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Conductismo


Enviado por   •  23 de Mayo de 2013  •  5.631 Palabras (23 Páginas)  •  278 Visitas

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WATSON

CAP. 1: ¿QUE ES EL CONDUCTISMO?

La vieja y la nueva psicología en oposición

Dos criterios distintos imperan aún en el pensamiento psicológico norteamericano: la psicología introspectista o subjetivista y el conductismo o psicología objetiva. Hasta el advenimiento del conductismo, en 1912, la psicología introspectista dominaba totalmente la vida psicológica de la universidad norteamericana.

Los más destacados representantes de la psicología introspectista en la primera década del siglo veinte, fueron E.B. Titchener, de Cornell y William James, de Harvard. La muerte de James en 1910 y la de Titchener en 1927, dejaron a la psicología introspectista huérfana de un verdadero guía espiritual. Si bien la psicología de Titchener difiere en muchos puntos de la de William James, los supuestos fundamentales son idénticos. En primer lugar, los dos eran de origen germánico. En segundo, y esto es más importante, ambos proclamaban que es la conciencia la materia de estudio de la psicología. El conductismo sostiene, por el contrario, que es la conducta del ser humano el objeto de la psicología. Afirma que el concepto de conciencia no es preciso, ni siquiera utilizable. Habiendo recibido una formación experimentalista, el conductista entiende, además, que la creencia de que existe la conciencia remóntase a los antiguos días de la superstición y la magia.

No obstante su progreso, la gran masa del pueblo ni aún hoy se ha distanciado mucho de la barbarie: quiere creer en la magia. El salvaje se figura que los encantamientos pueden traer lluvias, buenas cosechas, abundante caza; que un hechicero vuduísta enemistado, es capaz de provocar la desgracia de un individuo o de toda una tribu; que si un enemigo logra unirse de un trozo de uña o de un mechón de cabello de otra persona, podrá embrujarla y gobernarla. Siempre hay interés y cosas nuevas en la magia. Casi todas las épocas poseyeron su propia magia negra o blanca, y su propio mago. Moisés tuvo su magia: transformó el agua en vino y revivió al muerto. Coué tuvo su fórmula. La señora Eddy también.

La magia jamás perece. Con el decurso del tiempo, todas estas innumerables leyendas, exentas de todo análisis, tejen la tradición popular. La tradición se constituye en religiones. las religiones se enredan en las mallas políticas y económicas del país. Luego se las esgrime como instrumentos. Se obliga al pueblo a aceptar todas estas fantasías, que más tarde transmite como evangelio a los hijos de sus hijos.

Es casi increíble hasta qué punto la mayoría de nosotros está influida por un fondo salvaje. Pocos se libran de esa influencia. Al parecer ni siquiera la enseñanza escolar suministra un correctivo. Por el contrario, parece asegurarla en mayor grado todavía, a causa de que las escuelas están colmadas de maestros con idéntico fondo. Inclusive muy destacados biólogos, físicos y químicos, saliendo de sus laboratorios, son fácil presa de la tradición cristalizada en conceptos religiosos. Estos conceptos —herencia de un temeroso pasado salvaje— han entorpecido grandemente el nacimiento y desarrollo de la psicología científica.

Ejemplo de tales conceptos

Ejemplo de uno de estos conceptos religiosos es el de que todo individuo posee un alma, separada y distinta del cuerpo, que realmente es parte del ser humano. Esta vieja doctrina conduce al principio filosófico llamado “dualismo”. Tal dogma se encuentra en la psicología humana desde la más remota antigüedad. Nadie ha palpado nunca un alma, o la ha visto en un tubo de ensayo, o ha entrado de alguna manera en relación con ella, como puede hacerlo con los otros objetos de su experiencia diaria. A pesar de esto, dudar de su existencia involucra convertirse en hereje y, en cierta época, hubiera podido llevar al reo inclusive a la muerte. Todavía hoy, quien desempeña un cargo público, no osa discutir el punto.

Con el desarrollo de las ciencias físicas que sobrevino con el Renacimiento, esa asfixiante nebulosa del alma pudo disiparse en cierta medida. Era dable pensar en la astronomía, en los cuerpos celestes y sus movimientos, en la gravitación y fenómenos similares, sin aplicar el alma. Aunque los primeros hombres de ciencia fueron por lo general devotos cristianos, en sus tubos de ensayo empezaron a prescindir de ella.

Empero, la psicología y la filosofía, ocupándose de objetos que consideraban inmateriales, encontraron muy difícil eludir el lenguaje de la Iglesia; de ahí que el concepto de mente o alma, como algo diverso del cuerpo, llegase en lo esencial casi intacto hasta las postrimerías del siglo diecinueve.

Es indiscutible que, en 1879, Wundt, el verdadero padre de la psicología experimental, quería una psicología científica. Se desenvolvió en medio de una filosofía dualista del tipo más pronunciado. No pudo discriminar con claridad el camino de la solución del problema mente–cuerpo. Su psicología, que ha regido soberana hasta nuestros días, es necesariamente de transacción. Sustituyó el término alma por el de conciencia. La conciencia no es tan completamente inobservable como el alma; la observamos al atisbarla de improviso y, como quien diría, al sorprendería desprevenida (introspección).

Wundt tuvo enorme cantidad de discípulos. De la misma manera que ahora está en boga ir a Viena para estudiar psicoanálisis con Freud, hacia 1890 era corriente estudiar en Leipzig psicología experimental con Wundt. De ahí regresaron los que habrían de fundar los laboratorios de la Universidad de John Hopkins, las Universidades de Pennsyl-vania, Columbia, Clark y Cornell. Todos venían equipados para luchar con esa cosa esquiva (casi tanto como el alma) llamada conciencia.

Para demostrar lo anticientífico del concepto básico de esta gran escuela de psicología germano–americana, basta fijarse un momento en la definición de psicología que formuló William James: La psicología es la descripción y explicación de los estados de conciencia en cuanto tales. Partiendo de una definición que supone lo que pretende demostrar, salva su dificultad con un argu-mentum ad hominem. Conciencia; ¡oh sí, todos deben saber lo que es esta “conciencia”. Somos conscientes cuando experimentamos la sensación de rojo, una percepción, un pensamiento, cuando queremos hacer algo.

Los restantes cultores de la introspección son igualmente ilógicos. En otras palabras: no nos dicen qué es la conciencia; simplemente, comienzan por introducir cosas en ella en calidad de supuestos, naturalmente, al analizarla luego, encuentran lo que en

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