ANÁLISIS DE CASO PULICADO EN LA REVISTA CONAMED, VOL. 14, NÚMERO 4, OCTUBRE - DICIEMBRE 2009
681248Ensayo10 de Julio de 2021
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DIPLOMADO DE ENFERMERÍA PERICIAL, FORENSE Y CRIMINOLOGÍA [pic 1]
SEDE EN LINEA/2020
LE. SILVIA ANGELICA MÉNDEZ RODRÍGUEZ
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DIPLOMADO DE ENFERMERÍA PERICIAL, FORENSE Y CRIMINOLOGÍA
SEDE EN LINEA
ANÁLISIS DE CASO PULICADO EN LA REVISTA CONAMED, VOL. 14, NÚMERO 4, OCTUBRE - DICIEMBRE 2009
ASIGNACIÓN 4 MODULO I
LIC. LUIS MIGUEL LAYNES
CAPACITADOR
LE. SILVIA ANGELICA MÉNDEZ RODRÍGUEZ
PARTICIPANTE
MEXICALI, B. C. AGOSTO 2020
INTRODUCCIÓN
Uno de los principales objetivos en la asistencia sanitaria es la seguridad del paciente que está recibiendo la atención por parte de los distintos profesionales de la salud. El rol de enfermería en la atención del paciente es muy relevante; este grupo de profesionales de la salud realiza múltiples procedimientos, los cuales se encuentran en un espectro de complejidad que van desde lo sencillo hasta aquellos con uso de alta tecnología. Existen diversas guías y manuales de procedimientos cuyo propósito es estandarizar el trabajo de enfermería. Derivado de la importancia de los cuidados y atenciones que deben recibir los pacientes por parte del equipo de enfermería.
La medicación segura es una de las prioridades globales en materia de la calidad y la seguridad del paciente de los sistemas de salud. Los errores de medicación representan una de las prioridades en el mundo. Se estima que, en los Estados Unidos de América, los errores de medicación ocasionan al menos una muerte diaria y daños en aproximadamente 1.3 millones de personas al año. El costo global asociado a los errores de medicación se ha estimado en 42 billones de dólares anuales. En el año 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el tercer reto global para la seguridad del paciente para reducir, en un periodo de cinco años, el 50% de los daños graves y evitables relacionados con la medicación. En el mismo año, entre estrategias de México para mejorar la calidad de los servicios de salud, se emitieron ocho acciones esenciales para la seguridad del paciente. La tercera acción trata sobre la seguridad en el proceso de medicación, la cual busca Fortalecer las acciones relacionadas con el almacenamiento, la prescripción, transcripción, dispensación y administración de medicamentos, para prevenir errores que puedan dañar a los pacientes.
En este contexto, los medicamentos de alto riesgo son un tipo de fármacos con alto potencial de ocasionar daños graves o incluso mortales, incluyen medicamentos citotóxicos, insulinas, anticoagulantes y electrolitos concentrados. Cabe mencionar que esto debe aplicar para cualquier administración de medicamentos ya que si bien errar o no seguir recomendaciones con aquellos de riesgo bajo o inclusive nulo no nos llevaría “quizás” a un desenlace fatal o a una serie de eventos desafortunados para el paciente, pero no cumpliría el objetivo terapéutico principal.
RECOMENDACIONES
1. Los medicamentos de alto riesgo en áreas de atención al paciente se deben retirar si no se justifica desde el punto de vista clínico su existencia o pertenencia.
2. El almacenamiento de los medicamentos de alto riesgo, tanto en la farmacia como en los Centros de Distribución de medicamentos en Área de Hospitalización (CENDIS), deben de estar en contenedores en la parte superior y central del casillero, en un lugar seguro y diferente del resto de los medicamentos, con las condiciones ambientales que el laboratorio farmacéutico indique.
3. Etiquetar los contenedores de los medicamentos que son considerados de alto riesgo, con la leyenda «Medicamento de alto riesgo». Los medicamentos de alto riesgo deberán estar etiquetados de manera individual con un círculo rojo.
4. En la prescripción: los médicos deben realizar la prescripción médica con letra clara, legible sin abreviaturas, sin enmendaduras ni tachaduras. Se prohíbe el uso de la abreviatura «U» para indicar unidades.
5. Los medicamentos con aspecto o nombre parecido «LASA (Look alike, sound alike)» se deberán rotular con letras mayúsculas las letras diferentes, ejemplo: DIGOxina DORIxina. En el proceso de almacenamiento y prescripción de los medicamentos LASA, colocar alertas visuales dando prioridad al proceso de prescripción.
6. En aquellos medicamentos donde el envase es similar entre las distintas presentaciones o claves, se deben diferenciar para evitar confusión en el personal de enfermería, especialmente en el almacenaje, la ubicación y el etiquetado.
7. Transcripción del medicamento: el personal de enfermería transcribirá en la hoja de enfermería los medicamentos y las indicaciones médicas sin modificar la prescripción original. En caso de duda debe aclararlas con el médico tratante. Solicitará el medicamento a la farmacia de la unidad de salud.
8. Dispensación del medicamento: el personal de la farmacia verificará la solicitud del medicamento. En caso de dudas, no debe entregar el medicamento y se pondrá en contacto con el médico que prescribe para realizar la aclaración. Proporcionará la información completa sobre su manejo a quien lo recibe.
9. En la recepción y almacenamiento de los medicamentos: las enfermeras rotularán el medicamento con el nombre completo del paciente y sus datos de identificación (fecha de nacimiento por día, mes y año) en su caso, adicionalmente podrán agregarse otros determinados en la normativa de la institución, ejemplo: el número de registro.
10. La preparación y administración del medicamento lo ejecutará el mismo profesional de enfermería que lo recibió. No precargar la medicación.
11. No se administrarán medicamentos que carezcan de etiquetas o cuando éstas no sean legibles.
12. La enfermera o, en su caso, el médico, deberán preguntar al paciente si es alérgico y verificará los datos en el identificador personal y la ficha de identificación del paciente, antes de la administración de cualquier medicamento.
13. Utilizar antes, durante y después de la transcripción, preparación y administración de medicamentos las indicaciones correctas de la medicación. El personal de enfermería que administre los medicamentos deberá verificar que:
a. El paciente sea el correcto, preguntando al paciente su nombre completo y fecha de nacimiento y verificar que éstos coincidan con la nota de clínica y de enfermería.
b. El medicamento sea el correcto, identificando siempre el medicamento al retirarlo de la zona de almacenamiento y verificar el nombre del medicamento con las indicaciones del expediente clínico del paciente y con la hoja de enfermería.
c. La dosis sea la correcta, comprobando en los registros del expediente y en la hoja de enfermería la dosis prescrita.
d. La vía sea la correcta, confirmando la vía de administración del medicamento indicada en la etiqueta, expediente clínico y la hoja de enfermería.
e. El horario sea el correcto, confirmando que en el expediente clínico y en la hoja de enfermería se describan los intervalos indicados para la administración del medicamento.
f. El registro de los medicamentos sea el correcto. Inmediatamente después de la administración, registrar en el expediente clínico y en la hoja de enfermería el nombre del fármaco, fecha, hora, dosis y vía de administración, así como el nombre de quien la administró.
14. Los medicamentos prescritos para infusión intravenosa deben ser diluidos y no mezclados.
15. Los medicamentos cuya administración se suspenda por indicación médica, deben ser regresados a la farmacia.
16. En caso de que se omita administrar un medicamento, debe registrarse en el expediente clínico y en la hoja de enfermería, señalando claramente las causas por las que no se administró.
17. La administración de los medicamentos de alto riesgo requiere de una doble verificación para su administración. Esto se realiza por dos personas con las competencias idóneas, durante los procesos de preparación (primera verificación) y en la administración (segunda verificación). Deben firmar en los registros clínicos del expediente las personas que realizaron este procedimiento. La doble verificación se realiza en las áreas establecidas por la institución de salud para preparación y ministración de medicamentos de alto riesgo para prevenir errores de medicación.
Han pasado ya 20 años desde que el Institute of Medicine (IOM) en Estados Unidos publicó el famoso artículo «To err is human», citado en más de 20,000 artículos médicos; en el cual se describió, entre otras cosas, que los errores en la medicación alcanzaban el séptimo lugar como causa de muerte, además de los costos sanitarios derivados de estos errores humanos. Este artículo tuvo un gran impacto, e impulsó a autoridades y agentes implicados en la asistencia sanitaria a abordar la seguridad del paciente como un objetivo prioritario. Se define «error» como una equivocación hecha en el proceso del cuidado de un paciente que provoca o tiene el potencial de causar daño. El error médico puede ser el incumplimiento de un plan terapéutico, el establecimiento de un plan erróneo, un error de prescripción, de omisión, casi omisión o cuasi-falla (si no alcanzó a llegar al paciente). La mayoría de los errores médicos no son causados de forma arbitraria, sino que están relacionados con factores y equivocaciones a nivel de la organización. El mismo IOM relaciona problemas como la mala caligrafía de las prescripciones médicas y el mal manejo de los expedientes, y recomienda medidas como el uso de tecnología para reducir los errores de medicación. Con dichas medidas se pensaría que los errores médicos disminuirían de forma importante, planteándose la meta de reducir su incidencia hasta en 50% en los siguientes cinco años a partir de la publicación. Con el avance de la tecnología en los últimos años, se han implementado expedientes electrónicos, recetas electrónicas, gestores de citas, dispensación y administración de medicamentos por código de barras y hasta softwares de simulación para mejora de gestiones hospitalarias. Bajo el pensamiento de que la introducción de la tecnología sería indispensable para la mejora de la calidad de atención y de esa forma evitar los errores humanos, esta implementación no sólo falló en disminuir la tasa de errores, sino que, incluso, generó un aumento de los mismos de 98,000 en 1999 a 190,000 en el 2004. JAMA reporta para el 2005 que la introducción de la informática paradójicamente incrementó el riesgo de errores que llegan al paciente. Recientemente (2019), un artículo español describió cómo la implementación de la tecnología informática no mejora la seguridad del proceso de prescripción, empeorando incluso el apartado de frecuencia de administración (63 vs 57%). Otro ejemplo es el fallo que ocurrió en la agenda electrónica de programación de mamografías en Inglaterra, reportado en el 2018, que excluyó de la agenda a pacientes con sospecha de lesiones, que pudo haber ocasionado retrasos diagnósticos y hasta una cantidad importante de muertes sin ser error humano. Estudios de bombas de infusión han descrito también errores en la configuración de las mismas, que llevan a equivocaciones importantes en la administración de medicamentos derivados de los aparatos tecnológicos. La introducción de medios electrónicos ha traído consigo otros errores distintos al humano, relacionados con la tecnología de los que aún se desconoce su impacto total. Conforme aumenta exponencialmente la diversidad de uso de estos gadgets, también incrementa el riesgo de daño para los pacientes, derivados de un mal uso, fallos de integración, errores de programación, caídas del sistema o malfuncionamiento de software y hardware. Sin embargo, el reporte de los errores de la tecnología aún no se encuentra clasificado para su análisis, ni hay indicadores de medición de los mismos. Es necesaria la creación de incidentes de seguridad que permita la clasificación de estos daños y así poder medir de forma objetiva el errar de tecnologías que afectan directamente la salud del paciente y reestructurar ante nuevos tiempos que Errar no es sólo humano. Cita que considere muy interesante incluir a pesar que para fines propios de la elaboración de esta asignación en específico no es de tanta relevancia.
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