ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL CONCEPTO DE IDENTIDAD Y LOS VINCULOS DE INTEGRACION ESPACIAL, TEMPORAL Y SOCIAL

azulita2814 de Abril de 2014

3.702 Palabras (15 Páginas)1.554 Visitas

Página 1 de 15

EL CONCEPTO DE IDENTIDAD Y LOS VINCULOS

DE INTEGRACION ESPACIAL, TEMPORAL

Y SOCIAL[1]

I

“Yo soy yo” es la expresión corrientemente utilizada para refe¬rirse al sentimiento de identidad y traduce una experiencia de auto-conocimiento.

La noción de identidad es una de las más controvertidas tanto en el terreno filosófico como psicoanalítico.

En la literatura psicoanalítica, quien introdujo el término iden¬tidad, fue Víctor Tausk, en su clásico trabajo sobre el origen del “aparato de influencia” (16). En ese artículo, Tausk estudió cómo el niño descubría los objetos y su self, afirmando que el hombre, en su lucha por la supervivencia, debe constantemente encontrarse y experimentarse a sí mismo.

Freud utilizó el término identidad solamente una vez en toda su obra, y lo hizo en forma incidental y con una connotación psico¬social. Fue cuando trató de explicar en un discurso su vínculo con el judaísmo y habló de “oscuras fuerzas emocionales que eran tanto alas poderosas cuanto menos se las podía expresar con palabras y una clara conciencia de una identidad interior” que no está basada en raza o religión, sino en una aptitud común a un grupo a vivir en oposición y estar libres de prejuicios que coartarían el uso del intelecto (6) (la bastardilla es nuestra). Se refiere, pues, a algo medular del interior del individuo, que tiene relación con un aspecto esencial de la coherencia interna de un grupo.

Erikson (3), al comentar esta afirmación de Freud, deduce que el término identidad expresa “una relación entre un individuo y su grupo” con la connotación de una persistente mismidad y un persistente compartir cierto carácter esencial con otros, Volveremos sobre este concepto porque lo consideramos esencial para la conceptualización de la identidad como un sistema en el que importa establecer la relación solidaria entre todas las partes que lo com¬ponen.

La formación de la identidad es un proceso que surge de la asimilación mutua y exitosa de todas las identificaciones fragmen¬tarias de la niñez que, a su vez, presuponen un contener exitoso de las introyecciones tempranas. Mientras ese éxito depende de la relación satisfactoria con la madre y luego con la familia en su totalidad, la formación de la identidad más madura depende, para Erikson, del desarrollo del yo, que obtiene apoyo para sus funciones de los recursos de una comunidad más amplia. La gradual selección de las identificaciones significativas, la anticipación de la identidad y la resíntesis al final de la adolescencia, serían trabajo del yo. Es a esa parte del trabajo del yo que Erikson llama “identidad del yo” (3) para diferenciarla de la “identidad ilusoria” que no responde a un sentimiento de la realidad del ser en su realidad social.

Sin embargo, la denominación “identidad del yo” parecería implicar que sólo el yo está involucrado en el sentimiento de iden¬tidad, y no queda claro que se trata de un logro del yo. Los que objetaron esa limitación propusieron en cambio el término “forma¬ción de identidad” en el sentido de que se trata de un desarrollo progresivo, y agregaron que “la captación del self como una entidad organizada y diferenciada, separada y distinta del ambiente que la rodea, que tiene continuidad y capacidad de seguir siendo la misma en la sucesión de cambios, forma la base de la experiencia emocional de la identidad” (10). Se trataría, pues, de una “identidad del self”, criterio al que nos adherimos y que tenemos presente cuando hablamos de “sentimiento de identidad”, como preferimos denomi¬narlo.

Otros autores relacionan la aparición del sentimiento de iden¬tidad con el desarrollo psicosexual (7). Destacan especialmente dos aspectos: uno que acentúa las semejanzas consigo mismo, y otro las diferencias específicas entre el self y los otros, que surgen de la com¬paración y contraste con los demás. Es decir, tiene identidad un individuo cuyas partes componentes están suficientemente integra¬das en la organización de un todo, de manera que produzcan efecto de unidad, y que al mismo tiempo tiene características únicas que permiten distinguirlo de todos los demás. Greenacre sostiene que el núcleo del yo incipiente y posteriormente la imagen del self es la imagen corporal; destaca la relación del niño con los objetos a través de la piel y la boca, con la cooperación de ojos y manos; señala que el rostro y los genitales son las áreas más significativas para el reconocimiento del cuerpo propio y ajeno. Destaca la im-portancia de la visión de los genitales del sexo opuesto que se fusiona con la del propio cuerpo, de los seis meses al año y medio de edad. Después, el incremento de las sensaciones genitales provoca un componente sensorial endógeno que se agrega a las percepcio¬nes visuales y táctiles de los genitales. Pero cuando el niño está temprana y frecuentemente expuesto a ver los genitales de los otros, la incorporación primaria de esas percepciones conduce a problemas de identidad, más aún si esta situación ocurre cuando ya es mayor.

Las regiones del cuerpo más significativas en la comparación y el contraste para el establecimiento de un reconocimiento indi¬vidual del yo corporal, así como del de los demás, son el rostro y los genitales (7). Quienes estudiaron las perturbaciones de la identidad en los cuadros de autismo y simbiosis sostienen que el sentimiento de identidad está determinado por nuestras sensaciones corporales, siendo la imagen corporal la base de dicha identidad (14).

Las percepciones visuales son importantes en la formación de la identidad. Ocurre también que un ritmo de estimulación y presencia de la madre que alterna con ausencia es necesario para diferenciarse.

El sentimiento de la identidad es el conocimiento de la persona de ser una entidad separada y distinta de las otras (11). Todo aquello que el individuo considera “suyo” está incluido en los “límites fluctuantes del self”, corresponde al self con sus pertenen¬cias (5). Por su parte, algunos autores entienden por identidad la unidad del individuo en el tiempo, en la comparación consigo mismo, lo que se relaciona con su continuidad y mismidad (13), considerando el logro de la individuación-diferenciación como sus prerrequisitos (15).

Uno de nosotros (8) ha estudiado el sentimiento de identidad vinculándolo con los estados de duelo determinados por la pérdida de objetos y de partes del self. En su definición señala que “este sentimiento implica la noción de un self que se apoya esencialmente, en la continuidad y semejanza de las fantasías inconscientes referidas a las sensaciones corporales, a las ansiedades y emociones expe¬rimentadas por el yo, a los impulsos y afectos en relación con el mundo interno y el externo, el superyó, al funcionamiento especí¬fico de los mecanismos de defensa y al tipo particular de identifi¬caciones asimiladas resultantes de los procesos de introyección y proyección. La dinámica de estas fantasías inconscientes presentará una cierta uniformidad en sus diferentes expresiones, que estará determinada por las series complementarias desarrolladas por Freud; es decir, aquella que comprende los factores constitucionales, repre¬sentaciones heredadas, evolución embrionario-fetal, trauma de naci-miento y experiencias post-natales”. Agregaríamos ahora que estos. mismos elementos que entran en juego para mantener la semejanza del individuo consigo mismo son los que sirven a los fines de man¬tener la diferenciación de cada individuo con respecto a los demás y le dan el carácter de único. “La interacción específica y continua¬da entre todos estos elementos brindará al self un estado de cohe¬sión, sustento de la identidad, que se mantendrá dentro de ciertos límites que podrán experimentar alteraciones o pérdidas en deter¬minadas circunstancias. Esto sucederá inevitablemente a lo largo de la evolución, pero en forma tal (cuando ocurre normalmente) que dará tiempo al yo para elaborar los duelos ocasionados por tales pérdidas, y restablecerse de las transitorias perturbaciones de la identidad que la mayor parte de las veces pasan desapercibidas. En casos patológicos se producirán graves perturbaciones de la identidad (psicosis, estados ‘como si’, psicopatías, despersonalizacio¬nes, etcétera).”

II

Actualmente pensamos que el sentimiento de identidad es la resultante de un proceso de interacción continua de tres vínculos de integración que denominamos espacial, temporal y grupal, y que desarrollaremos a lo largo de este libro.

Hemos podido estudiar estos vínculos en nuestro campo espe¬cífico de trabajo: la experiencia de la relación paciente-analista en el tratamiento psicoanalítico. Por lo tanto presentaremos una sín¬tesis de las complejas vicisitudes que subyacen a la adquisición del sentimiento de identidad en el proceso analítico. De ahí se podrán extraer inferencias acerca de cómo se configura la identidad, y también de cómo se producen sus perturbaciones, en el desarrollo del individuo y en su relación con la sociedad.

Partimos del supuesto de que los pacientes que llegan al aná¬lisis tienen su identidad afectada, en mayor o menor grado, por los conflictos que los aquejan. Precisamente, creemos que uno de los motivos conscientes o inconscientes por el que acuden al análisis es la necesidad de consolidar su sentimiento de identidad[2].*

Los cuadros obsesivos y los esquizoides marcarían los extremos de una gama de trastornos de la identidad, configurando la identi¬dad rígida y poco plástica por un lado, opuesta a la excesivamente débil y fragmentaria, por el otro.

La puesta en marcha del proceso que conduce a la adquisición o maduración del sentimiento

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (25 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com