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Enviado por   •  6 de Noviembre de 2014  •  1.432 Palabras (6 Páginas)  •  201 Visitas

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El orden social. Usos, costumbres, normas.

Orden Social

Las maneras de obrar, de pensar y de sentir resultan coercitivas porque se nos presentan bajo la forma de reglas, de normas, de modelos en los que debemos inspirarnos para encauzar y orientar nuestra acción, si queremos que sea aceptable dentro de la sociedad en que vivimos. La coacción social a que se refería Durkheim corresponde a lo que la sociología contemporánea da en llamar la orientación normativa de la acción, es decir, la acción orientada de acuerdo con unas normas o reglas colectivas. En caso contrario, las relaciones humanas serían pura incoherencia, anarquía y caos.

Estructura normativa de la acción social

Una de las características más importantes de esa estructura normativa de la acción social es la de posibilitar la previsión. Ejemplo: veo acercarse a un amigo que me tiende la mano, preveo que desea estrechar la mía.

Toda acción social se basa en una serie ininterrumpida de previsiones, que se suceden las unas a las otras y que afectan tanto a la conducta del propio actor como a la de aquel o aquellos a quienes se relaciona.

Cada individuo puede dar por sentadas algunas reglas que sirven para estructurar la orientación tanto de la acción de los demás como de la propia acción.

Los modelos culturales

Los antropólogos y sociólogos llaman a esas reglas y normas, que sirven de guías o tipos en la orientación de la acción, patrón o modelo. El modelo es el esquema, el ejemplo a seguir, aquello que se copia y en lo que hay que inspirarse

La acción social es toda manera de pensar, de sentir y de obrar cuya orientación es estructurada de acuerdo con unos modelos que son colectivos, es decir, que son compartidos por los miembros de una colectividad de personas.

El rol social está integrado por normas a las que se sujeta la acción de los individuos que ocupan una posición o desempeñan una función particular en el seno de un grupo o de una colectividad. A cada una de estas funciones corresponden unas conductas particulares, unas maneras de hacer que responden a determinadas expectativas en los demás. Tales tareas exigen ser cumplidas de un modo, y no de otro. Además de las normas comunes aplicadas a todos los miembros del grupo, otras más específicas sirven de guías a los diferentes miembros del grupo. Estos modelos específicos de una función o de una posición en el seno de una colectividad son los que constituyen el rol social.

La orientación normativa de las conductas no aniquila la personalidad individual. El rol social precisa los modelos que, trascendiendo las diferencias y las adaptaciones individuales, sirven para orientar la acción de los sujetos que ocupan una determinada posición.

La multiplicidad de los roles de cada persona refuerza aún más la imagen del sujeto social como actor que debe asumir sucesivamente diferentes personajes, cumplir las tareas propias de cada uno, responder a las expectativas de los demás relativas a cada una de esas posiciones, y adoptar como modelos de su acción normas que difieren de un rol a otro.

Proceso de socialización. Este proceso es la manera con que los miembros de una colectividad aprenden los modelos de su sociedad, los asimilan y los convierten en sus propias reglas personales de vida.

Del proceso de socialización resulta que los modelos culturales, al tiempo que están en la sociedad, están asimismo en las personas miembros de esa sociedad; al tiempo que son externos a las personas, como insistía Durkheim, son también interiorizados por cada persona. Para la sociología en cuanto disciplina científica, una norma no es de suyo ni mejor ni más moral que otra, no posee un valor absoluto. Una norma es buena y moral cuando los miembros de una colectividad la tiene como tal, la interiorizan y se conforman a ella de acuerdo con su propia conciencia. Nos enfrentamos aquí con el carácter amoral de la perspectiva sociológica, con el relativismo inherente a la óptica científica y que se distingue a la sociología de la filosofía y de la moral social.

El proceso de socialización pone de relieve que no hay oposición ni ruptura entre la persona y la sociedad, entre lo individual y lo colectivo, sino más bien continuidad e interpenetración.

Como ha demostrado Talcott Parsons que, en toda colectividad, cada miembro es simultáneamente objeto de una coacción ejercida por los demás, agente de la coacción que se ejerce sobre los demás y sujeto de la coacción que se impone a sí mismo.

Las sanciones forman parte del proceso de socialización: los agentes de socialización recurren a ellas para apoyar el aprendizaje de las normas; los efectos de la socialización, por su parte,

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