Educacion Argentina

Para significar las ideas volcadas en el presente ensayo, creo que es imprescindible comenzar por definir las palabras: diversidad y educación. De acuerdo a mi entender, “diversidad” es la variedad, la multiplicidad, y educación, es la adecuación del comportamiento de los sujetos a las normas sociales. Si bien estos significados son extraídos del diccionario, podríamos pensar en la amplitud y alcance que cada uno de los términos presenta.

¿Qué sucede en la actualidad con estos dos términos?, en estos últimos tiempos, la relación entre estos dos conceptos ha sido foco de atención tanto de la sociedad como del Estado; como se expresa en el “Acuerdo Marco para la Educación Especial Necesidades Educativas Especiales” : “En diferentes partes del mundo se está produciendo una revaloración de la diversidad, entendiéndola como un elemento sustantivo en la constitución de las sociedades actuales. El respeto, la aceptación y valorización de las diferencias entre culturas y personas se ha convertido en uno de los objetivos más preciados en los sistemas educativos. Se reconoce la existencia de una inmensa variedad de condiciones biológicas y socioculturales que se manifiestan de una manera individual y única para cada persona.”

Según lo expresado por Ramón Porras Vallejo en su libro: “Una escuela para la integración educativa” , las diferencias que se pueden encontrar, dependiendo del contexto social y las coordenadas espacio temporales, (estas también generan una amplia variabilidad de diferencias), para este contexto y este espacio son: intelectuales, de género, de edad, de raza, de clase social, motóricas, sensoriales de personalidad y culturales (nacionales o regionales)

Es muy importante atender a las diferencias que implica esta diversidad. Existe en el imaginario social la tendencia a no diferenciar, en muchos casos, la implicancia de discapacidad y necesidades educativas especiales. Esta diferenciación no es un tema menor, ya que es muy relevante entender la implicancia del concepto de discapacidad, ya que certificar que una persona es discapacitada dejará en ella una huella, una impronta, que lo “acompañará” en todo su tránsito por la vida social y subjetiva.

Atendiendo a lo anterior, me gustaría aclarar las concepciones de deficiencia y discapacidad a las cuales particularmente me adhiero. Bernard Mottez , expresa que, la deficiencia y discapacidad son dos caras de la misma realidad. La primera se refiere a si aspecto físico y la segunda a un aspecto social. Se llama así como discapacidad al conjunto de espacios desempeños sociales de los que un individuo o una categoría de individuos son excluidos a causa de su deficiencia.

Por otro lado, la ley de discapacidad 22431 art. 2 considera “discapacitada a toda persona que padezca una alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que en relación a su edad y medio social implique desventajas considerables para su integración familiar, social educacional o laboral” y la definición de la “O.M.S considera discapacidad a la restricción o ausencia de la capacidad para realizar una actividad, en la forma o dentro del margen que se considera normal para el ser humano”. Esta diversidad de perspectiva hace que halla variadas formas de concebir la diferencia, por ende, diferente formas de pensarla.

Como ya dije, denominar a una persona como discapacitada, implicará una influencia en la constitución del sujeto, esto repercute en su vida social y en los espacios educativos.

El Ministerio de Cultura y Educación, en su publicación “Necesidades Educativas Especiales”, plantea que “Reconocer que hay alumnos con necesidades educativas especiales tiene como sentido garantizar una respuesta educativa ajustada para aquellos que por sus particulares circunstancias y contexto están en desventaja y tienen mayores dificultades para beneficiarse de la

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