Comportamiento Organizacional
dragonforastero25 de Junio de 2011
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OBJETIVOS CLAROS: Clave del éxito en la gestión empresarial
Ernesto Blanco Martínez
La formulación precisa de objetivos es un factor clave para una ejecución
exitosa. Un objetivo ambiguo no será entendido o conducirá a múltiples
interpretaciones, no indicará qué se quiere lograr o adónde se quiere llegar. El
acrónimo EMPra resume un conjunto de recomendaciones para formular
objetivos que sean específicos, medibles, posibles, realizables y a tiempo.
ALCANZAR LAS METAS planteadas para una empresa no es tarea sencilla.
Sin tomar en cuenta los factores del entorno —que ya son muchos y muy
importantes— y considerando solamente los factores internos, a medida que la
organización se hace más compleja tal tarea es aún más difícil. Todos los
académicos y gurúes de la gerencia quisieran dar con una fórmula mágica que
asegure el logro, sin fallas, de las metas organizacionales, pero por ahora la
desconocen. Lo que sí se conoce es un grupo de factores organizacionales
que inciden en forma conjunta y dinámica en la ejecución de las tareas y a los
cuales, en lo posible, hay que prestarles atención: la estrategia (¿está bien
formulada?), la cultura (¿permite enfrentar nuevos retos?), los incentivos
(¿están alineados con el desempeño?), la estructura (¿permite ejecutar la
estrategia?), el cambio (¿cuánta resistencia muestra la gente a los retos?) y la
política (¿quiénes luchan por mantener el statu quo?), entre otros (Hrebiniak,
2005). Para ayudar a los gerentes a manejar estas y otras variables, se han
desarrollado distintos sistemas de dirección cuyo punto central es siempre la
definición de objetivos para todos los ámbitos de la organización.
Los sistemas de dirección empezaron a desarrollarse muy temprano en el siglo
pasado. Algunos se centraron en las tareas que debe ejecutar el gerente para
hacer que su organización se desempeñe adecuadamente. Por ejemplo, para
Henri Fayol (1949), un gerente debía planificar, organizar, ordenar (mandar),
coordinar y controlar; mientras que Henry Mintzberg (1973) definió tres
categorías de fun- ciones para el gerente: relación (guía, liderazgo y conexión),
información (monitor, diseminador e inter- locutor) y decisión (emprender,
solventar problemas, asignar recursos y negociar). Para Peter Drucker (1954),
quien introdujo el concepto de gerencia por objetivos, el establecimiento de
metas era el proceso principal en las organizaciones y no podían suponerse
conocidas, obvias o dadas. El planteamiento pragmático de Drucker se
complementa perfectamente con la conducta instrumental prescrita por Fayol o
descrita por Mintzberg. Al final, las tareas o las funciones de los gerentes están
siempre dirigidas a alcanzar los objetivos de las organizaciones.
Otros sistemas de dirección, ideados para lograr organizaciones eficientes y
efectivas, han definido la tarea del gerente como establecer un conjunto de
objetivos relacionados con diferentes actores y áreas relevantes de la
organización. Parten de la siguiente premisa: si se definen objetivos que
satisfacen a los actores y áreas organizacionales y, además, se instrumentan
sistemas apropiados de control (indicadores y metas), junto con una
planificación adecuada que asegure su desarrollo, la ejecución podrá llevarse a
feliz término. Dentro de este enfoque nacen, entre otros, la gerencia por
objetivos, el cuadro de mando integral (Maisel, 1992; Kaplan y Norton, 1996), la
pirámide de resultados (McNair, 1990) y el modelo delta (Hax y Wilde, 2003). El
sistema pionero fue la gerencia por objetivos, en la década de los sesenta, que
se desarrolló sobre la síntesis de tres procesos independientes: el
establecimiento de metas, la gerencia participativa y la realimentación objetiva
(Barnard, 1938; Drucker, 1954; Odiorne, 1968). Los sistemas desarrollados en
las décadas siguientes mejoraron procesos existentes o añadieron procesos
faltantes. Pero todos mantuvieron la esencia común de la gerencia por
objetivos: formulación, implantación y evaluación de objetivos en forma
participativa.
Los sistemas modernos de dirección de empresas tienen como tema central la
determinación de objetivos para el desarrollo o la supervivencia de la
organización. Dirigir mediante el establecimiento de un menú de objetivos, en
forma participativa, tiene muchas ventajas, tanto para la organización como
para los gerentes:
1. Los objetivos permiten medir el desempeño de cada ámbito
organizacional y de la empresa como ente integral.
2. Si se formulan mediante la participación, se promueven la motivación y el
compromiso de los empleados con las metas formuladas, lo que aumenta la
posibilidad de éxito en la ejecución.
3. La participación en la formulación de objetivos promueve el aprendizaje
organizacional y mejora la autoestima y la seguridad de los integrantes del
grupo que los formula.
4. Al definir, ejecutar y evaluar metas en forma participativa, se promueve la
coordinación de esfuerzos y el trabajo en equipo.
5. Los objetivos contribuyen a definir áreas de responsabilidad y permiten a
los empleados visualizar su contribución al logro de los objetivos generales de
la organización.
6. Los objetivos facilitan la asignación de incentivos alineados con el
desempeño.
¿Qué son los objetivos y de dónde provienen?
Desde el punto de vista organizacional, los objetivos se pueden definir como
estados o situaciones que se desean alcanzar. En las empresas se suele
distinguir entre objetivos y metas. En realidad, una meta es un objetivo, pero se
denomina meta a un estado muy específico al que se quiere llegar. Existen
metas para cada ámbito organizacional. Por ejemplo, para la organización en
general, ser el principal proveedor, estar entre las cinco primeras del sector o
suministrar el mejor servicio, son ejemplos de metas. Para una función o
departamento, incrementar la producción en veinte por ciento, reducir los
reclamos en quince por ciento o tener noventa por ciento de personal
calificado, son ejemplos de metas. Los objetivos quedan subordinados a las
tareas requeridas para alcanzar las metas. Por ejemplo, para alcanzar la meta
de reducir los reclamos en quince por ciento, un objetivo podría ser «Poner en
funcionamiento un sistema de control de calidad del servicio al cliente en un
plazo de seis meses, con la participación del personal del departamento de
control de calidad».
Los objetivos provienen de los planes estratégicos, que se transmiten de los
niveles organizacionales superiores a los inferiores en forma semejante a una
cascada. Cada nivel formula objetivos alineados con los del nivel superior. De
esta manera, los objetivos generales se convierten en objetivos específicos
para las unidades de negocios, las funciones y las sub funciones, hasta llegar a
las unidades de menor rango en la organización. Por ejemplo, suponga que un
banco se plantea el siguiente objetivo estratégico: «Incrementar la lealtad de
los clientes: pasar de cliente satisfecho a leal, en un 75 por ciento, en un
período de dos años». Para cumplir este objetivo, la unidad Banca de Servicios
se plantea el siguiente objetivo: «Pasar de cliente satisfecho a leal mediante el
rediseño de 75 por ciento de los procesos de atención al cliente en un período
de dos años». Para la consecución de este objetivo, la función Tecnología de
Información se plantea el siguiente objetivo: «Suministrar soporte informático
eficaz a los empleados de la Banca de Servicios, aumentando el número de
servicios completados en 75 por ciento en un período de dos años». De esta
manera, los niveles organizacionales se alinean con la meta de la empresa. Al
ser un proceso que se inicia en los niveles superiores, es esencial la
comunicación clara y oportuna con los niveles inferiores.
¿Cómo se formulan los objetivos?
«El diablo está en los detalles», reza el dicho popular. El problema con los
objetivos ha sido siempre su definición. Un objetivo impreciso, demasiado
general, difícil de medir, con múltiples propósitos o sin fecha de culminación es,
por definición, un objetivo defectuoso. Por ejemplo, suponga que en una
empresa manufacturera se plantea el siguiente objetivo para el departamento
de Mercadeo: «Aumentar la participación de mercado y diseñar nuevos
productos». La pregunta inicial se- ría: ¿aumentar la participación de mercado
en cuál producto? Luego de saber esto, ¿en cuánto se desea aumentarla?
Además, ¿para cuándo se plantea alcanzar esta meta? ¿No hay límite de
tiempo para realizar la tarea? Se puede trabajar en aumentar la participación
de mercado (una vez despejadas las incógnitas anteriores); pero, ¿se hará al
mismo tiempo y con el mismo equipo de gente que diseñará los nuevos
productos?
De este ejemplo se deducen varias recomendaciones:
1) definir objetivos lo más específicos
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