LE Gerencia En La Sociedad Futura
ytonavoig_1010 de Noviembre de 2014
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La Gerencia en la Sociedad Futura
Peter F. Drucker
Nos vemos claramente ante años de desorden mundial, especialmente en el Medio Oriente; pero en un período de intranquilidad y rápidos cambios como el que sin duda nos espera, no se puede administrar bien siendo muy listos. Administrar una institución, ya sea un negocio, una universidad, un hospital, tiene que basarse en las tendencias previsibles que perduran a pesar de los titulares del día. Tiene que explotar esas tendencias como oportunidades. Y esas tendencias básicas son la aparición de la sociedad futura y sus nuevas características sin precedentes, especialmente la contracción mundial de la población juvenil y el surgimiento de una nueva clase trabajadora; la decadencia continua de la manufactura como productora de riqueza y empleos; y los cambios de forma, estructura y función de la sociedad anónima y su alta gerencia. En épocas de gran incertidumbre y sorpresas imprevisibles, seguir basando la estrategia en esas tendencias inalterables y básicas no significa éxito automático. Pero no hacerlo así, garantiza el fracaso.
Peter F. Drucker
Claremont, California
Pascua, 2002
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Más allá
de la revolución
informática
Apenas ahora empezamos a sentir el verdadero efecto de la revolución informática, pero no es la “información” lo que produce ese efecto, ni es la “inteligencia artificial”.
Es algo que nadie podía prever y de lo cual ni siquiera se hablaba hace diez o quince años: el comercio electrónico, es decir, la aparición explosiva de la Internet como importante canal de distribución de bienes y servicios — tal vez el más importante de todos — y, sorprendentemente, de empleos gerenciales y profesionales. Esto está cambiando a fondo las economías, los mercados y las estructuras industriales; los productos y servicios y su flujo; la segmentación de los consumidores, sus valores y su conducta; los mercados de empleos y de mano de obra.
En particular, se da por sabido que la revolución informática será como la revolución industrial de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Y así es justamente como la revolución informática se ha comportado en sus primeros cincuenta años.
La revolución industrial también tuvo grandes consecuencias para la familia. Durante largo tiempo, el núcleo familiar fue la unidad de producción. En la labranza y en el taller del artesano trabajaban juntos el marido, la mujer y los hijos. Por primera vez en la historia, la fábrica sacó del hogar al trabajador y la obra ylos llevó a un lugar de trabajo, dejando atrás a miembros de la familia — ya fueran cónyuges de trabajadores adultos de fábrica o especialmente en las primeras etapas, padres de niños obreros de fábrica.
Tal vez la mejor descripción del divorcio entre trabajo y familia es la novela de Charles Dickens Hard Times, publicada en 1854.
Luego, en 1829, vino el ferrocarril, un producto real mente sin precedentes y que cambió para siempre la economía, la sociedad y la política.
El ferrocarril fue el elemento verdaderamente revolucionario de la revolución industrial, ya que no sólo creó una nueva dimensión económica sino que rápidamente cambió lo que yo llamaría la geografía mental. Por primera vez en la historia, el hombre gozó de verdadera movilidad.
Procesos de rutina
El efecto real de la revolución informática no ha sido en absoluto la información. Casi ninguno de los efectos de la información que se preveían hace cuarenta años ha ocurrido realmente. Por ejemplo, no ha habido ningún cambio en la manera como se toman las decisiones en los negocios o en el gobierno. Lo que sí ha hecho la revolución informática ha sido volver rutinarios los procesos tradicionales en incontables áreas.
Existe software para pagar la nómina, para control de existencias, para programación de entregas y para todos los demás procesos de rutina de un negocio.
Los procesos no han cambiado en absoluto; sólo se han vuelto rutinarios, paso a paso, con una inmensa economía de tiempo y a menudo también de costo.
Pero en cuanto a la manera como trabajamos, hasta ahora la revolución informática sólo ha hecho rutinariamente lo que se venía haciendo desde hace mucho tiempo. La única excepción ha sido el CD-ROM, inventado hace unos veinte años para presentar óperas, cursos
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universitarios, la obra de un autor, de manera totalmente nueva. Lo mismo que el buque de vapor , el CD-ROM no se ha popularizado inmediatamente.
El significado del comercio electrónico
El comercio electrónico es para la revolución informática lo que fue el ferrocarril para la revolución industrial: un fenómeno totalmente nuevo, sin precedentes, del todo inesperado.
En la nueva geografía mental creada por el ferrocarril, el hombre dominó la distancia. En la geografía mental del comercio electrónico las distancias se han eliminado. Sólo hay una economía y sólo un mercado.
Una consecuencia de esto es que todo negocio tiene que ser globalmente competitivo, aunque fabrique o ven- da sólo dentro de un mercado local o regional. La competencia ya no es local; en efecto, no conoce límites. Toda compañía debe ser transnacional en su manera de operar.
Lutero, Maquiavelo y el salmón
Lo que sí es muy probable (repitámoslo), si no casi seguro, es que los próximos veinte años verán la aparición de muchas nuevas industrias. Al mismo tiempo, es casi se guro que unas pocas de ellas serán hijas de la tecnología informática, del computador, del procesamiento de datos o de la Internet. Esto lo indican todos los antecedentes históricos; pero también es cierto que las industrias nuevas ya están apareciendo. La biotecnología, como se ha dicho atrás, ya está aquí. Lo mismo la piscicultura.
Hace veinticinco años el salmón era un artículo de lujo. En las comidas de las convenciones la carta pedía elegir entre pollo y bistec. Hoy el salmón es plato común y corriente y es la segunda opción en la carta de cualquier convención. Hoy la mayor parte del salmón no se pesca en el mar ni en los ríos, sino que se cría artificialmente. Lo mismo la trucha y pronto, según parece, se criarán otros peces. El lenguado, que es a la comida del mar lo que el cerdo es a la carne de res, está entrando en producción oceánica masiva. Esto llevará sin duda al desarrollo genético de distintos peces, lo mismo que la domesticación de la oveja, la vaca y la gallina llevaron al desarrollo de nuevas razas.
Probablemente una docena de tecnologías están en la etapa en que se encontraba la biotecnología hace 25 años, esto es, listas para aparecer.
También hay un servicio que está en vísperas de nacer:
el seguro contra el riesgo de las fluctuaciones del cambio de divisas. Ahora que todo negocio es parte de la economía global, este seguro se necesita con urgencia, como se necesitaba el seguro contra riesgos materiales (incendio, inundación) en las primeras etapas de la revolución industrial, que fue cuando apareció el seguro convencional.
El gentleman contra el tecnólogo
En Europa, el hombre de negocios fue durante largo tiempo un inferior en la sociedad, pero para 1830 o 1840 el ingeniero entrenado en una universidad ya era un profesional respetado.
Los tintes sintéticos, primer producto de la moderna industria quí mica, se inventaron en Inglaterra, al igual que la turbina de vapor. Pero Inglaterra no aceptaba socialmente al tecnólogo, que nunca llegó a ser un gentleman. Los ingleses establecieron escuelas de ingeniería de primer orden en la India, pero casi ninguna en su propio país. Ningún otro país honró tanto al científico, y en efecto, retuvo el liderazgo en física todo el siglo XIX, desde James Clerk Maxwell y Michael Faraday hasta Ernest Rutherford. Pero el tecnólogo siguió siendo un “mercader”. (Dickens, por ejemplo, mostró abiertamente su menosprecio del maestro fundidor en su novela de 1853, Bleak House.)
Soborno de quiénes trabajan con el conocimiento.
Lo que llamamos revolución informática es en realidad una revolución del conocimiento. La clave no es electrónica: es la ciencia cognoscitiva
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Economía y la tecnología que están a punto de surgir son probablemente la posición social de los profesionales que trabajan con el conocimiento y la aceptación social de sus valores. Que ellos sigan siendo los tradicionales “empleados” y se sigan tratando como tales, sería lo mismo que hizo Inglaterra tratando a sus tecnólogos como mercaderes — y probablemente tendría análogas consecuencias.
Hoy, sin embargo, estamos tratando de hacer ambas cosas a la vez: conservar la mentalidad tradicional que considera que el capital es el recurso clave y el financista es quien manda, pero al mismo tiempo sobornar a los trabajadores instruidos mediante bonificaciones y opciones de adquirir acciones para que se resignen a seguir siendo empleados. Pero esto sólo puede operar, si es que opera, mientras las industrias nacientes gocen de una bonanza del mercado de valores, como la han venido gozando las compañías de la Internet. Lo más probable es que las próximas grandes industrias se comporten como las industrias tradicionales, esto es, que se desarrollen lenta, penosa, laboriosamente.
Así pues, sobornar a quienes trabajan con el conocimiento, de quienes dependen esas industrias, sencillamente no va a operar. Esos trabajadores
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