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Antropologia . Matrimonio Y Familia


Enviado por   •  11 de Mayo de 2013  •  12.687 Palabras (51 Páginas)  •  1.213 Visitas

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LECTURA 04

Matrimonio y Familia.

Autores: EMBER, Carol; EMBER, Melvin y PEREGRINI, Peter. (2004). “ANTROPOLOGÍA”.

Madrid. Editorial Prentice Hall. España.

Matrimonio

Cuando los antropólogos hablan de matrimonio, no quiere decir que todas las parejas tengan certificado de matrimonio o celebren ceremonias de boda, como ocu¬rre en nuestra sociedad. El matrimonio simplemente sig¬nifica una unión económica y sexual socialmente aprobada, generalmente entre un hombre y una mujer. Se considera, tanto por la pareja como por los demás, que esta unión será más o menos permanente, dando lu¬gar a una serie de derechos y obligaciones recíprocos en¬tre ambos esposos y entre éstos y sus futuros hijos.

Está socialmente aceptado que la unión sexual de una pareja casada no tenga que esconder la naturaleza sexual de su relación. Una mujer podría decir: «te quiero como mi esposo», pero no podría decir: «te quiero como mi amante», sin causar algunos problemas en la mayoría de las sociedades. Aunque la unión se pueda disolver por medio del divorcio, las parejas de todas las culturas se ca¬san con la idea de hacer permanente esa relación. Tam¬bién se consideran implícitos al matrimonio los derechos y obligaciones recíprocos que pueden ser más o menos específicos y formalizados en relación con los aspectos de propiedad, finanzas y crianza de los hijos.

El matrimonio incluye dos tipos de relaciones: las se¬xuales y las económicas, como comentó George Peter Murdock: “Las relaciones sexuales pueden ocurrir cooperación eco¬nómica y también puede haber una división del trabajo en¬tre hombres y mujeres sin sexo. Pero el matrimonio aúna lo económico y lo sexual”.

Como vemos, el acontecimiento que marca el co¬mienzo del matrimonio varía en las distintas sociedades. Por ejemplo, una novia Winnebago no conoce un ritual formal como la ceremonia de boda. Ella acude con su novio al hogar de sus padres, escoge sus vestidos de «boda» y se los entrega a su suegra, recibiendo de ella a cambio los trajes de vestir normales. Y ésa es toda la ce¬remonia.

LA «EXCEPCIÓN» NAYAR

Existe un grupo en la bibliografía etnográfica que no tiene matrimonio, tal y como lo hemos definido. En el si¬glo XIX, había una casta al sur de la India, llamada Nayar, que consideraba las relaciones sexuales y económicas en¬tre hombre y mujer como algo diferente del matrimonio. Durante la pubertad, las muchachas Nayar tomaban es¬posos rituales. La unión era establecida públicamente en una ceremonia durante la cual el esposo ataba un orna-mento de oro alrededor del cuello de la novia. Pero a par¬tir de ese momento ya no tenía más responsabilidades con ella. Generalmente, no la volvía a ver nunca más.

La esposa vivía en una gran casa, con su familia, en la que era visitada a lo largo de los siguientes años por otros «esposos». Uno podía ser un mero visitante temporal, en tanto que algún otro era más habitual; lo que no signifi-caba que fuera un auténtico «esposo» en el sistema res¬trictivo de las castas ni que estuviera aprobado por el grupo familiar. Él acudía por la noche y se marchaba al día siguiente. Si era un visitante regular; sólo se esperaba de él que le hiciera pequeños regalos de telas, nueces de betel y ungüentos para el pelo o para el baño. Cuando la mujer tenía un hijo, el padre o alguno del grupo, que pudiera serlo tenía que pagar a la comadrona. Pero no tenía que mantener a la madre ni al niño y ni siquiera tenía nada que decir sobre la educación de su hijo biológico. Más bien era una responsabilidad de sus parientes de sangre.

Si los Nayar tenían o no la institución del matrimonio es algo que depende por supuesto de cómo definamos el matrimonio. Ciertamente la unión matrimonial de los Nayar no incluye el componente de la unión sexual re¬gular, ni tampoco la cooperación económica, ni otros importantes derechos y obligaciones recíprocos. Enton¬ces, de acuerdo con nuestra definición, los Nayar no te¬nían matrimonio. Pero ellos no formaban una sociedad aislada, sino tan sólo un grupo de castas cuyos hombres eran soldados profesionales. La situación Nayar parece que no sea más que una respuesta especial al problema de la ausencia prolongada de hombres durante el servi¬cio militar. En tiempos recientes, el servicio militar ha dejado de ser una ocupación común de los Nayar, y las relaciones matrimoniales estables se han convertido en la norma. Debido a que los Nayar no eran una sociedad aparte, en realidad no son una excepción a nuestra afir¬mación de que el matrimonio, como lo hemos definido, ha sido una costumbre de todas las sociedades conocidas por los antropólogos.

TIPOS RAROS DE MATRIMONIO

Además del matrimonio habitual hombre-mujer, otras sociedades admiten el matrimonio entre personas del mismo sexo biológico. Pero este tipo de matrimonios no son propios de ninguna sociedad conocida y no re-presentan la forma usual del matrimonio. Primero, las uniones no son entre un hombre y una mujer. Segundo, no hay necesariamente uniones sexuales, como veremos. Pero estos «matrimonios» son uniones socialmente aceptadas, generalmente estipuladas como matrimonios corrientes, y a menudo conllevan un número considera¬ble de derechos y obligaciones recíprocos. Algunas veces los matrimonios están constituidos por un individuo al que se le considera «mujer» u «hombre» aunque ni «él» ni «ella» tengan ese sexo biológico. Por ejemplo, los in¬dios Cheyenne permitían el matrimonio de los hombres con los “berdaches” u hombres travestidos, como segundas esposas (actualmente a menudo se utiliza el término dos-es¬píritus en vez de berdache).

Aunque no está claro si los matrimonios Cheyenne entre hombres incluían las relaciones homosexuales, sí lo está que los matrimonios homosexuales temporales te¬nían lugar entre los Azande de África. Antes de que los británicos tomaran el control de lo que actualmente es el Sudán,_los guerreros Azande que no podían permitirse mujeres para casarse, frecuentemente se casaban con «chicos-esposa» para satisfacer sus necesidades sexuales. De la misma forma que en los matrimonios normales, se entregaban regalos (aunque no tan importantes) por el «esposo» a los padres de su “chico-esposa”. El marido efectuaba servicios para los padres del chico, e incluso lo po¬dían denunciar a los tribunales por adulterio si tal cosa tenía lugar. Los chicos-esposa no sólo mantenían relacio¬nes homosexuales con sus esposos, sino que además efectuaban para sus maridos muchas de las labores lleva¬das a cabo normalmente por las mujeres.

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