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Dividido por la mitad- conciencia sin fronteras

agra3Apuntes12 de Diciembre de 2020

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Dividido por la mitad

• todas las dimensiones espaciales y direccionales son opuestas: arriba y abajo se oponen, como dentro y fuera, alto y bajo, largo y corto, norte y sur, grande y pequeño, aquí y allá, cima y fondo, derecha e izquierda

• Y todas las cosas que consideramos serias e importantes son un polo de un par de opuestos: bien y mal, vida y muerte, placer y dolor, Dios y Satán, libertad y servidumbre.

• También nuestros valores sociales y estéticos son siempre algo que se da en función de opuestos: éxito y fracaso, bello y feo, fuerte y débil

• La lógica, por ejemplo, se ocupa de lo verdadero y lo falso

• Cada decisión que tomamos, cada una de nuestras acciones y palabras, se basan en la construcción, consciente o inconsciente, de límites, de fronteras

• Tomar una decisión significa trazar una frontera entre lo que se elige y lo que no.

• Librar batalla es trazar una línea que separa a quienes están con nosotros de quienes están en contra.

• Lo que caracteriza a una demarcación es que, por más compleja y enrarecida que sea, de hecho, no delimita otra cosa que un dentro y un fuera

• Y puesto que cada línea fronteriza es también una línea de batalla, henos aquí con la difícil situación humana: cuanto más firmes son nuestras fronteras, más encarnizadas son nuestras batallas.

• Cuantos más éxitos busco, mayor será mi terror al fracaso. Cuanto mayor sea el afán con que me aferro a la vida, más aterradora me parecerá la muerte

• la mayoría de nuestros problemas lo son de demarcaciones y de los opuestos que éstos crean.

• Encaramos el problema del bien y del mal procurando exterminar el mal: enfrentamos el problema de la vida y la muerte intentando ocultar la muerte bajo simbólicas inmortalidades

• imaginamos tercamente que los opuestos son irreconciliables, algo que está para siempre separado y aparte.

• Dios y el diablo, la vida y la muerte, el bien y el mal, el amor y el odio, uno y los otros... todas, decimos, cosas tan diferentes como el día y la noche.

• que vivimos en la “era de la angustia”, del “shock del futuro”, de una frustración y una alienación que alcanzan proporciones de epidemia, de aburrimiento en medio de la riqueza y de desorientación en el reino de la abundancia.

• Al perseguir ciegamente el progreso, nuestra civilización ha institucionalizado, en efecto, la frustración. Porque en nuestro intento por acentuar lo positivo y eliminar lo negativo, hemos olvidado por completo que lo positivo sólo se define en función de lo negativo.

• Destruir lo negativo es, al mismo tiempo, destruir toda posibilidad de disfrutar de lo positivo

• las diferencias entre tales opuestos, siguen siendo, empero, del todo inseparables y recíprocamente dependientes, y por la sencilla razón de que ninguno de ellos podría existir sin el otro.

• Desde el punto de vista de la coincidentia oppositorum, “la coincidencia de los opuestos”, los que considerábamos opuestos totalmente separados e irreconciliables resultan ser,

• “aspectos complementarios de una y la misma realidad”.

• Es decir que todas las cosas y sucesos que habitualmente consideramos irreconciliables, como la causa y el efecto, el pasado y el futuro, el sujeto y el objeto, en realidad son exactamente como la cresta y el seno de una ola, de una única vibración.

• Igualmente, jamás se da una sensación de placer que no esté en relación con el dolor.

• Quizá podamos ahora empezar a entender por qué la vida, cuando se la considera como un mundo de opuestos separados, es hasta tal punto frustrante

• Al intentar separar los opuestos para aferrarnos a aquellos que consideramos positivos, tal como el placer sin dolor, la vida sin muerte, el bien sin el mal, en realidad nos empeñamos

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