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DIAGNOSTICO PSICOPEDAGOGICO

ricove17 de Enero de 2014

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ESCUELA DE POSTGRADO

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

MENCIÓN: PSICOLOGÍA EDUCATIVA

CURSO: DIAGNÓSTICO E INTERVENCIÓN PSICOPEDAGÓGICO

TEMA: PLAN DE APOYO PSICOPEDAGÓGICO EN BASE A RESULTADOS DE UN ESTUDIO DE CASOS

DOCENTE: Lic. Mg. ALFONSO ISUIZA PÉREZ

PRESENTADO POR: Bach. BERNARDINA RUÍZ CÁRDENAS

Bach. LINGER DEL PILAR SINARAHUA ROJAS

Bach. IRIS ELENA RIVA REÁTEGUI

Bach. LISIAK LAND GONZALES DÍAZ

Bach. DORIS MERCED GONZALES NAVARRO

TARAPOTO-PERU

FASES DEL DIAGNÓSTICO PSICOPEDAGÓGICO

De acuerdo con Galve y Ayala, la evaluación psicopedagógica sigue generalmente las siguientes fases:

• Detección del caso. Corresponde, habitualmente a las Juntas de profesores en Educación Secundaria o al tutor en Educación Infantil y Primaria.

• Adopción de medidas ordinarias por parte del profesorado. Idealmente, no debe producirse una demanda de evaluación psicopedagógica hasta que se hayan agotado los recursos al alcance del profesorado.

• Derivación del caso. Usualmente, será el profesor-tutor el encargado de derivar el caso a los Departamentos de Orientación (en Educación Secundaria) y Equipos de Orientación y Apoyo (en Educación Infantil y Primaria), a través de hojas de derivación diseñadas para tal fin. Éstas ayudan normalmente a concretar la demanda y proporcionan algunos datos iniciales de identificación. La demanda, no obstante, puede proceder de otras fuentes: Administración, Servicios Externos…

• Recogida inicial de información. La recogida inicial de información (revisión del expediente académico, información tutorial, evaluación inicial, etc.) puede, en ocasiones, ser suficiente para formular hipótesis y orientaciones para la intervención o bien para satisfacer el motivo que dio origen a la evaluación psicopedagógica. De no ser así, y en cualquier caso, esta recogida inicial de información guiará la recogida adicional de información, que se efectuará de forma más sistemática.

• Formulación de hipótesis y recogida de información adicional. Hemos de recabar información sobre la competencia curricular, nivel de desarrollo de las distintas competencias en las diferentes materias, el estilo de aprendizaje y los factores del contexto escolar y socio-familiar que pudieran estar incidiendo sobre el alumno. Para ello pueden emplearse procedimientos variados, tales como: pruebas psicopedagógicas, observación, entrevista, etc. para recoger información de otras variables y factores, tanto del alumno como del contexto.

• Redacción del informe psicopedagógico. La evaluación psicopedagógica se concreta en un informe, en el cual se sintetiza la información relevante, se elaboran las conclusiones, se formulan las necesidades educativas en su caso y se proporcionan propuestas e indicaciones para la intervención.

• Intervención. El fin último de la evaluación es la intervención. Tanto el proceso de evaluación como la elaboración del informe proporcionan, con frecuencia, sugerencias de actuación.

A esta sucesión de fases deberíamos añadir una fase posterior de seguimiento, que consiste en comprobar la eficacia de las medidas adoptadas. Puede hacerse a través de la observación del alumno, análisis de sus resultados escolares posteriores a la intervención, informaciones aportadas por el profesorado, etc.

Resulta importante destacar la imposibilidad de realizar una valoración psicopedagógica sin el consentimiento expreso de la familia, que debe materializarse a través de la cumplimentación y firma de un documento escrito. Cada centro cuenta con un modelo propio de consentimiento familiar, en el que debe figurar su acuerdo explícito con la valoración del menor, los datos personales del padre/madre/tutor legal, la fecha y la firma del progenitor/a.

Una vez concluido el proceso de valoración y la redacción del informe correspondiente, siempre que se determinen necesidades educativas especiales se elaborará el dictamen de escolarización. En él se recoge una síntesis de la evaluación psicopedagógica realizada, así como la modalidad educativa a seguir (ordinaria, combinada o en centro de educación especial) y los recursos personales y materiales que requiere el alumno/a. Este documento se enviará a la Administración junto con una hoja de información familiar en la que se traslada a la familia de los resultados de la valoración y la propuesta de escolarización, para que manifiesten su conformidad o disconformidad con la misma.

Para García Jiménez (1995) desde una perspectiva orientativa, el proceso de diagnóstico suele implicar la adopción de una serie de decisiones relativas a aspectos de dicho proceso en los que se fundamente la toma de decisiones sobre la situación del estudiante. Algunas de estas decisiones son:

• ¿Qué problemas educativos han motivado el inicio del proceso diagnóstico?

• ¿En qué marco institucional (público o privado) y en qué nivel va a concentrarse la intervención educativa?

• Qué tipo de información es preciso recoger para comprender el problema

• ¿Qué procedimientos y técnicas pueden facilitar la recopilación y el análisis de la información?

• Contextualizar el problema motivo del diagnóstico.

• Origen de las necesidades detectadas.

• Propuesta de intervención más apropiada teniendo en cuenta el contexto y quienes van a desarrollar la propuesta.

Para Buisán y Marín (1987), la realización de un diagnóstico pedagógico comporta cinco fases que son semejantes siempre, aunque varíen los contenidos y el perfil del alumnado que pretendemos diagnosticar.

Planificación: esta primera fase supone la organización general del proceso respondiendo cuestiones como: ¿por qué?, ¿qué?, ¿cómo?, ¿con qué o quiénes?, ¿cuándo?...

Recogida de datos e hipótesis: la segunda fase implica

1. La valoración de la información que tiene el centro sobre el estudiante (recogida en la entrevista familiar inicial, expediente del alumnado, valuaciones psicopedagógicas anteriores, observación del alumno en situaciones no formales, informaciones de cursos anteriores...) a través del profesorado, compañeros, padres y madres. Esta información inicial debe contener los datos siguientes:

a) Datos personales del estudiante

b) Datos personales de los padres o tutores

c) Composición familiar y personas que viven en el domicilio

d) Utilización de servicios externos

e) Datos médicos básicos y relevantes

f) Escuela infantil de procedencia y adaptación

g) Autonomía personal y hábitos en relación al control de esfínteres, higiene, alimentación, horario de sueño...

h) Capacidad en relación al lenguaje, al desarrollo motor, a la atención y a la memoria

i) Tipos de juego que realiza, como ocupa el tiempo libre encasa, fuera de casa...

j) Actitud personal en relación a los familiares más próximos...

k) Dependencia o independencia en las relaciones. Actitud ante la frustración, resolución de conflictos, aceptación de normas...

l) Otros aspectos que la familia y profesorado consideren interesantes.

Todos estos datos ordenados y organizados, nos proporcionan la anamnesis del estudiante (concepto que se suele utilizar en el diagnóstico clínico y que se ha incorporado en el diagnóstico pedagógico. Resume el conjunto de los datos relevantes y del historial de una persona)

2. Evaluación de la información

Además de la información anterior es necesario recoger la máxima información relacionada con la situación actual del estudiante y de los aspectos que más preocupan al tutor o tutora y que suelen ser el motivo de la demanda de diagnóstico pedagógico. Para el alumnado con necesidades educativas especiales, que se incorporan por primera vez al centro, la evaluación previa queda reflejada en el dictamen de escolarización, documento que veremos más adelante. En esta fase es importante colaborar con el tutor o tutora del estudiante en la recogida de la información inicial. Para ello, se proporciona al profesorado unos protocolos o documentos guía en los que se resume la información referida a la competencia curricular (lo que el alumno es capaz de hacer en relación a las áreas instrumentales) y datos obtenidos en la observación educativa. Esto permite al profesorado reflexionar más detenidamente sobre el alumno. Se trata de establecer una relación de colaboración dentro de un proceso constructivo y positivo. La información escrita permite también contrastar la visión inicial del tutor con la obtenida en el transcurso del diagnóstico realizado por el pedagogo.

Los dos tipos de información nos permiten formular las hipótesis pertinentes que deberán guiar las siguientes fases del diagnóstico y tomar decisiones en torno a: a) delimitación de objetivos; b) selección de instrumentos; c) decisiones de derivación a otros especialistas.

Comprobación de las realizaciones de los estudiantes: esta tercera fase consiste básicamente en el desarrollo del proceso planificado tras la elaboración de las hipótesis anteriores. Durante la misma se aplican las técnicas e instrumentos seleccionados y se realiza la observación y el análisis del rendimiento escolar. Esto implica:

1. Evaluación de las competencias

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