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El Hombre En Busca Del Sentido De Viktor Frankl.


Enviado por   •  24 de Febrero de 2013  •  2.687 Palabras (11 Páginas)  •  697 Visitas

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El nombre de “El hombre en busca del sentido” te deja pensando muchas cosas, como por ejemplo el hecho de cuál sentido es al que se refiere, qué es exactamente eso que tiene que buscar, por qué lo busca, a qué se debe, e innumerables preguntas más. O al menos, en mi caso, así sucedió. Al leer la contra portada te das cuenta de que el escritor es alguien que sufrió vaya a saber quién sabe cuantos años en uno o tal vez varios campos de concentración. Los sentimientos que experimenté sin haber leído aún el contenido del libro fueron de pesar, tristeza, compasión, pena e incluso vergüenza. Vergüenza por el hecho de que los “míos”, los hombres, pudieran haber hecho semejantes cosas atroces hacia su misma especie. Lo que me llevó a pensar una vez más a que el hombre sigue siendo un animal sin importar cuan “civilizado” puede ser. Siempre seremos animales.

Viena, una ciudad que había tenido la gracia y el privilegio –tal vez- de haber sido el lugar de Sigmund Freud y Alfred Adler, durante la década de los cuarenta del siglo pasado, sufrió demasiado. ¿Cómo puede sufrir el lugar? Creo yo que sufre porque está conformada de las personas que lo habitan, y entonces, al se arrancadas de sus entrañas, sufre. Es algo en sentido figurado, por supuesto, pero a final de cuentas tiene cierta lógica. Los nazis comenzaban a hacer sus apariciones y la gente temía. Muchos huían, los que no podían permitirse tal “lujo” se quedaban intentando esconderse aunque al final la suerte no estaba de su lado. Y entre tantos había un médico quien llevaba por nombre Viktor Frankl que era el director de la sección de Neurología del Hospital de Rothschild, que atendía únicamente a pacientes judíos, por lo que su suerte era incierta. Al darse cuenta de ello toda la familia Frankl planeaba su huida: su hermana escapó a Australia, su hermano fue descubierto de su plan de irse a Italia y se lo llevaron junto con su familia al campo de Auschwitz en donde murieron. A Viktor le consiguieron un ‘visado’ para que pudiera irse a Estados Unidos y allá seguir con el desarrollo de sus teorías e ideas, pero había una cosa que no lo dejaba irse: sus padres. Le atormentaba la conciencia, ¿cómo iba a irse y dejarlos a merced de los nazis? Por lo que un día salió a caminar para pensar qué haría, pedía una señal y así le llegó. Y dijo “Así es que me quedé en tierra…, junto a mis padres, y dejé vencer la visa”. Por supuesto que sabía lo que significaba: en algún momento los encontrarían y serían trasladados a algún campo y así sucedió. Llegando a Aushwitz lo separaron de su mujer y no volvió a saber nada de ella; logró despedirse de su madre quién alcanzó a darle la bendición. Pero se sentía más tranquilo al saber que había hecho lo correcto al permanecer junto a sus padres, al contrario de sus hermanos.

“Un psicólogo en un campo de concentración”. Él dice que la historia es diferente porque la cuenta “desde adentro”, no es lo que alguien cree que sucede o se imagina, no, es lo que sucede exactamente y lo narra alguien que sufrió y vivió las atrocidades que ahí se llevan a cabo. Lo que busca e intenta responder es a la pregunta: ¿Cómo afectaba el día a día en un campo de concentración en la mente, en la Psicología, del prisionero medio? Aclara que no enfatizará en las atrocidades que hacían, sino que se ocuparían de los sacrificios, tormentos y la muerte de la incontrolable legión de víctimas anónimas y olvidadas, regalándoles a un segundo plano el dolor de los poderosos. De igual manera hace énfasis en el hecho de que las personas que nunca han pisado un campo de concentración o “lager” –como lo llamaban- siempre tendrían una idea errónea de las realidades que ahí se viven; además del hecho de que las verán con sentimentalismo y compasión. ¿Acaso pensaban que las víctimas de ahí dentro necesitaban compasión? ¡Por supuesto que no! En dado caso necesitaban ser salvadas y rescatadas, algo que es obvio estaba fuera de su alcance, pero desde mi punto de vista el sentir compasión era hacerlos ver más débiles de lo que ya eran ahí dentro, de lo impotentes que debían ser. No se daban cuenta de la lucha que llevaban día a día por salvar su propia vida o la de un amigo cercano, por tener al menos una migaja de pan… O del hecho de que ahí nadie vivía sin que otro muriera. Tampoco estaban conscientes de que al entrar a un campo los individuos perdían todo, que eran sólo un número y ya está, que eso era todo lo que les importaba. Eran un número, un “don nadie”. Así mismo Frankl aseguró algo: los mejores de entre nosotros no regresaron a casa.

Frankl no pretendía contar sus vivencias, sólo quería demostrar todo desde el punto de vista de un psiquiatra y de cómo todo ello afectaba en la psicología. Pero al final, estuvo consciente de que debía contar algunas vivencias para poder expresar lo que quería, para lograr que las personas lo entendieran. Aunque claro, en ningún momento describiría las atrocidades cometidas por los nazis.

Frankl hace mención a que existían y se distinguían tres fases en la psicología de todos los prisioneros: una primera fase que sigue inmediatamente a su internamiento, una fase de adaptación a la vida del campo, y una tercera que comienza con la liberación.

De esta manera llegamos a la primera fase: Internamiento en el campo.

El primer síntoma es el shock agudo e intenso. Era de esperarse que lo fuera ya que sabían que les esperaba un campo de concentración, aunque creo que lo que esperaban encontrar meramente eran las temidas cámaras de gas. El narrador describe también que podían entrar en estado de shock mucho antes de entrar formalmente al campo. Creo que los comprendo en ese sentido, no es que lo haya vivido, por supuesto, pero es un tanto obvio que al saber que has sido capturado por personas desalmadas –para mi lo son, y ese término es bastante corto y, honestamente, no ofensivo, al contrario de lo que se merecen- lo primero que te viene a la cabeza es que tu muerte es segura y que podría ocurrir en cualquier momento. Y suponiendo que eso significara un alivio porque no sufrirías día con día, ¿quién asegura que no serías torturado y mutilado de diversas maneras antes de morir realmente? Si, definitivamente yo entraría en shock desde el momento de la captura. Frankl también dice que en la psiquiatría hay un estado de ánimo que es conocido como la “ilusión del indulto”, el cuál es un mecanismo de amortiguación interna percibido por los condenados a la muerte justo antes de su ejecución; en ese momento conciben la infundada esperanza de ser indultados en el último minuto.

Después Frankl hace mención

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