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INTERVENCIONES CLÍNICAS BASADAS EN LA PSICOLOGÍA POSITIVA: FUNDAMENTOS Y APLICACIONES

Ivo Almaraz GarciaTrabajo8 de Septiembre de 2021

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Intervenciones clínicas basadas en la psicología positiva        

Psicología Conductual, Vol. 14, Nº 3, 2006, pp. 401-432

INTERVENCIONES CLÍNICAS BASADAS EN LA PSICOLOGÍA POSITIVA: FUNDAMENTOS Y APLICACIONES

Carmelo Vázquez1, Gonzalo Hervás1 y Samuel M. Y. Ho2

1Universidad Complutense de Madrid (España); 2University of Hong Kong (China)

Resumen

Las intervenciones clínicas basadas en la psicología positiva están ya apareciendo en la literatura científica. En esta revisión, defendemos que tanto por razones teóricas como prácticas es necesario tener en cuenta los aspectos negativos y positivos del funcionamiento humano para comprender mejor los aspectos clínicos. Se discutirán tres modelos complementarios y relevantes en relación a sus implicaciones directas para las intervenciones psicoterapéuticas: El modelo de las tres vías hacia la felicidad de Seligman (2002), el modelo multidimensional del bienestar psicológico de Ryff (1995) y el modelo motivacional de Deci y Ryan (2000). Las intervenciones positivas en el área clínica deberían estar sólidamente guiadas por los datos empíricos guiados por la ya abundante investigación sobre felicidad y bienestar psicológico. Además, las novedosas y prometedoras intervenciones y programas destinadas a aumentar el bienestar de las personas, algunas de las cuales son descritas en esta revisión, deben ser evaluadas con los diseños más estrictos (ensayos clínicos aleatorizados, preferiblemente) para probar su eficacia. Finalmente, también discutimos las implicaciones de las intervenciones positivas para abordar importantes problemas clínicos (e.g. recaídas y recurrencias) y presentamos algunos desafíos que la investigación futura en este campo emergente necesita abordar.

PALABRAS CLAVE: Intervenciones positivas, psicología positiva, bienestar, felicidad, emociones positivas.

Abstract

Clinical interventions based on positive psychology are increasingly the subject of scientific literature. In this review we argue that, both for theoretical and practical reasons, it is necessary to take into account negative and positive aspects of human functioning for a better understanding of clinical issues. Three relevant

[pic 1]

Correspondencia: Carmelo Vázquez, Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid, Campus de Somosaguas, 28223 Madrid (España). E-mail: cvazquez@psi.ucm.es

Nota: Este trabajo ha sido posible, en parte, a una financiación del Ministerio de Ciencia y Tecnología ( BSO2003-07516) y de la Fundación Lafourcade-Colegio Oficial de Psicólogos.

and complementary models of psychological well-being are discussed in regard to their direct implications for psychotherapy interventions: Seligman’s model of the three ways to happiness (Seligman, 2002), Ryff’s multidimensional model of psychological well-being (Ryff, 1995) and Deci and Ryan’s motivational model of well-being (Deci and Ryan, 2000). Positive interventions in the clinical arena should be strongly guided by empirical data derived from the existing abundant research on happiness and psychological well-being. Furthermore, promising new interventions and programs to enhance people’s well-being, some of which are described in this review, should be tested with the most stringent designs (namely, randomized clinical trials) in order to prove their efficacy. Finally, we discuss the implications of positive interventions to tackle important clinical problems (e.g., relapses and recurrences) and present some challenges that future research in this emerging field needs to address.

KEY WORDS: positive interventions, positive psychology, well-being, happiness, positive emotions.

Psicología, psicología clínica y psicología positiva

Lo que se ha denominado Psicología Positiva, a iniciativa de Martin Seligman en su discurso inaugural como presidente de la APA (Seligman, 1999), supone dar un impulso definitivo a una aproximación que no es nueva en Psicología (ver Vázquez, 2006a) pero que surge como una necesidad complementaria al modo habitual de contemplar la realidad psicológica. Sin duda, muchos de los temas en los que la Psicología se ha centrado en estas últimas décadas (creatividad, optimismo, amor, inteligencia emocional, capacidades de afrontamiento,…) entran de lleno en esta perspectiva positiva (Fernández-Ballesteros, 2002). Pero hay otras áreas de la experiencia humana (flujo, perdón, gratitud, asombro, curiosidad, o humor) que también se están incorporando por primera vez como temas de investigación por propio derecho (Gable y Haidt, 2005) abriendo vías hasta ahora insospechadas.

Pero los antecedentes de este impulso renovado no proceden sólo de una declaración de intenciones o de un voluntarismo idealista. Por ejemplo, la investigación en Psicología cognitiva ya había dejado claro, en los años ochenta y noventa que la información positiva tiene en sí misma una enorme relevancia en muchos procesos psicológicos. Se comprobó entonces que sesgos positivos en la sensación de control (Taylor, Kemeny, Reed, Bower y Gruenwald, 2000), el recuerdo de elementos positivos (Matt, Vázquez y Campbell, 1992) o las atribuciones causales (Mezulis, Abramson, Hyde y Hankin, 2004), estaban ligados de un modo posiblemente protector a la salud física y mental. Una gran cantidad de estudios experimentales ponía de manifiesto que el procesamiento de la información positiva parece tener sus propias reglas (Isen, 1987; Vázquez y Avia, 1998) y afecta a la mayoría de las personas. Irónicamente, se descubría que quienes participaban como sujetos control en estudios cognitivos sobre la ansiedad o sobre la depresión, gente normal y sin ningún tipo de problema mental diagnosticable, presentaban de modo bastante consistente sesgos al procesar información congruente con su estado de ánimo. De modo incidental, este tipo de sesgos inesperados en las muestras control normales abría un nuevo reto a las intervenciones psicológicas pues parecen indicar que las diferencias cognitivas entre la anormalidad y la patología son aún mayores de lo que tradicionalmente se ha supuesto (Vázquez, 2006b). Además, es probable que estos sesgos cognitivos tan extendidos (por ejemplo, recordar mejor las cosas buenas que las malas, hacer predicciones positivas sobre el futuro, etc.) estén en la base de por qué la mayor parte de las personas se sienten satisfechas con sus vidas (Cummins y Nistico, 2002).

En el caso concreto de la Psicología Clínica, su modo de habitual de hacer y, sobre todo, de pensar, se ha mostrado hasta cierto punto insuficiente para abordar nuevos retos. Un buen ejemplo de estas limitaciones son los modelos de vulnerabilidad que, de una forma innegablemente fructífera, han establecido un modo estándar de pensamiento en la psicología clínica en ámbitos como la depresión (Ingram, Miranda y Segal, 1998), las psicosis (Bentall, 2002), o los trastornos de ansiedad (Barlow, 2001). El planteamiento básico de los modelos de vulnerabilidad consiste en encontrar «factores de riesgo», es decir, factores que incrementen de algún modo la probabilidad de desarrollar un trastorno dado. Este tipo de pensamiento, derivado de la investigación epidemiológica, ha tenido un enorme impacto en la investigación en Psicología. Sin embargo, este énfasis puede que haya tenido un cierto coste. Al resaltar los aspectos de vulnerabilidad, se ha marginado un tanto la investigación de los factores de protección (Keyes y López, 2002). Por ejemplo, en el caso de la esquizofrenia, es bien sabido que el riesgo de padecer un problema de esta naturaleza se incrementa por 10 si el padre o la madre presentan este trastorno (Gottesman y Shields, 1982). Pero aún así, la tasa de prevalencia de esquizofrenia en estas «muestras de alto riesgo» es sólo del 10%, frente al 1% o menos de la población general. Aun siendo importante este incremento de riesgo y la investigación con muestras de alto riesgo tiene una importancia sustancial en Psicología Clínica, se olvida que el 90% de las personas con un elevado riesgo «a

Tabla 1

Mapa de resultados en el estudio de factores de vulnerabilidad. La mayor parte de los estudios analizan los resultados confirmatorios de las teorías etiológicas, ignorando los casos de resistencia (casilla c), que indica un resultado de resistencia

FACTORES DE VULNERABILIDAD

NO

[pic 2]

a

Casos

confi rmatorios de la teoría

b

Casos debidos a otros factores

NO

c

VULNERABLES

SANOS

( Resilientes )

d

Sanos,

confi rmatorios de la teoría

priori» no desarrollarán nunca en su vida un trastorno de esta naturaleza (ver Tabla 1). Desgraciadamente se sabe poco de los factores, sin duda importantes, que protegen a estas personas de incurrir en un problema psicopatológico de esa magnitud. Algo similar ocurre, por ejemplo, en el ámbito de los trastornos por estrés postraumático (TEPT), cuya aparición es mucho menor de lo que inicialmente podría pensarse en términos de riesgo o de exposición a sucesos altamente estresantes (Vázquez, 2005; Vázquez et al., 2006).

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