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CONDUCTA PROSOCIAL Y ANTISOCIAL


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2014  •  2.597 Palabras (11 Páginas)  •  1.520 Visitas

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Universidad Yacambu

Facultad de humanidades

Cátedra de Psicología

Conducta Prosocial y Conducta Antisocial.

Tutor: Prof. Marielena Ramos Estudiante:

Yoel Antonio Garcia

C.I. 14.549.230

Barinas, 07 - 08 - 2014

Índice

Introducción…………………………………………………………………………...2

Concepto de conducta prosocial……………...……………………………………….3

Características de la conducta prosocial………..……………………………………..4

Determinaciones de la conducta prosocial……………..……………………………..4

Modelos o tipos de desarrollo prosocial………………………………………………5

Teorías explicativas de la conducta Prosocial………………………..……………….6

Definición de conducta antisocial………………………………………..……………7

Características de la conducta antisocial……………………………………….……..8

Tipos de conductas antisociales……………………………………………………….8

Consecuencias de la conducta antisocial………………………………………...……9

Conclusión………………………………………………………………………...…11

Referencia Bibliográfica……………………………………………………………..12

Introducción

Damos inicio resaltando que en la Psicología se utiliza el concepto de conducta o comportamiento prosocial para referirse a todos aquellos actos encaminados a beneficiar a otros individuos de alguna manera, sin considerar los motivos posteriores al beneficiario. Buscando evitar la controversia de si el ser humano actúa siempre para satisfacer su propio interés o para derivar algún tipo de satisfacción; o si, por el contrario es capaz de actuar desinteresadamente (Rivera y Ardila, 1983). El estudio de lo prosocial, si bien es importante en Psicología, es una de las áreas más descuidadas, por su dificultad, la complejidad de su campo y las múltiples variables que entran en juego. Según Rivera y Ardila (1983); en relación a la conducta antisocial se incluye un amplio abanico de actividades tales como mentiras, hurtos, vandalismo, actos agresivos, piromanía, absentismo escolar, el factor común que aglutina a estas conductas, en apariencia tan diferentes, es que todas suponen una infracción de las reglas y expectativas sociales importantes, y en muchos casos reflejan acciones contra el ambiente del individuo.

Concepto de conducta prosocial.

Según, Mussen y Eisenberg (1977) definen la conducta prosocial como aquellas conductas que tratan de beneficiar a los demás sin buscar recompensa a sus acciones.

Es de resaltar que en este tipo de conducta hay elementos muy diversos desde dar apoyo material, psicológico, donaciones, compartir, consolar como ayudar; tanto individualmente como participando en grupos sociales que favorecen la justicia y tratan de disminuir las injusticias sociales y generar más bienestar social.

Dentro de las conductas prosociales se suele incluir la conducta altruista, entendiéndola como el extremo de la conducta social o bien entendiendo que conducta prosocial y altruismo son conductas semejantes pero a diferentes niveles o grados de intervención, en este sentido la conducta altruista se define como la conducta prosocial, como aquellas conductas que se dirigen a otros para beneficiarles sin buscar nada a cambio.

El estudio de la conducta prosocial realizado por Eisenberg (1976) se basa en dilemas en los que las conductas prosociales exigen una toma de decisión con riesgo hacia uno mismo si ayudan, la conducta de ayuda que deben ofrecer es básicamente un acto moral que normalmente no está regido por normas sociales, por lo tanto es una decisión personal o colectiva ya que no hay obligación moral o legal que exija realizar dichas conductas.

El ejemplo clásico de dilema que utilizó Nancy Eisenberg es el siguiente:

Los habitantes de una aldea deben decidir si prestarán alimentos a los habitantes de la aldea cercana que debido a condiciones naturales se han quedado sin alimentos con riesgo de perecer parte de la población. El dilema que se presenta a los habitantes de la aldea que tienen alimentos es el siguiente: nos sobra comida y podemos darla o bien repartir la que tenemos, pero si damos los alimentos, no podremos guardar comida y corremos el riesgo de quedarnos sin. Ayudar en este caso significa correr el riesgo de tener que pasar hambre si las circunstancias cambian.

Otro de los dilemas que utilizó Eisenberg fue el de una persona que se encuentra ante la situación de ayudar a otra persona que ha sido asaltada, a una mujer que está en peligro, pero ayudar a esa persona implica un alto riesgo de ser también asaltado. La toma de decisión está entre ayudar o protegerse de un posible asalto.

Características de la conducta prosocial.

Nos encontramos en primer lugar, las conductas personales, las cuales reflejan los sentimientos de culpa, estado de ánimo negativo dentro del modelo de alivio de estado negativo según Cialdini etal, 1981; también está la generosidad que se refleja en la auto -gratificación en el adulto, más no en el niño, tenemos el buen humor que son los pensamientos y acciones positivas según Berkowitz,1987; el compromiso religioso – espiritual que es una ayuda prolongada a largo plazo, y finalmente a lo que se refiere en la parte personal tenemos la necesidad de la aprobación social, permitiendo al sujeto confianza en sí mismo y en sociedad. En segundo lugar están las conductas situacionales que se dan en la presión del tiempo tales como la puntualidad, la prisa, las acciones caritativas, el desarrollo profesional, las exigencias.

Determinaciones de la conducta prosocial.

En relación a las determinaciones, encontramos que desde la psicología la conducta prosocial es un constructor componencial porque los procesos cognitivos (pensamientos, recuerdos, sentimientos, sueños…) y los afectivos están implicados y se influyen mutuamente, así como con variables como la experiencia, las expectativas, las recompensas, factores situacionales y factores disposicionales. El estado de ánimo influye los procesos cognitivos que influyen en las conductas sociales o antisociales.

Modelos o tipos de desarrollo prosocial.

1. Modelo Normativa

• La conducta Prosocial está influida por el grado de obligación moral que lleva a un individuo a realizar acciones de ayuda específicas.

• En una situación concreta, los sentimientos de obligación moral se generan por la activación de la estructura cognitiva de normas y valores del individuo.

• Estos sentimientos pueden llegar a ser neutralizados al cuestionarse el sujeto la relevancia o conveniencia de esa obligación.

2. Modelo de Ayuda debido a Reacciones Emocionales

Este modelo, propuesto por Piliavin y Piliavin (1969) defiende que la respuesta emocional ante las necesidades de los demás juega un papel importante en la determinación de ayudar. Si, por ejemplo, de forma inesperada vivimos la escena de un accidente automovilístico en el que una mujer joven está en el suelo inconsciente, es probable que experimentemos dos tipos de emociones cualitativamente distintas:

• Por un lado, viviremos un grado subconsciente de tensión personal en el que se mezclan sentimientos de alarma, molestia, contrariedad y aflicción y que podríamos resumir diciendo que sentimos una sensación de horror.

• Por otro lado, quizá experimentemos un cierto grado de inquietud empática, al identificarnos con la accidentada y seamos invadidos por sentimientos de compasión, ternura, cordialidad y simpatía hacia ella. Es decir, estaremos afligidos por ella.

3. Modelo de ayuda debido a situación de Emergencia

Se trata de uno de los modelos más conocidos de conducta de ayuda, elaborado por Darley y Latané (1970), quienes sostienen que en la vida cotidiana vivimos sucesos que para nosotros son habituales, incluso esperados, pero en ciertos momentos vivimos situaciones de emergencia que se distinguen por ser inusuales, que implican amenaza o peligro real, altamente imprevisibles, de rápido desarrollo, en las que el individuo que las vive, apenas tiene tiempo de pensar qué postura de acción tomar, ya que requieren una decisión urgente e inmediata.

4. Modelo de Ayuda por Aprendizaje

A lo largo de todo nuestro proceso de socialización nos han enseñado que hemos de ayudar incluso sin esperar recompensa. Diversos agentes socializantes nos inculcan el bienestar de los demás como un bien interno. Podemos señalar cuatro razones diferentes para ayudar, aprendidas todas ella:

• Aprendizaje por observación.

• Aprendemos que ayudar puede ser reforzante. Las recompensas materiales directas son reforzadores eficaces de las conductas de ayuda.

• Aprendemos unas normas que nos dicen que hemos de ayudar a los que tienen necesidad en ciertas situaciones.

• Aprendemos a auto-recompensarnos por ayudar. Al actuar altruistamente nos convencemos a nosotros mismos del tipo de persona buena y solícita que somos.

Teorías explicativas de la conducta Prosocial.

Motivación no egoísta: la motivación no egoísta implica que la empatía conduce a la ayuda. En esta teoría encontramos la hipótesis “empatía-altruismo” de Batson (1918). Esta teoría dice que al menos algunos comportamientos sociales están totalmente motivados por un deseo no egoísta de ayudar a quien lo necesita, aun a expensas de uno mismo y del grupo en general.

Motivación egoísta: ésta implica ayudar para sentirse mejor. Aquí encontramos el “modelo de alivio del estado negativo” de Cialdini. Según esta teoría el comportamiento pro-social está motivado principalmente por el deseo de mejorar el propio estado emocional, y esto con independencia de que las emociones negativas estuvieran presentes antes de la situación de emergencia o fueran originadas por ella.

La tercera teoría sigue basándose en una motivación egoísta: ayudar a los demás porque sienta bien tener impacto sobre la persona que ayudas. Esta es la hipótesis del “gozo empático” de Smith (1989), que dice que la empatía sola no es suficiente y, además, debe darse una información acerca de nuestro éxito, que supone una recompensa egoísta.

También una motivación egoísta que implica ayudar a otros semejantes para preservar tus genes comunes. Aquí está el modelo del “determinismo genético” de Rushton (1989), que dice que el comportamiento pro-social está inconscientemente motivado por factores genéticos implicados. Por ejemplo: la semejanza genética, y esto explicaría porque ayudamos más a las personas que más se parecen a nosotros y a las más cercanas. Este tipo de comportamiento se atribuye al denominado “gen egoísta”, porque cuando ayudas a un semejante genético es más probable la supervivencia de genes parecidos a los tuyos.

Definición de conducta antisocial

La definición dada de la conducta antisocial indica que se trata de una conducta que implica la violación de las normas sociales y/o los derechos de los demás. Sin embargo, esta definición tiene un carácter amplio, ya que no se refiere a un conjunto de conductas claramente delimitado. Kazdin (1988) indica que la consideración de una conducta como antisocial puede depender de los juicios acerca de su severidad, de su alejamiento de la norma, de la edad del niño/a, su clase social.

Características de la conducta antisocial.

Según Kazdin y Buela-Casal, 1994.

1. Variaciones por edad y sexo: la conducta antisocial parece ser al menos tres veces más frecuente entre los varones. Éstos presentan una edad de inicio más precoz que las niñas, y además difieren en el tipo de conductas antisociales mostradas

2. Síntomas y síndromes: Cualquier acción antisocial que muestren los chicos/as puede considerarse un síntoma individual, pero es probable que, varias conductas antisociales ocurran juntas y den lugar a un síndrome, que corresponde al trastorno de conducta.

3. Características correlativas y asociadas: estas características se refieren a síntomas alternativos que se han encontrado en niños/as antisociales, y que resultan definitorias. Entre dichas características es necesario destacar la hiperactividad, las dificultades académicas, las malas relaciones interpersonales.

4. Características familiares y de los padres: entre estas características se encuentran la psicopatología e inadaptación de los padres, especialmente la conducta delictiva y el alcoholismo en el padre; la existencia de prácticas disciplinarias inadecuadas; la conflictividad en las relaciones familiares.

5. Condiciones ambientales: entre las características más relevantes del contexto ambiental cabe destacar la existencia de familias numerosas, el hacinamiento, el alojamiento inadecuado, la falta de educación de los padres, el estrés.

Tipos de conductas antisociales.

Hay muchos tipos de conductas antisociales extremas se han documentado y observado como una agresión a los que les rodean, la crueldad, la violencia, el robo y el vandalismo. Otros rasgos menores que podrían ser considerados antisociales son el incumplimiento, la mentira, la manipulación y otras actividades tales como abuso de drogas y alcohol.

Desarrollo social.

Intención y la discriminación pueden determinar tanto el comportamiento pro-y anti-social. Los niños pueden actuar de maneras aparentemente antisociales y sin embargo ser generalmente aceptado por ser demasiado joven para saber la diferencia antes de la edad de 4 o 5. En preescolar, los niños que tienen un aumento en la agresión son normales, pero Berger afirma que los padres deben enseñar a sus hijos que "las emociones deben ser regulados, no reprimidos".

Desarrollo genética.

Las mutaciones en ciertos genes se han creído que la causa de la conducta antisocial. El sobre-expresión del neurotransmisor serotonina, se cree que es la causa de este comportamiento. La serotonina, que controla el centro del placer cerebros, está constantemente activa, que hace que uno se decida a hacer las cosas para satisfacer a sí mismos, en lugar de pensar en las consecuencias. Como muchos de los comportamientos que están orientados placer, una sobreexpresión de la serotonina induce a buscar activamente estas situaciones.

Consecuencias de la conducta antisocial.

a) desde el punto de vista sociológico, pueden derivarse de la injusticia social, tanto económica como psicológica y las condiciones del capitalismo y el falso socialismo, generan una sociedad en donde lo único que importa es el dinero y los seres humanos se revelan ante esta condición antihumana, sin embargo los delitos y los suicidios se manifiestan como resultados patológicos en muchos seres.

b) desde el punto de vista psicológico, pueden derivarse de una infancia tormentosa, falta de atención, solidaridad, compresión.

c) históricamente, la sociedad siempre ha presentado estos elementos como parte de su estructura.

d) biológicamente, muchas personas heredan genes y los combinan con ciertas condiciones del medio que les hacen reaccionar de manera contraria al común de la gente.

Conclusión.

Podemos concluir determinando que las actitudes hacia el comportamiento prosocial son aprendidas y su aprendizaje no implica enseñanza. Todo ser humano, mediante aprendizaje, va regulando sus tendencias a comportarse, dentro de un contexto cultural, con ciertas normas y valores. Al cambiar dicho aprendizaje, se puede cambiar al hombre, sea para hacerlo más egoísta o para hacerlo más altruista (Rivera y Ardila, 1983); y en relación a la revisión realizada en torno a la conducta antisocial permitió alcanzar diversas conclusiones sobre el tema. La primera de ellas se refiere al concepto mismo de la conducta antisocial, este presenta un carácter ambiguo tanto por las características de la problemática a la que hace referencia; de todas formas, al llevar dicho concepto a la práctica desaparece, en gran medida, dicha ambigüedad al atender a la frecuencia e intensidad de los comportamientos antisociales, en segundo lugar, cabe destacar cómo las características de la conducta antisocial la convierten en una problemática de mal pronóstico, ya que suele producirse una confluencia de condiciones positivas para su desarrollo, y condiciones de mantenimiento del mismo. Por ello no sólo es necesaria la intervención en este tipo de comportamientos, sino que es prioritaria.

Referencia Bibliográfica.

Guía en pdf sobre funciones ejecutivas y antisociales.

Guía en pdf sobre funciones conducta prosocial de Agustín Moñivas. .

Psicología del niño y del adolescente – Editorial Océano Multimedia.

Enciclopedia de psicología – Editorial Océano Centrum.

Psicología de la conducta anormal – Edición Limusa.

Berkowitz, L. (1996). Agresión, consecuencias y control.

Ferreiro, D. M., Domínguez, M.D. y Rodríguez, A. (1992). Delincuencia juvenil: factores psicosociales.

Kazdin, A. E. y Buela–Casal, G. (1994). Conducta antisocial. Evaluación, tratamiento y prevención en la infancia y adolescencia. Madrid: Pirámide.

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