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Antropología de la familia y del parentesco

esther79Trabajo30 de Abril de 2013

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INTRODUCCIÓN A LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

Eloy Gómez Pellón

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Tema 4. Antropología de la familia y del parentesco

Retrato de familia inglesa. Estudios Major&Darker. Comienzos de siglo XX. Licencia: CC 2.0 Attribution

4.1. Introducción.

4.2. El matrimonio.

4.3. La polémica sobre la universalidad del matrimonio.

4.4. Tipos de matrimonio.

4.5. El marco económico del matrimonio.

4.6. Alianzas matrimoniales duraderas.

4.7. Rupturas matrimoniales.

4.8. Restricciones al matrimonio.

4.9. Explicaciones al tabú del incesto.

4.10. Endogamia y exogamia.

4.11. La familia.

4.12. Tipos de familia.

4.13. El parentesco y su estructura.

4.14. La filiación y sus tipos: pautas de descendencia.

4.15. La terminología del parentesco.

Este capítulo se publica bajo licencia: Creative Commons 3.0 BY‐NC‐SA

INTRODUCCIÓN A LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

Eloy Gómez Pellón

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4.1 Introducción

Los conceptos de matrimonio y de familia, al igual que el de parentesco, están sujetos en la actualidad

a un complejo debate. Mientras que muchos piensan que estas instituciones sociales han entrado en

una profunda crisis, otros creen que están viviendo una fase de su evolución que hace a los mismos

distintos de cómo eran en el pasado, y otros muchos creen que en lo sustancial no han cambiado por

lo que su esencia institucional permanece inalterable. También es evidente que no en todas partes del

mundo estos conceptos se han visto afectados por los cambios en idéntica medida, aunque no es

menos verdad que en un mundo globalizado como el nuestro, las sociedades están cada vez más

interconectadas y los problemas que afectan a las mismas son similares.

Una de las claves de este debate es que en los países occidentales nunca han entrado en crisis más

matrimonios que en el presente. Y, sin embargo, nunca en la historia, en estos mismos lugares han

existido matrimonios de tan larga duración, debido entre otras razones, a la prolongación en la

duración de la vida.

En toda Europa es cada vez más común la vida en pareja, sin matrimonio. Sin embargo, las parejas de

hecho, con funciones análogas a las del matrimonio, han crecido sin parar. Y el concepto de

matrimonio se ha ensanchado en muchos países occidentales y, progresivamente, en otras partes del

mundo, para incluir a las parejas homosexuales.

Jan van Eyck. Retrato del matrimonio Arnolfini (detalle). 1434. National Gallery, Londres. Licencia: Dominio Público

4.2 El matrimonio

En todas las sociedades existe el concepto de matrimonio, entendido como una alianza entre

cónyuges. Al igual que la familia constituye una forma de agrupación social tan estandarizada en la

vida social que determina la existencia de una institución, el matrimonio comporta una forma de unión

entre los seres humanos tan marcadamente frecuente que genera, igualmente, una institución.

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Durante mucho tiempo, la definición predominante de matrimonio en la antropología ha sido la que

respondía al matrimonio europeo, aunque la misma estuviese presente también en otros lugares.

Matrimonio romano. Bajorrelieve en el Museo de las Termas de Diocleciano. siglo IV d.C.

Foto: Agnete. Licencia CC Attribution 3.0

De este modo, una definición frecuente del matrimonio, en términos antropológicos fue la

siguiente: “Se entiende por matrimonio la unión legítima entre un hombre y una mujer, tal que sus

hijos sean reconocidos como descendientes legítimos de los progenitores” (Royal Anthropological

Institute, 1951).

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Sin embargo, es indudable que en muchas partes del mundo se reconoce el matrimonio plural, es

decir, el compuesto por más de dos cónyuges, por lo general de distintos sexos, y así se halla

institucionalmente reconocido, lo cual prueba que el matrimonio que hemos llamado europeo no es el

único posible. Dentro de este matrimonio plural existen formas diversas, como se verá más abajo.

Se evidencia, por otro lado, que el matrimonio monogámico y heterosexual, ciertamente, se encuentra

en la totalidad de las culturas conocidas, unas veces como modelo único y otras veces como modelo

cuantitativamente dominante frente a otras alternativas.

Por lo que parece, en todas las sociedades actuales y en la práctica totalidad de las históricas existe el

concepto de matrimonio, aunque las variaciones de su significado, según las culturas, sean notables.

¿Es el matrimonio la estructura más simple de la vida social? A las estructuras más simples de los

sistemas de parentesco se las denomina átomos del parentesco, de acuerdo con la denominación que

les dio C. Lévi‐Strauss. Sin embargo, al menos, existen tres propuestas al respecto. La de A. R. Radcliffe‐

Brown, la de R. Fox y la del propio C. Lévi‐Strauss.

4.3 La polémica sobre la universalidad del matrimonio

Existen casos en la literatura antropológica en los cuales parece que el matrimonio no está presente. El

más sorprendente de todos es el de los Nayar de Kerala, en la costa Malabar de la India, auténtica

excepción en la concepción del matrimonio. Los jóvenes adolescentes de ambos sexos, o

preadolescentes incluso, pertenecientes a un linaje se unían en matrimonio con sus iguales, del otro

sexo, de algún linaje asociado. Sin embargo, una vez unidos en matrimonio, los jóvenes se separaban

para siempre, prendiendo alrededor del cuello de las muchachas el tali o símbolo de la alianza. Era

entonces, después del baño purificatorio que cerraba el ritual, cuando las muchachas retornaban a sus

aldeas de origen. A partir de este momento las relaciones sexuales de estas últimas se producirían con

los llamados compañeros visitadores o con sus compañeros ocasionales, siempre de su casta o de una

casta superior. Los hijos nacidos de las distintas relaciones establecidas con posterioridad al

matrimonio tali no son reconocidos como descendientes legítimos de los progenitores, sino que pasan

directamente a integrar el taravad o linaje de la madre. Por tanto, existe una dificultad conceptual

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insalvable para asimilar las extrañas costumbres de los Nayar a lo que denominamos matrimonio, aun

ensanchando el concepto cuanto sea posible.

El matrimonio de los Nayar fue descrito por los colonizadores ingleses en 1792, tras tomar contacto

con la costa Malabar pero continuó teniendo vigencia hasta finales del siglo XIX.

Por otro lado, la propia literatura antropológica documenta casos en los cuales el matrimonio se lleva

a cabo entre cónyuges del mismo sexo, antes de que este tipo de matrimonio fuera reconocido en las

sociedades occidentales a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Sin embargo, se trata de casos que

deben ser minuciosamente analizados, debido al particularismo que encierra cada una de ellos.

Uno de estos ejemplos es el que documentó E. E. Evans‐Pritchard en su trabajo sobre los Nuer de

Sudán, The Nuer (1940) y, sobre todo, Kinship and Marriage among the Nuer (1951), en los años 30 del

siglo XX, entre los cuales, bajo condiciones muy concretas, se reconocía el matrimonio mujer‐mujer: se

precisaba que el marido femenino carezca de hermanos varones capaces de heredar el patrimonio

familiar. Por tanto, se trataba de crear una apariencia de matrimonio que salvara la ausencia del

heredero. La heredera, suplantando el papel del heredero debido al azar genealógico (primogénito por

lo general) autorizaba a su compañera a tener descendencia con un hombre, cuyos hijos, adoptados

como propios por la pareja femenina, quedaban afectados por la pauta de la sucesión y de la herencia

basada en la preferencia del hombre sobre la mujer y del mayor sobre el menor.

Un caso más es el documentado entre los Azande de Sudán antes de la colonización. Los guerreros que

no podían acceder al matrimonio con una esposa, podían tener un compañero‐esposa, que cumplía, al

menos temporalmente, roles de esposa y madre.

Otro caso proviene de los Chuckchee de la Península de Chukots, en los cuales el trabajo de campo

antropológico halla el matrimonio hombre‐hombre, asimismo bajo condiciones muy concretas: se

precisa que la esposa masculina sea un chamán. La pareja masculina podía tener descendencia

mediante un mecanismo análogo al utilizado por los Nuer, es decir, mediante la autorización del

chamán a su compañero para tener descendientes con una mujer, cuyos hijos eran adoptados como

propios por la pareja masculina.

Un nuevo caso proviene de los Cheyenes norteamericanos. Los hombre estaban autorizados para

tener una esposa secundaria, la cual podía ser un hombre (travestido masculino que recibía el nombre

de berdache).

En los casos de las uniones mujer‐mujer de África, donde se documentan otros ejemplos distintos de

los señalados,

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