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Evitando Burbujas Financieras

jakob2816 de Octubre de 2014

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Evitando Burbujas Financieras

Hoy por hoy las crisis monetarias y financieras han movido abruptamente el marco mundial alrededor de los últimos siglos , han dejado perdidas innumerables tanto para particulares como para la economía en general y los errores cometidos son el marco para nuevas políticas que permitan prevenir o contrarrestar las llamadas burbujas o los esquemas ponzi que se basan en perspectivas de grandes ganancias de modo fraudulento .Es por ello que resulta de gran importancia comprender como el mercado puede reaccionar en momentos de mayor apogeo y como hechos históricos marcan una pauta para evitar caer fácilmente en ellos .

El movimiento de esquemas que proponen altas ganancias de manera injustificada no resulta ser algo reciente todo se remonta a 1618 tras el surgimiento del Banco Central mundial en Holanda y de las primeras sociedades por acciones como la VOC, sistema en el cual sus inversores podían participar del capital de la empresa de manera desigual. En vista que en determinado momento no pudieron recibir el dinero esperado, se presentó entonces un esquema accionario que permitía recuperar la inversión cuando se vendían las acciones en su portafolio, algo no muy diferente de lo que vivimos hoy en día. Jhon Law, un jugador de la época quien planteo una reforma al sistema económico de la época , que implicaba financiar la deuda pública a través de la emisión de papel moneda , la combinación banco-empresa para eliminar barreras financieras , la creación de empresas y la emisión desmedida tanto de papel moneda como de acciones de empresas; propuso unos de los primeros esquemas ponzi, y provocó una de las más temidas burbujas; factores que dieron lugar a aspectos importantes para la realidad del momento, y cuyo conocimiento pudo haber resultado útil para la prevención de casos como el de Enron.

John Law, creía que para el éxito de la compañía del Mississippi, sólo era necesario la confianza de los inversionistas. La naturaleza de las burbujas especulativas mantienen un enfoque microeconómico basado en la teoría de los mercados eficientes, según la cual los agentes están dotados de expectativas racionales y no tienen aversión al riesgo. Esta teoría considera que el mercado financiero es eficiente y que el precio de los activos refleja en todo momento la información disponible, de forma que un agente no puede incrementar sus beneficios recolocando su inversión (Fama, 1970). Dado que la compañía de Mississippi poseía la confianza de los inversionistas, la información que John Law puso a disposición de éstos últimos, nunca fue puesta en tela de juicio. Dicha información reflejaba una ficción muy optimista, y dado que las expectativas que un agente racional tiene sobre el precio de un activo, refleja la información disponible sobre este, las expectativas del precio de la compañía del Mississippi eran propias de una ficción muy optimista usada a beneficio a Law. Así mismo compañías como Enron no resultaron ajenas a ello elevaron las expectativas de inversionistas con información no veras o inexistentes

Partiendo de lo anterior es posible afirmar que el manejo de información es un elemento clave a la hora de evitar detonantes por lo que resulta necesario una entidad que se permita actuar como ente regulador y que pueda corroborar la información suministrada por la misma para que los inversionistas tengan un referente que les permita evaluar la calidad y riesgo de inversión , capacidad para repartir utilidades de la organización y puedan así establecer perspectivas reales de utilidad , evitando así caer en burbujas .

Entendiendo entonces la gran crisis financiera a la que se ve enfrentado el mercado por las llamadas burbujas, se plantean algunas medidas que las autoridades económicas podrían tomar para evitar o contrarrestar las llamadas burbujas; Intervención y responsabilidad del sistema financiero y de los gobiernos, una reconsideración de la política macroeconómica y una Transformación de la bolsa de valores.

Intervención y responsabilidad del sistema financiero y de los gobiernos

La crisis posterior a la primera burbuja fue motivada por la coincidencia de dos elementos: por un lado, la actividad empresarial del sector financiero en un entorno de desregulación. Por otro, la laxitud de las políticas monetarias en vigor al menos desde la crisis de la Nueva Economía en 2000. Según Páramo, J.M., 2010, los gobiernos de las últimas décadas son responsables de haber desarrollado un largo proceso de desregulación, justificado por el convencimiento acerca de la capacidad de los mercados para autoregularse. Pero no fueron los causantes de la crisis, cuya responsabilidad última reside en las instituciones financieras. Los reducidos tipos de interés y la desregulación fueron el caldo de cultivo, pero las prácticas comerciales de las instituciones financieras, junto con notorias dosis de avaricia, dieron lugar a los excesos que detonaron la crisis financiera.

Pero la abundante disponibilidad de crédito barato, por sí sola, no genera los problemas. Junto con ello, la desregulación de la industria financiera permitió: a) una agresiva comercialización de hipotecas, estimulada por unos incentivos comerciales perversos, excesivamente centrados en los resultados a corto plazo, b) la irracional creencia por parte de los compradores, pero también por parte de algunas de las principales autoridades económicas internacionales acerca de que los precios de las viviendas no podían descender, c) la comercialización de nuevos productos derivados financieros, complejos de entender (si bien no es este el problema), proporcionando información incompleta acerca de sus características, junto con d) una evaluación del riesgo muy deficiente por parte de las agencias de calificación. Es decir, se dio el caldo de cultivo apropiado para generar un excesivo endeudamiento por parte de consumidores de baja calidad crediticia. Pero para que esto se haga realidad, las propias instituciones financieras deben decidir conceder dichos créditos. Y han de estar dispuestas a asumir una excesiva concentración de riesgos en el sector inmobiliario al satisfacer la elevada demanda de créditos. Así como a elevar su apalancamiento en los propios derivados financieros que estaban creando hasta niveles excesivos, en parte por la desregulación de la banca de inversión.

Los mercados operan de modo que quienes en ellos participan persigan su beneficio. Esto es lo que cabe esperar en una economía de mercado. La teoría económica nos enseña las múltiples situaciones en que las asignaciones de mercado no son eficientes. Cuando esto sucede, ya sea por la presencia de externalidades positivas o negativas, en producción o en consumo, por la existencia de bienes públicos, o por cualquier otra razón, la intervención del sector público, diseñando políticas impositivas o programas de transferencias adecuados puede corregir, al menos parcialmente, las implicaciones de dicha ineficiencia. La asimetría de información que caracteriza los mercados financieros, en los que los distintos agentes tienen diferente información acerca del riesgo inherente a los productos que se negocian, hace imprescindible la existencia de mecanismos como las cámaras de compensación, así como la existencia de instituciones supervisoras, que protejan los intereses de los pequeños inversores, quienes menos acceso tienen a la información relevante. Desde el punto de vista de la teoría económica es incomprensible que se argumente que la autoregulación en este tipo de mercados puede ser eficiente.

La regulación del sector financiero

Estamos percibiendo actualmente los inmensos costes que tiene tratar de limitar los daños producidos por la longitud y la severidad de la crisis. Se han llevado a cabo salvamentos de entidades financieras (bailouts), se ha relajado la política monetaria (quantitative easing), se han introducido estímulos y se han garantizado emisiones de deuda. Necesitamos, por tanto, diseñar mecanismos que reduzcan la probabilidad de que se vuelva a producir una nueva crisis financiera en el futuro. Una buena parte del problema ha estribado en la excesiva indulgencia con que hemos contemplado la posibilidad de una crisis financiera, dado el tiempo transcurrido desde la de Depresión de 1929 y la creencia en que el éxito en la resolución de recientes crisis menores probaba nuestra ilimitada capacidad para negociar con ellas.

Ha habido tres claros fallos de prevención: una excesiva desregulación, un descuido de algunos indicios de peligro, así como una excesiva indiferencia acerca del notable descenso en la tasa de ahorro y en el nivel de riesgo asumido por dicho ahorro. Para evitarlos, es importante que la regulación y supervisión no estén excesivamente fragmentadas; en Europa es fácil pensar en la conveniencia de una agencia europea de supervisión bancaria.

Es asimismo importante que la información fluya entre las agencias responsables. Por el contrario, ahora hemos debido aprender que precisamos de planes contingentes por parte de los bancos centrales y los gobiernos, que se revisen periódicamente en función de los acontecimientos macroeconómicos y financieros. Es decir, que se ponga en marcha un sistema de evaluación de riesgo sistémico, lo que se conoce como la supervisión macroprudencial.

Una reconsideración de la política macroeconómica

Parece claro que la política monetaria ha de ser uno de los elementos que prevenga de la ocurrencia de crisis financieras futuras. Específicamente, debe prevenir excesos en los mercados de activos y los posibles riesgos sistémicos asociados. La política monetaria debe vigilar la ocurrencia de burbujas

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