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Enviado Especial


Enviado por   •  26 de Febrero de 2015  •  2.999 Palabras (12 Páginas)  •  117 Visitas

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El dilema

por DANIEL CORONELL

María del Pilar lleva años lidiando con el desprecio de quienes fueron sus pares y, sobre todo, con el desdén de su antiguo jefe. El respaldo ha sido desganado e intermitente, apenas el necesario para mantenerla lejos.

Callar y quedarse con toda la culpa o contar de dónde venían las órdenes y quiénes conocían la operación. María del Pilar Hurtado cumplió 51 años en noviembre y tiene que resolver en estos días el mayor predicamento de su vida. La solución no es sencilla y la exdirectora del DAS ha estado entregando señales contradictorias a quienes han podido hablar con ella.

Por un lado ha dicho que quiere “aliviar el alma” y “terminar con esta película”. Sin embargo, también dice que le preocupa el sostenimiento de sus padres mayores y dependientes de ella. Esa vulnerabilidad la puede convertir en presa fácil de los que por sí mismos, o por interpuesta persona, quieren comprar su silencio.

Desde cuando empezó a salir a flote lo que sucedió en el DAS, María del Pilar Hurtado sabe que ella es el eslabón más débil de la cadena.

Quienes fueron sus subalternos, muchos de los cuales ya están condenados, señalaron cuál fue el papel de la directora en la trama siniestra. La justicia tiene testimonios y pruebas documentales que muestran cómo se hicieron los seguimientos ilegales a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, políticos de la oposición y periodistas.

También está claro cómo el DAS usó delincuentes en operaciones de desprestigio contra los blancos políticos del entonces presidente. Las informaciones falsas –o deliberadamente distorsionadas– fueron filtradas de manera calculada, para destruir la imagen pública de quienes se atrevieron a contradecir la determinación de quedarse en Palacio de un hombre enfermo de poder.

El expediente muestra también cómo se usó la partida de gastos reservados, por ejemplo, para comprar a un fotógrafo que hizo parte de una puesta en escena chapucera contra Yidis Medina.

Los resultados de las grabaciones clandestinas de las sesiones de la Corte Suprema de Justicia llegaron a María del Pilar Hurtado, y ella las hizo llegar al único jefe que tiene el director del DAS: el presidente de la República. El argumento de que ella no conocía el procedimiento que usaba su director de Fuentes Humanas para obtener esa información no parece ni suficiente, ni creíble.

Sin embargo, los problemas de la exdirectora del DAS no vienen únicamente de abajo. María del Pilar lleva años lidiando con el desprecio de quienes fueron sus pares y, sobre todo, el desdén de su antiguo jefe. El respaldo ha sido desganado e intermitente, apenas el necesario para mantenerla lejos.

La última vez que la vi, en julio de 2010, María del Pilar me aseguró que el entonces presidente le había prometido “llenarla de contratos”. Para eso, ella constituyó con su abogado y amigo Jaime Cabrera una compañía que al final solo recibió dos contratos del gobierno: uno de la Superintendencia de Servicios Públicos y otro de la Unidad de Parques Nacionales.

Es cierto que Álvaro Uribe gestionó su asilo en Panamá, pero después de eso la ayuda no fue del tamaño prometido. Por lo menos eso es lo que le ha dicho María del Pilar a algunos de sus conocidos.

Mientras estuvo en Panamá respiraron aliviados quienes se valieron de la información ilegal conseguida por el DAS. En los mismos testimonios aparecen los nombres, entre otros, de José Obdulio Gaviria, César Mauricio Velásquez y Edmundo del Castillo, a quienes nada les ha sucedido. Han seguido prosperando a la sombra del jefe.

Por un instante, María del Pilar Hurtado tiene en sus manos la decisión de liberarse contando la verdad o de seguir presa del silencio que tanto ampara a quienes la desprecian.

P. S.: ¿Quién quiere matar al mayor Juan Carlos Meneses, principal testigo en el caso de los 12 Apóstoles? Hace unos días alguien le arrojó un ladrillo en la cárcel de la Policía donde está preso. Esta vez fallaron. Ojalá el mayor Meneses no termine corriendo la triste suerte de Francisco Villalba.

EDITORIAL

Enviado especial

El viernes en la tarde fue anunciado el nombramiento de Bernard Bernie Aronson como enviado especial de Estados Unidos para el proceso de paz que se negocia en Cuba entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc.

Ambas partes han saludado con entusiasmo la llegada de este hombre que reafirma, mucho más allá de los discursos, el apoyo material de ese poderoso país al anhelo generalizado de que esta negociación concluya acá, al menos, con un balance positivo.

La hoja de vida de Aronson no deja nada que desear. Es un hombre preparado para asumir dicha responsabilidad (que no es poca): subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental de 1989 a 1993, parte del Instituto Democrático Nacional, también de Conservación de la Naturaleza, del Equipo de Conservación de la Amazonia y del Consejo de Relaciones Internacionales. Pero, acaso mucho más importante y significativo para quienes no conocen esas entidades, jugó un papel determinante en la resolución de conflictos en países como El Salvador o Nicaragua. Esperamos que pueda poner toda esta experiencia al servicio de la paz colombiana que hoy se negocia.

La nuez del asunto es que el apoyo de Estados Unidos al proceso es necesario, así a más de uno no le parezca. Por todo. No solamente por ser uno de los países líderes en cuanto a la formación de la opinión pública mundial, sino también porque ese país, su presencia sobre todo, ha sido transversal a esta guerra que hemos vivido en Colombia. El nombre de Estados Unidos recorre la historia del conflicto armado que estamos intentando resolver. Y eso es algo que nadie puede negar: si antes ha prestado su apoyo para otras causas, pues este es el momento preciso para sumarse a esta.

De todo un poco, claro está: hemos visto su nombre reproducido en políticas como el Plan Colombia (que era, a grandes rasgos, una estrategia bilateral de fortalecimiento del Estado colombiano), o como parte frontal de una lucha contra el narcotráfico que hoy es cuestionada desde distintos rincones del mundo, o, para ir más lejos en la historia, el país que puso en marcha el Plan Laso (por sus siglas en inglés): una estrategia norteamericana aplicada en América Latina que buscaba garantizar la seguridad frente a la avanzada comunista. Dicha política desembocó en la operación Marquetalia, mito fundacional de las Farc. Y así, un año tras otro. La frase cómica con la que el lúcido Jaime Garzón (una víctima más de la violencia de este país) resumió todo este

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