Conductismo
andreita127 de Mayo de 2013
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Los dos principios irrenunciables del análisis funcional de la conducta
y del conductismo radical
Juan Bautista Fuentes Ortega y Ernesto Quiroga Romero*
Universidad Complutense y * Universidad de Almería
Este trabajo pretende destacar y comentar las que consideramos las dos principales e irrenunciables
aportaciones de B. F. Skinner a la psicología. La primera es su concepción del conductismo radical,
que entendemos como específicamente distinta y crítica respecto del resto de los conductismos. Sostenemos
que lo específico del conductismo radical consistiría en haber constatado la efectividad de la
circularidad pragmática entre la conducta investigada (la conducta operante condicionada) y la conducta
de investigar (el análisis funcional de la conducta), y en haber reconocido, desde dicha constatación,
el carácter innecesario de todas las pretensiones teórico-metodológicas del resto de los conductismos,
y en especial de los neoconductismos metodológicos. La segunda consistiría en reconocer,
según proponemos a la luz de la práctica del análisis funcional de la conducta operante, que sólo hay
un tipo de condicionamiento, el operante, del cual el llamado condicionamiento clásico sería sólo un
efecto interno en todo caso funcionalmente imprescindible. A su vez, la interpretación que aquí hacemos
del análisis funcional operante depende de la concepción que proponemos de la textura co-presente,
y no espacial-contigua, de la conducta operante.
The two non-renunciable principles of functional analysis of behavior and radical behaviorism. The
aim of this work is to place emphasis on and discuss what we consider to be B. F Skinner’s two principal
and essential contributions to psychology. The first is his conception of radical behaviorism,
which we understand as specifically different from and critical toward the remaining behaviorisms.
That which is specific to radical behaviorism consists of having verified the effectiveness of the pragmatic
circularity between the investigated behavior (operant conditioned behavior) and the behavior of
investigating (functional analysis of behavior) and, stemming from this verification, the recognition of
the superfluousness of all the methodological-theoretical pretenses of the remaining behaviorisms, particularly,
the methodological neobehaviorisms. The second contribution consists of the acknowledgement,
as we propose in view of the practice of functional analysis of operant behavior, that there is only
one kind of conditioning, operant conditioning, of which the so-called classic conditioning would only
be an internal effect, in any case functionally indispensable. Our present interpretation of operant functional
analysis depends on the conception we propose of the co-present –rather than spatial-contiguous–
texture of operant behavior.
Fecha recepción: 25-3-04 • Fecha aceptación: 14-5-04
Correspondencia: Juan Bautista Fuentes Ortega
Facultad de Filosofía
Universidad Complutense
28040 Madrid (Spain)
E-mail: jbfuent@filos.ucm.es
Psicothema 2004. Vol. 16, nº 4, pp. 555-562 ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG
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precisamente Skinner diseñara, ante todo como una crítica de los
mismos, su conductismo radical.
En el caso de la primera «revolución conductista» de Watson,
podemos considerar que ésta consistió más bien en una suerte de
mixtura ambivalente, y por ello a la postre inestable, entre un conductismo
de factura «temática» (o de contenido) y un conductismo
de factura «metodológica». En cuanto que se asumía que la conducta
(entendida fundamentalmente desde el modelo de los reflejos
condicionados pavlovianos) consistía en datos conductuales
directamente accesibles a la observación intersubjetiva y al control
experimental, dicha conducta constituía, por un lado, en cuanto
que «datos conductuales», el contenido temático propio del saber
psicológico, y la vez se suponía, por otro lado, que suministraba,
en cuanto que dichos datos conductuales eran «directamente observables
y susceptibles de control experimental», un recurso metodológico
de objetividad que asimilaba el saber psicológico al
resto de las ciencias físico-naturales.
Con todo, la ambivalencia entre el uso o el significado metodológico
y el temático de la conducta nunca quedó del todo despejada
en el conductismo clásico de Watson, es decir, nunca quedó
clara y distintamente establecido si la psicología debía
centrarse en torno a la conducta debido a que ésta constituía su
contenido temático propio y específico («por derecho propio», como
más tarde dijera Skinner) o más bien debido a que ésta proporcionaba
un asidero metodológico de objetividad que hacía de
esta disciplina una ciencia metodológicamente afín a las ciencias
físico-naturales.
Pues bien: la segunda generación conductista, la que encarnó el
proyecto del neo-conductismo metodológico, parte de semejante
ambivalencia y procura darle curso y resolución a su modo, un
modo éste que precisamente perfila o inclina el conductismo hacia
su sesgo más característicamente «metodológico». Ahora se entenderá
que la psicología puede y debe seguir organizando su campo
en torno a la conducta, pero tomando a ésta sobre todo como un
indicador o recurso metodológico de objetividad de una construcción
teórica que ya no deberá reducir sus contenidos temáticos a
dichos datos conductuales, sino que podrá incluir otras referencias
supuestamente dadas en un plano o ámbito distinto del conductual.
Acudiendo, en efecto, al formato proposicional lógico-formal resultante
de la reconstrucción axiomática hecha por el positivismo
lógico de ciertos sectores teóricos desarrollados de la ciencia física,
el neoconductismo metodológico creyó estar en condiciones de
poder ajustar o encajar el desarrollo o la elaboración de la «teoría
psicológica» a dicho formato del siguiente modo: ahora los datos
y relaciones conductuales, en cuanto que directamente observables
y manipulables experimentalmente, podrían insertarse en el plano
del lenguaje «de primer orden» u «observacional», sin perjuicio de
lo cual se asumía que resultaba posible postular o conjeturar un
nuevo tipo de términos y relaciones de orden hipotético o teórico,
y por tanto ya no conductuales en cuanto que no directamente observables
y/o experimentalmente controlables, que podrían encajarse
en el plano del lenguaje de «segundo orden» o «teórico», con
tal de que, eso sí, dichos contenidos «teóricos» o «hipotéticos» de
«segundo orden» resultasen susceptibles de ser bien sustituidos lógico-
formalmente o bien redefinidos operacionalmente en términos
de nuevos datos y relaciones «observacionales» o de «primer
orden» y por tanto de nuevo conductuales (ver, a este respecto, por
ejemplo, Koch, 1964).
Como se sabe, en la tradición del conductismo de Tolman (pero
también en la de autores como Boring o Stevens) se entendía
que, en principio al menos, no debería haber inconveniente en que
dichas variables hipotéticas o teóricas, en cuanto que extraconductuales,
pudieran entenderse como teniendo un significado semántico
abiertamente mentalista (las cogniciones y propósitos de
Tolman, por ejemplo), con tal de que a su vez fueran redefinidas
operacionalmente en términos de nuevas variables y relaciones
conductuales y de este modo quedase asegurada su legitimidad
metodológica objetiva. Así pues, dichas variables hipotéticas eran
entendidas como meros «resúmenes» o «ecuaciones para el cálculo
» que, por tanto, expresaban a la postre nuevas relaciones entre
variables conductuales accesibles a la observación y al control experimental,
es decir, que se las concebía como lo que MacCorcodale
y Meehl tipificaron en su trabajo clásico al respecto como meras
«variables intervinientes» (MacCorcodale y Meehl, 1948). En
el conductismo de Hull, sin embargo, y debido a su estirpe más
pavloviana, se pretendía que dichas variables teóricas, lejos de ser
meras ecuaciones para el cálculo de nuevas variables y relaciones
conductuales, tuviesen un significado semántico real o «adicional»
(«surplus meaning») con respecto al nivel conductual, esta vez de
tipo neurofisiológico (periférico), como explicaciones teóricas
neurofisiológicas de las variables y relaciones conductuales, es decir,
que dichas variables teóricas querían ser entendidas como lo
que MacCorcodale y Meehl asimismo tipificaron en su trabajo anteriormente
mencionado como efectivos «constructos hipotéticos»
(MacCorcodale y Meehl, 1948). Con todo, lo cierto es que, como
no dejó de destacar Spence, el discípulo de Hull (por ejemplo,
Spence, 1948), en el sistema hipotético-deductivo hulliano dichas
variables teóricas no dejaban de estar diseñadas de forma que todas
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