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Conducta Prosocial


Enviado por   •  5 de Junio de 2021  •  Resúmenes  •  1.822 Palabras (8 Páginas)  •  170 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela Ministerio[pic 1][pic 2]

Del Poder Popular para la Educación

        Universidad de Carabobo        

Facultad de Ciencias de la Educación

Ética del Docente

                                                        

        

CONDUCTA PROSOCIAL

Sección 11

Néstor Palacios                                                                                     Kenny Pinto

Definiciones.

Conducta.

        Está relacionada a la modalidad que tiene una persona para comportarse en diversos ámbitos de su vida. Esto quiere decir que el término puede emplearse como sinónimo de comportamiento, ya que se refiere a las acciones que desarrolla un sujeto frente a los estímulos que recibe y a los vínculos que establece con su entorno.

        Prosocial.

        Según el investigador de psicología C. Daniel Batson, el término fue creado por científicos sociales como antónimo de antisocial. Comprende aquello que busca generar acciones positivas en beneficio de otras personas que conforman el entorno social en donde se desarrolla el individuo. Engloba las características que impulsan una mejor convivencia así como también los patrones de conducta que lo generan.

        Conducta prosocial.

        Se entiende por conducta prosocial toda conducta social positiva con o sin motivación altruista. Positiva significa que no daña, que no es agresiva. A su vez se entiende por motivación altruista el deseo de favorecer al otro con independencia del propio beneficio. Por el contrario, la motivación no altruista es aquella que espera o desea un beneficio propio además del, o por encima del, ajeno. Como se ve, la definición incluye un aspecto conductual (alude a conductas) y otro motivacional (alude a motivaciones).

La conducta prosocial

Los seres humanos son una especie particular. La razón yace en su capacidad de crear extensos tejidos sociales donde existe una preservación mutua y un intercambio de conocimientos. En otras palabras, los seres humanos son personas abiertas a la relación masiva con su entorno, una tendencia que es llamada: conducta prosocial.

El comportamiento prosocial, o comportamiento voluntario destinado a beneficiar a otro, es un comportamiento social que beneficia a otras personas o a la sociedad en su conjunto, como ayudar, compartir, donar, cooperar y ser voluntario. Estas acciones pueden estar motivadas por la empatía y por la preocupación por el bienestar y los derechos de los demás, así como por las preocupaciones egoístas o prácticas. La evidencia sugiere que la prosocialidad es fundamental para el bienestar de los grupos sociales a través de una gama de escalas.

La conducta prosocial es un concepto reciente en la psicopedagogía, las investigaciones parten a finales del siglo pasado. A partir de ese punto se ha estudiado más extensamente de qué manera influye en el bienestar emocional del individuo y qué metodología seguir para potenciar el funcionamiento beneficioso en la población infantil.

Se observa que durante el desarrollo socioemocional del ser humano es cuando más incidencia puede producir el fomento de la conducta prosocial, es decir, la interiorización de valores como el diálogo, la tolerancia, la igualdad o la solidaridad que se reflejan conductualmente a partir de actos como la ayuda al otro, el respeto y la aceptación del otro, la cooperación, el consuelo o la generosidad al compartir algún objeto determinado.

La empatía es un fuerte motivo para provocar comportamientos prosociales y tiene profundas raíces evolutivas. El comportamiento prosocial promueve rasgos positivos que son beneficiosos para los niños y la sociedad. Puede ser motivado tanto por el altruismo como por el interés propio, por razones de beneficio inmediato o reciprocidad futura. Los psicólogos evolucionistas usan teorías como la teoría de la selección de parentesco y la aptitud inclusiva como una explicación de por qué las tendencias conductuales prosociales se transmiten generacionalmente, de acuerdo con la aptitud evolutiva mostrada por aquellos que participan en actos prosociales. El fomento del comportamiento prosocial también puede requerir la disminución o eliminación de conductas sociales indeseables.

Existen cuatro tipos de actividades para clarificar el fenómeno de la conducta prosocial:

  1. Actividades de dar, compartir, intercambiar o cambiar objetos con otros individuos.
  2. Actividades cooperativas.
  3. Tareas y juegos de ayuda.
  4. Actividades empáticas hacia el otro.

La conducta prosocial desde las teorías del aprendizaje.

Las teorías del aprendizaje, defienden que la conducta prosocial deriva de la influencia de factores externos o ambientales. Así, este tipo de comportamientos se aprenden mediante procedimientos como el condicionamiento clásico y operante, a partir de los cuales quedan asociadas las acciones emitidas con estímulos y consecuencias agradables para el individuo (refuerzo positivo) y, por ello, tienden a repetirse en el futuro. Más frecuentemente, el tipo de refuerzo que se proporciona es de tipo social (un gesto, una sonrisa, una muestra de afecto), en lugar de material.

El hecho de recibir una recompensa afectiva, parece que fomenta en el individuo el deseo de emitir una conducta de ayuda al otro. Por otra parte, otros estudios proponen que resulta también importante el aprendizaje observacional por imitación de modelos prosociales. Como por ejemplo los agentes socializadores -familia y escuela- y ambiente que se van modificando hasta convertirse en controles internos mediante la interiorización de la regulación de la conducta propia.

La empatía, un componente esencial

La capacidad de empatía constituye uno de los factores causantes de la conducta prosocial. Algunos definen la empatía como un proceso interactivo entre aspectos afectivos, motivacionales y cognitivos que tienen lugar durante las distintas etapas del desarrollo. La empatía presenta un carácter mayoritariamente aprendido mediante procesos de modelado y se define por ser una respuesta afectiva que se emite tras la conciencia de comprender la experiencia de la situación y los sentimientos o percepciones que el otro está recibiendo. Esta capacidad puede aprenderse a partir de la comprensión del significado de unas determinadas claves no verbales como la expresión facial que indican el estado emocional del sujeto en cuestión. Aun así, parece claro que la implementación de programas de fomento de la capacidad de empatía durante el desarrollo infanto-juvenil puede resultar un factor de protección de bienestar personal y social en el futuro.

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