Ensayo Inteligencia

HABILIDADES DOCENTES EN EL TRABAJO DIRECTO CON LOS ALUMNOS EN LA ESCUELA.

Desde que ingrese a la escuela normal, los profesores me daban una antología en la cual se encontraban una basta recopilación de lecturas, que tenia que leer y comprender; y desde entonces me hice una pregunta, ¿para qué me va a servir leer todo esto?

Antes de pararme frente a un grupo y desarrollar mi trabajo docente, esta pregunta no tuvo mucho sentido para mí, pero, una vez como maestro frente a grupo entendí la importancia de mi preparación teórica y la utilidad que representa al trabajar con adolescentes.

Considero que el conocimiento teórico es importante para el desempeño profesional, sin embargo puede resultar peligroso seguir la teoría como una fórmula, ya que no siempre funciona como lo espero.

Por lo tanto entiendo que es más importante conocer y establecer los momentos en los cuales es apropiado instaurar alguna acción tomando en consideración los diferentes factores áulicos, como lo son las características de los adolescentes, el contenido a tratar y los recursos con los que cuento. Por ello pienso que debo de aceptar la utilidad de la teoría por lo que sugiere, no por lo que percibe.

Se trata, por lo tanto, de cumplir con la necesidad que tiene un maestro de observar las situaciones desde diferentes perspectivas que ofrecen las teorías, para evitar sentirse limitado a una sola visión de los hechos.

No puedo olvidar, del todo, que la teoría es general; en cambio, la clase y los alumnos poseen características particulares. Esta verdad recalca la brecha que existe entre las ideas teóricas y las decisiones y acciones del maestro en el aula.

Por ello me resultó evidente que mis competencias docentes, no las iba a poder desarrollar con el simple hecho de leer y comprender los textos que me daban mis profesores; pues necesitaba ponerlas en práctica, y de qué forma podía lograr esto, pues con el trabajo directo con los alumnos, por medio de las clases que impartía en las escuelas secundarias.

Ahora bien algo de lo que claramente pude percatarme es de que el ser docente de secundaria, no es una labor sencilla, pues el trato es con adolescentes; quiénes se encuentran susceptibles a los diversos tipos de cambios; por lo tanto en mis prácticas me vi en la necesidad de interesarme por ellos, preocuparme por sus problemas, siempre tratando de apoyarlos en todo momento.

Al trascurrir mis jornadas de práctica observe un problema dentro y fuera de las aulas, la indisciplina de los adolescentes. Se que en esta etapa los alumnos tienden a tener comportamientos exagerados y variados, por esta razón en la ultima practica docente que desempeñe, me propuse estar cerca de los alumnos conociéndolos y comprendiéndolos.

Aunque este fue uno de los retos que me propuse para mi jornada de practica no pude desarrollarlo como hubiese querido, en uno de los grupos, encontré a un alumno con el que tuve dificultades, este alumno presentaba problemas de conducta, me refiero a que durante la clase no me respetaba, no realizaba las actividades, molestaba a sus compañeros, gritaba, entre otras acciones. Para tratar de solucionar este conflicto al termino de la sesión me acerque a él para entablar una charla y luego una amistad.

Todo esto lo hice con el objetivo de entender el comportamiento de mi alumno y ayudarlo si lo necesitaba o si quisiera. Al momento de acercarme al adolescente de inmediato me ignoro y por ninguna razón quiso acercarse a mí. Además que es muy poco el tiempo el que estuve en esa escuela, considero que me falto tacto pedagógico para saber como intervenir y por eso termino siendo una relación maestro-alumno distanciada, provocando problemas dentro del aula.

Un educador que tenga tacto se da cuenta de que no es el niño sino e profesor quien tiene que cruzar la calle para llegar al lado del niño. El profesor tiene que saber <<dónde está el niño>>, <<cómo ve el niño las cosas>>, cómo es que el estudiante tiene dificultad en cruzar la calle para así entrar en los dominios del aprendizaje.

Conforme a los alumnos del primer año a quienes les impartí clase, desde el primer día de clases detecte a un grupo de alumnos que les gustaba realizar relajo. De inmediato puse atención a estos alumnos, llamándoles la atención y dejando en claro que no iban a hacer lo que quieran aunque fuese practicante.

Un caso curioso en este grupo, fue un problema entre dos alumnas, cuando

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