Megatendencias
escribe119 de Mayo de 2014
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LOS ESTADOS NACIÓN EN UN SISTEMA GLOBALIZADO
Whit e Paper Series del Centro de Estudios para el Desarrollo Exportador – CEDEX
Autor: Lic. Susana Duran, MIB
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Contenidos:
1. INTRODUCCION
2. MEGATENDENCIAS
3. CAMBIOS ESTRUCTURALES EN EL ESCENARIO ECONOMICO
4. NUEVO ROL DE LOS ORGANISMOS MULTILATERALES DE NEGOCIACION
5. LOS MERCADOS EMERGENTES
6. LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN
7. IMPULSO DE LOS PAÍSES EN DESARROLLO EN EL COMERCIO MUNDIAL
8. LA GLOBALIZACION Y LA EMPRESA
9. PERSPECTIVAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
10. CONCLUSIONES
11. BIBLOGRAFÍA
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INTRODUCCION
El mundo constituido por Estados-nación tal como lo conocemos desde el “Tratado de Westfalia”
de mediados del siglo XVI, se ha derrumbado; y de sus escombros comienza a surgir un sistema
global contemporáneo en el cual las relaciones y patrones de relaciones entre actores pierden las
características territoriales propias del mundo pre-global. Hoy, los los Estados-nación parecen
prisioneros de las decisiones de otros actores internacionales más complejos y colectivos, que han
acumulado un poder creciente desde la posguerra hasta nuestros días. Esta nueva situación se debe
a una diversidad de causas: la concentración económica y el poderío militar mundial, la
vertiginosidad de los cambios tecnológicos; la liberalización de los mercados financieros, el flujo
de información en grandes unidades y no hace más que reflejar que el principio de la soberanía de
los estados es cada vez más difuso y elástico.
MEGATENDENCIAS
El paradigma realista, tradicionalmente dominante en los estudios internacionales, sostuvo durante
mucho tiempo que los Estados-nación eran los actores primordiales del sistema. Esto significa que
eran considerados la última entidad decisoria en cuestiones internacionales. Revisiones posteriores
del realismo señalaron a las entidades multinacionales, Organizaciones no Gubernamentales
(ONG´s), Organizaciones Internacionales no Gubernamentales (OING´s), Organismos
Internacionales, Bloques Comerciales, etc. como otros actores internacionales de menor escala,
pero importantes al momento de ejercer sus influencias transnacionales en las decisiones
gubernamentales de política exterior. Estas revisiones no constituyeron un simple aggiornamiento
teórico, sino que además daban cuenta de una realidad en la que las denominadas "relaciones
internacionales" carecían -poco a poco- de un anclaje territorial, y se trasladaban a una dimensión
espacial y temporal muy distinta. Por cierto, ya no existe nada parecido a lo que el imaginario
teórico y social ha mostrado desde el punto de vista de las relaciones internacionales; en especial
cuando se refiere a la antigua manera de pensar la política que se ubica desde un lugar, desde una
territorialidad. Si hay algo que la globalización refleja es justamente lo que algunos autores
denominan como la redefinición espacio-temporal de los grandes parámetros de la vida política y
del modo de entenderla. A partir de aquí es evidente que los conceptos "relaciones
internacionales" o "relaciones interestatales" sirven bastante poco como referentes válidos para
caracterizar un tipo de relación social peculiar.
En definitiva, el mundo está sufriendo una serie de transformaciones en la que el Estado-nación
comienza a perder autoridad; y su figura como entidad decisoria última está cada vez menos
presente. Los elementos más significativos de dicha autoridad, basados en la soberanía, han
comenzado a extinguirse. Esto conduce a la posible idea de que progresivamente se va hacia una
configuración del sistema internacional (hoy denominada sistema global) en la que aparecen
actores mucho más fuertes que los Estados-naciones -al menos desde el punto de vista decisorio o
como depositarios de atributos soberanos especiales. Esto no quiere decir, claro está, que el
Estado-nación no existe, que vaya a desaparecer, sino que se evidencia una progresiva caída de los
niveles de autonomía estatal que profundiza la incapacidad para ejercer plenamente los derechos
soberanos.
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La Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del
Comercio (OMC), la Organización Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Organización de
Naciones Unidas (ONU) o el Banco Mundial (BM) son, actualmente, algunos de los actores cuyos
poderes e influencias sobre las relaciones trasnacionales afectan y deterioran progresivamente la
soberanía y autoridad de los Estados-nación westfalianos, constituyéndose, de alguna manera, en
las entidades suprasoberanas del sistema global. Estos actores han iniciado su acumulación de
poder manejando diversos recursos que anulan o neutralizan aquellos utilizados por los actores
nacionales individuales. Esta acumulación de poder suficiente permite la imposición de políticas
colectivas a los actores individuales, erosionando sus entidades soberanas.
La soberanía es la autoridad política dentro de una comunidad, la cual tiene el derecho reconocido
de ejercer el poder del estado y determinar las leyes, regulaciones y políticas en un territorio dado.
Es necesario distinguirla de la idea de autonomía, que es la capacidad del estado para administrar y
perseguir sus preferencias de política sin contar con la colaboración o la cooperación de otros
actores externos. Por lo tanto, un estado soberano es, relativamente, más o menos autónomo.
Sintetizando, mientras la soberanía se refiere al derecho de un estado de regular sobre un territorio
determinado, la autonomía denota el poder actual que posee un Estado-nación para articular y
alcanzar independientemente objetivos políticos.
Los Estados-nación no sólo han perdido gradual y progresivamente su autonomía, sino que se han
visto comprometidos -en más de una oportunidad- el ejercicio de los derechos soberanos para un
conjunto de ellos. Ciertamente, a partir de las complejas tramas en el flujo de relaciones
trasnacionales de alcance global, los actores tradicionales se han convertido en entidades menos
autónomas, en la medida en que perciben que sus objetivos de políticas no pueden perseguirse en
forma unilateral, y que estratégicamente hablando, los recursos que posean hoy pueden ser
innecesarios o insuficientes para los objetivos de mañana.
Por otra parte, el proceso de conformación de los grandes bloques regionales comerciales ha
significado -de alguna manera- el pasaje de la definición y formulación de objetivos unilaterales a
la constitución de objetivos colectivos que se hallan representados en el nuevo sujeto internacional
creado, perdiendo así, los actores individuales, la capacidad alcanzar sus objetivos
independientemente; es decir su autonomía. Al tiempo en que estas nuevas organizaciones
colectivas adquieren un mayor grado de institucionalización, la pérdida de autonomía refleja el
primer eslabón de la cadena de transformaciones que finalmente cierra con el derrumbe del
principio de soberanía.
Como ejemplo podemos tomar el de la Unión Europea, donde el concepto de soberanía es más
debatido que en cualquier otra región del planeta. En pos de la unificación de la moneda o para
alcanzar los objetivos propuestos en Maastricht, los países europeos ya no pueden decidir
soberanamente sobre instrumentos de política económica, como la tasa de interés o el tipo de
cambio. Mucho menos, pueden hacer el resto de los países, debido a la recíproca dependencia de
las plazas financieras, en el intento por captar flujos de inversiones globales, teniendo en cuenta la
relación entre tasas de interés nacionales y las de financiamiento y refinanciamiento que se
deciden fuera de las fronteras nacionales.
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Los regímenes y organizaciones internacionales han sido establecidos -en principio- para manejar
áreas completas de actividad trasnacional, como el comercio, el océano, espacio etc. y los
problemas políticos colectivos, por ejemplo, la democracia y los derechos humanos. El
crecimiento cuantitativo de estas nuevas formas de asociación es, ciertamente, reflejo de la
expansión de las vinculaciones trasnacionales, la desaparición de la tradicional idea de la política
exterior y la política interna como esferas separadas, y del correspondiente deseo de muchos
estados por encontrar alguna forma de gobierno internacional y de regulación para tratar los
problemas de política colectiva.
Esta expansión de los regímenes y organizaciones internacionales influye en los grandes cambios
que se vienen produciendo en las estructuras de toma de decisiones de la política mundial. Nuevas
formas de políticas multilaterales y multinacionales tienen lugar y, con ellas, estilos distintivos de
toma de decisiones colectivas, en la que se ven involucrados gobiernos, Organizaciones
Internacionales Gubernamentales y una gran variedad de grupos de presión transnacionales y
OING´s, etc
Dentro de este gran campo de actores complejos y diferenciados de
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