónico y lo burlesco, pero al mismo tiempo lo patético, lo intelectual, lo vital, lo ideológico, lo filosófico.

Lo mismo filosofa un personaje sobre la vida o sobre el arte que otro se monta ridículamente a un tablón de parra pasar un paquete de yerba desde su departamento de un tercer piso a un amigo que está en el de la casa de enfrente. Se citan con igual respeto un fragmento de César Bruto que los de un clérigo de San Cayetano; se habla en inglés como en francés, castellano o lunfardo porteño; se transcriben letras de un valsecito o tango argentino, de un fox-trot norteamericano o canciones populares francesas; se hacen referencias a Heráclito, Pascualito Pérez, la guía telefónica de Buenos Aires, Apollinaire o France-Soir, Schönberg y Bettinotti; se usan los vocablos más escabrosos de la pornografía en varias lenguas; se inventan juegos de salón a base de palabras; se introducen personajes vulgares, abúlicos, estúpidos, obsesos, viciosos; se hace burla de la sabiduría y la ciencia, las academias y organizaciones culturales; se señalan defectos de la civilización y las clases sociales, de la Argentina y otros países; se ironiza sobre las costumbres de la clase media; se ofrecen escenas ridículas del vivir diario; se postulan teorías ridículas sobre y otros hechos, en otras palabras, Cortázar trata de inventar una nueva novela.

El autor logra comunicar al lector la imagen que se propone, y esta imagen de lo actual es triste, escabrosa, desamorada y parcial. No es necesario que una obra literaria muestre toda la vida (no existe todavía libro tal), pues basta con que nos muestre la perspectiva de un autor. Pero es probable que muchos lectores hayan naufragado en este recorte estrecho y parcial de la realidad. Hay tonos espirituales en los cuales Cortázar falla, como la ternura, la piedad hacia el prójimo, la comprensión generosa de la debilidad o el vicio ajenos, el perdón. Cortázar trabaja exclusivamente en el mundo intelectual, no en el emocional.

Indudablemente, Rayuela es una novela experimental, en el sentido de que pretende captar la totalidad de un momento de la historia de la civilización, con un instrumento expresivo sin precedentes en la literatura argentina e hispanoamericana. Rayuela es una antinovela, una metanovela. En algún sentido, sin embargo, algo habían intentado antes en la Argentina dos autores: Leopoldo Marechal con su Adán Buenosayres (1948) y Ernesto Sábato con Sobre héroes y tumbas (1961). El experimento más avanzado de los tres es sin dudas el de Cortázar, pero el mejor resultado en la América Latina en este orden es el de Gabriel García Márquez con Cien años de soledad.

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