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Ansiedad De Separacion

fellapur31 de Julio de 2013

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Ansiedad de separación: delimitación conceptual, manifestaciones clínicas y estrategias de intervención

Separation anxiety: concept delimitation, clinical manifestations and intervention strategies

C. Villanueva Suáreza, L.J. Sanz Rodríguezb

aPsicóloga clínica. Coordinadora del Programa Infanto-Juvenil. Servicio de Salud Mental. Parla, Madrid. España.

bPsicólogo clínico. Programa Infanto-Juvenil. Servicio de Salud Mental. Parla, Madrid. España.

Las autoras declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la preparación y publicación de este artículo.

Dirección para correspondencia

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RESUMEN

En este trabajo queremos destacar la importancia de la intervención en Atención Primaria con los padres y sus bebés en la organización de las interacciones precoces que darán lugar a un apego seguro, base para un buen desarrollo. Para ello, se comentan las intervenciones posibles a propósito de varios casos clínicos.

Palabras clave: Ansiedad de separación, Apego, Consulta terapéutica.

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ABSTRACT

In this project we would like to explain the importance of the actions that can be taken in primary care with parents and their babies, to show how early relations will encourage a secure attachment necessary for a good development. With this target, we comment different interventions about several clinical cases.

Key words: Separation anxiety, Attachment, Therapeutic intervention.

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Introducción

Gran parte de los síntomas de los niños que llegan a nuestras consultas están relacionados con las dificultades de autonomía y separación. La ansiedad de separación hace referencia a un estadio del desarrollo infantil en el que los niños sienten angustia cuando se separan de su cuidador principal (generalmente la madre). Esta fase suele comenzar aproximadamente a los 8 meses de edad y durar hasta los 14 meses1.

Antes de los 8 meses, el mundo es tan nuevo para los niños, que apenas son capaces de diferenciar lo que es peligroso de lo que no lo es, de manera que las nuevas situaciones, experiencias o personas no les asustan. Durante el desarrollo normal, esta etapa inicial les permite establecer una familiaridad con sus ambientes. Tras esta fase, la falta de una figura afectiva suele producir temor debido a que el niño es ya capaz de darse cuenta de que sucede algo inusual. Los niños reconocen a sus padres como las personas con quienes se sienten seguros. Cuando se separan de sus padres, sobre todo lejos de casa, se sienten inseguros y amenazados2.

Entre los factores que determinan cuál es el cuidador situado en primer lugar son: cantidad de tiempo que el niño pasa con la persona que le cuida; la inversión emocional del adulto respecto al niño; y la frecuencia con la que la persona reaparece3.

Así pues, la ansiedad de separación es una fase normal del desarrollo humano. Durante este período el niño puede recurrir a objetos o fenómenos (denominados como objetos transicionales) que están investidos por las características de sus cuidadores principales (como una manta, un peluche o las canciones que tararea el niño para dormirse) y que hacen más tolerable esta ansiedad de separación4. Suele terminar hacia los 14 meses de edad, cuando los niños empiezan a entender que los padres siguen existiendo aunque ellos no puedan verlos y que van a volver más tarde. Por tanto, a esta edad es cuando los niños empiezan a querer ser más autónomos y explorar el ambiente que los rodea con más libertad. Son capaces de separarse de sus padres y estar varias horas lejos de ellos, porque han aprendido que los padres siguen estando ahí y volverán a verlos pronto. Ya han desarrollado una sensación de seguridad en sus cuidadores y su ambiente y son capaces de confiar en otras personas además de sus padres5.

Pueden distinguirse diversos factores asociados a la aparición de dificultades en el manejo de la ansiedad por separación6,7:

- No haber sido expuesto a una separación paulatina de los padres, quizás por un exceso de sobreprotección de estos y por vivir encerrado en el círculo familiar. Las experiencias repetidas y no traumáticas de separación facilitan el desarrollo de una identidad autónoma e independiente en el niño. La sobreprotección puede darse por diversos motivos: temor de los padres a perder a un hijo que ha sufrido una enfermedad grave, ser hijo único y muy deseado de unos padres mayores, embarazo difícil, pérdida previa de un hijo, problemas previos de esterilidad, insatisfacción marital, ansiedad por separación en algún progenitor, padre o madre muy ansiosos.

- Experiencias traumáticas de separación (vulnerabilidad biológica en el bebé, hospitalización, muerte de uno de los padres, divorcio o separación de estos) en las que se dieran una o más condiciones de las que potencian la ansiedad.

- Refuerzo negativo por parte de los padres a las conductas de apego excesivo del niño. Cuando los padres tienen dificultades para separarse de sus hijos, refuerzan la excesiva dependencia en los niños porque evitan el malestar asociado a la separación y el manejo del mismo8.

Organización del apego y ansiedad de separación

Algunos de los primeros trabajos acerca de los efectos de la separación del niño y sus cuidadores fueron desarrollados por John Bowlby (1907-1990) y le ayudaron a elaborar su teoría del apego. Entendemos por apego al lazo afectivo que se establece entre el niño y una figura específica, que une a ambos en el espacio, perdura en el tiempo, se expresa en la tendencia estable a mantener la proximidad y cuya vertiente subjetiva es la sensación de seguridad. Bowlby estableció que la finalidad del sistema de apego es mantener al cuidador accesible y receptivo, lo que resumió en una palabra: disponibilidad. Las conductas de apego que utilizan los bebés son sonreír, vocalizar, llorar para llamar la atención del cuidador y sentir su cercanía.

El trabajo de Bowlby sobre la teoría del apego comenzó cuando, a sus 21 años, trabajó en un hogar de chicos inadaptados y estudió los efectos de la separación del niño de sus padres9. En su investigación concluyó que existe una necesidad instintiva del niño a apegarse al cuidador, y considera que los vínculos afectivos son algo biológicamente primario. De este modo, expuso que las relaciones primarias perturbadas madre-hijo, constituyen un precursor clave del trastorno mental10.

Bowlby distinguió cuatro períodos en el desarrollo de la vinculación a lo largo de la infancia:

1. Del nacimiento a los 3 meses: dependencia total de la madre y satisfacción de sus necesidades. Etapa de aseguramiento y proximidad, a través del olor y la voz.

2. De los 3 a los 6 meses: el bebe emite señales a otras personas que distingue, sonrisa.

3. De los 6 meses a los 3 años: intenta mantener la proximidad con las figuras vinculares a las que reconoce perfectamente.

4. A partir de los 3 años ya no tiene necesidad de presencia física de la madre para sentirse seguro.

Partiendo de los trabajos pioneros de Bowlby, a finales de los años setenta, Mary Ainsworth (1913-1999) elaboró un instrumento denominado "situación extraña" con el objetivo de evaluar la manera en que los niños utilizaban a sus figuras de apego como fuente de seguridad, la forma en que reaccionaban ante la presencia de extraños, y en los momentos de separación y reunión con la madre (figura 1).

Ainsworth encontró tres patrones principales de apego (tabla I): el seguro (la categoría más común, que representaba al 65% de la muestra) y dos formas de apego inseguro: el evitativo (20% de la muestra) y el ambivalente o resistente (12%).

Los bebés con un apego seguro lloran y protestan cuando la madre se va, y la reciben felices cuando regresa. La utilizan como una base segura, al tiempo que se alejan de ella y exploran; pero ocasionalmente, y por seguridad, regresan. Son usualmente cooperativos y se enfadan relativamente poco. Los bebés con apego evitativo casi nunca lloran cuando la madre se va y la evitan cuando regresa. Tienden a mostrarse enojados y no la buscan cuando la necesitan. Los bebés con un apego ambivalente (resistente) se sienten ansiosos aun antes de que la madre se vaya y se muestran muy molestos cuando lo hace. Cuando regresa, demuestran su ambivalencia al buscar el contacto con ella; al mismo tiempo, se resisten por medios de pataleos o retorciéndose. Los bebés ambivalentes exploran poco y son difíciles de tranquilizar. Estos tres patrones de apego son universales en todas la culturas en los que han sido estudiados (culturas tan diversas como las de África, China e Israel), aunque el porcentaje de bebés en cada categoría es distinta.

Investigaciones posteriores han identificado un cuarto patrón, el apego desorganizado-desorientado11. Los bebés con el patrón desorganizado suelen manifestar conductas inconsistentes y contradictorias. Por ejemplo, pueden recibir a la madre alegremente cuando regresa, pero después se acercan o se alejan sin mirarla; parecen estar confundidos y temerosos. Este podría ser el patrón menos seguro. Es más probable que ocurra en bebés cuyas madres son insensibles, intrusivas o abusivas (tabla I).

El elemento más importante para estudiar la calidad del apego en la situación extraña es el momento de reencuentro entre el cuidador y el niño tras la separación. La ansiedad de separación se produce por las reacciones de la madre ante el

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