CASO SCHREBER
Camila Di NoccoApuntes21 de Mayo de 2018
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CASO SCHREBER
Se trata de un juez de cincuenta y cinco años que presenta un cuadro de psicosis paranoica. En su caso clínico se pueden distinguir dos momentos de su enfermedad:
1er: en 1884 le diagnosticaron un estado de hipocondría grave que según el paciente se debí a un exceso de trabajo intelectual. Esta permite pensar la dimensión de la psicosis previa al desencadenamiento, la cual se caracteriza por la presencia de síntomas a nivel corporal y la ausencia de síntomas como delirios y alucinaciones (más llamativos). Estas perturbaciones (síntomas a nivel corporal) se relacionan con la forma en que el psicótico experimenta su cuerpo. En este momento, Schreber era llamado para ser candidato de la cámara baja del parlamento, razón por la cual aparecen las ideas hipocondríacas. Luego se cura y parece no volver a presentar ningún síntoma.
2do. En 1893 se ubica la coyuntura de ocasionamineto, la cual da lugar al desencadenamineto de la psicosis. En este momento le informan de su próxima designación para ser presidente del tribunal superior. Aquí, le sobrevienen un conjunto de sueños acerca de que su anterior enfermedad podría volver y una fantasía en estado hipnoide (entre sueños) de “sería hermoso ser una mujer sometida al acto sexual”. Ante ella, reacciona rechazando y excluyéndola al tomar conciencia y despertarse. A su vez, le sobreviene un martirizador insomnio que lo hace acudir nuevamente a la clínica de Fleshig. Esto se produce cuando asume el cargo (ahí surge la enfermedad), al mismo tiempo, que comienza a presentar un cuadro de ideas hipocondríacas, ideas de persecución, estupor alucinatorio y alucinaciones visuales y auditivas.
En un primer momento de aparición de ideas hipocondríacas surge una afectación hipocondríaca de un cuerpo en tanto real, no simbólico. Se trata de una experiencia que se produce a nivel del cuerpo y no al nivel de una idea delirante, el cuerpo comienza a alterarse sin presentar una localización específica. Corresponde al momento de mayor riesgo debido a que el sujeto intenta aplacar esa experiencia recurriendo a todo tipo de medios. En ese sentido, es posible que lleve a cabo un pasaje al acto, no porque él quisiera matarse sino porque esa experiencia, no localizable en su cuerpo, se vuelve insoportable. Se trata de una experiencia de órgano que a diferencia de la angustia, no es localizable.
En ese caso, Schreber creía estar muriendo y afirmaba experimentar una serie de torturas, así como también una destrucción de todos sus órganos.
En un segundo momento se le agregan un conjunto de ideas de persecución y las experiencias a nivel del cuerpo ceden gradualmente. Se trata de un momento de restitución en la medida en que atribuye todo su malestar al médico, en quien localiza un perseguidor que luego se desdoblará en muchos otros. Según Schreber este pasa a ser un “almicida”, lo cual constituye un neologismo creado por él que significa “asesino de almas”. Este es creado con el fin de nombrar su relación con el perseguidor. En este sentido, construye un delirio de persecución en el que creía que iba a ser entregado como mujerzuela y que los perseguidores abusarían de él.
Según Freud el perseguidor es alguien que anteriormente ha sido amado, de modo que la persecución constituye una de las formas de establecer lazo con el Otro que posee el psicótico.
Aquí, le sobreviene un conjunto de voces que le afirman que será abusado como una “puta”. Se tarta de una alucinación verbal o injuria alucinatoria que se presenta de modo imperativo y con la cual el sujeto no puede convivir debido a que se vuelve insoportable. Esta se distingue de la representación obsesiva en la medida en que el pensamiento se ajeniza, no proviene del sujeto.
El tercer momento es denominado por Freud como reconciliación y se caracteriza tanto por la transformación de Shcreber en mujer por la vía del delirio, como por la ejecución de una serie de prácticas (vestirse de mujer). Aquí, se transforma en mujer con el fin de dar trascendencia y origen a toda una raza de Shreberianos que poblarán el mundo para salvarlo.
Este es el momento en el que surge la tercer enfermedad, en 1907 a los noventa y dos años de edad, donde la coyuntura de crisis está dada por la muerte de su madre y la enfermedad de su mujer. Freud sitúa el ocasionamiento de su enfermedad en la frustración de no haber podido tener hijos con su esposa y en el hecho de haber perdido a su padre y a su hermano, razón por la cual era el único que podía dar descendencia.
En ese sentido, Schreber comienza a desarrollar un delirio mítico: que debía transformarse en mujer para poder dar descendencia a una nueva generación, y así poder reivindicar el mundo.
No se trata de un deseo sino de una imposición de la cual era imposible escapar ya que dependía de la voluntad de Dios. En este sentido, la transformación en mujer es impuesta o viene dada del Otro. Schreber consideraba que podría lograr esta transformación por medio de un acto divino. Así, el delirio de transformación en mujer (toma como un daño ser mujer) se presenta como un medio para alcanzar un fin, el de la misión redentora. Se trata de un delirio primario en tanto que es el primero que aparece, y queda enlazado secundariamente a la misión redentora de salvar al mundo, que constituye el aspecto más importante para Schreber. A su vez, esta misión se transformará en la base de lo que luego será el núcleo del delirio de grandeza y constituye un intento de recuperar lo perdido (transformación en mujer). Freud plantea que la fantasía femenina de Schreber se relaciona en un nivel más conciente con una privación real de no poder tener hijos, pero en un nivel inconciente se enlaza con la tendencia homosexual (todos no podrán tener hijos, se despierta la identificación) de amor hacia el padre y el hermano y las identificaciones establecidas con ellos. En este caso, Dios vendría a ocupar el lugar del padre, quien era un médico reconocido, razón por la cual Freud asocia esto y lo interpreta en relación a cómo Dios trata con los muertos, no con los vivos.
A su vez, la transformación en mujer se vuelve necesaria por ser enlazada con una creencia que aparece como una certeza de significación personal (tenía que tener hijos de Dios). Por otro lado, Freud plantea que el amor hacia su mujer es asumido nuevamente en la catástrofe que destruye su mundo. Ese punto que anteriormente se ha caído es reconstruido en el delirio: se convierte en la mujer que previamente rechazaba ser en su fantasía, es decir, termina convirtiéndose en aquello que principalmente rechazó. Esto requiere de un gran trabajo psíquico que reconstruye un cuerpo femenino por medio del delirio (el neurótico se hubiera defendido dejando su fantasía en el icc).
En la psicosis, la fantasía no queda del lado del icc sino que termina siendo plasmado en lo real y llevada a cabo por el sujeto. Es decir, se dirige hacia la realización de su deseo poniendo en acto su fantasía. Aquí, a diferencia de la neurosis, la fantasía no aparece como estadio intermedio de la formación de síntoma, de modo que no hay introversión de la líbido en la fantasía sino en el yo.
En este punto, a Freud se le sexualiza el yo y se ve obligado a cambiar su teoría proponiendo la existencia del Narcisismo.
En cambio, en el neurótico su fantasía permanece sin ejecutarse, su deseo es cumplido en ella, por lo cual no avanza en dirección de realizar su deseo.
Freud plantea que en toda psicosis se presentan tres tipos de manifestaciones:
1) Normalidad conservada: que corresponde al momento en que la psicosis se encuentra no desencadenada.
2) Manifestación del proceso patológico (experiencias hipocondríacas): que corresponde al momento de crisis y caída del mundo exterior producto de un desasimiento libidinal del mundo. Aquí se despoja de lo social, de lo compartido y por lo tanto, del lazo con el Otro, al mismo tiempo que no conserva los objetos en la fantasía. En la psicosis, el hecho de que el deseo no se encuentre cubierto por la fantasía genera una estructura inestable en donde el sujeto abandona lo social con el fin de dirigirse a la realización de su deseo. En contraposición, en la neurosis, el sujeto no es capaz de deshacerse de los lazos sociales, razón por la cual conserva a los objetos en su fantasía.
3) La restitución del lazo: corresponde al momento en que el sujeto intenta restituir el lazo social por medio de una construcción delirante no compartida. Así, Freud considera al delirio como una forma de restituir la libido, que constituye un intento de curación por parte del sujeto (diferente de la psiquiatría). A su vez, supone un trabajo psíquico (delirio) por parte del sujeto con el fin de reconstruir un mundo soportable para él, en el que sus fantasías puedan llevarse a cabo. Esto implica la construcción de una nueva realidad no compartida con otros, lo cual hace posible pensar que se trata de un tipo de subjetividad distinta a la del neurótico.
La psicosis implica un momento de “normalidad”, un momento de crisis y la caía del mundo y por último la reconstrucción de una nueva realidad, con el fin de volver al punto de inicio.
Con el caso Schreber Freud se ve obligado a poner en cuestión la teoría, en la medida en que lo que parecía distinguir a la psicosis, se presenta también en procesos normales. Esto supone que en toda represión hay cierto desasimiento libidinal del mundo, como por ejemplo en el duelo; y que la proyección no solo es patrimonio de la psicosis. En este punto, Freud se ve obligado a plantear que lo que la distingue es el hecho de encontrarse fijado su libido en el narcisimo.
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