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Facultad ciencias sociales.Psicología “IDENTIDAD”


Enviado por   •  23 de Mayo de 2019  •  Ensayos  •  3.398 Palabras (14 Páginas)  •  182 Visitas

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Psicología

                     Ensayo Formación Facultad Universidad Bernardo O’Higgins

                                                    “IDENTIDAD”

                                                                           Nombre: Carlos Becerra Sepúlveda

                                                                           Docente: Mauricio Acuña

                                                                           Sección: Lunes 8:30

Introducción

Para comenzar este ensayo, me he preocupado de observar cada punto requerido por el docente, por ende no es fácil dar un buen comienzo, el tema a tratar es la identidad, y se me hace complejo el abordar este tema, la manera que elegí para poder abarcar lo mejor posible lo requerido es haciendo la siguiente pregunta

¿Qué es la identidad? Para muchos el tema de identidad se vuelve confuso, ya que en la  actualidad se ha vuelto muy común debido a la identidad de género pero será esto un paso para comprender lo que es la identidad, por identidad se entiende las características que posee un individuo, mediante las cuales es conocido. Sin desconocer los aspectos biológicos que la conforman, buena parte de la identidad personal la formamos a partir de las interacciones sociales que comienzan con la familia, en la escuela y con la gente que se conoce a lo largo de la vida. La identidad así construida va a influir en la manera como actuamos en el mundo. No hay que caer en el error de confundir identidad con personalidad si bien esta viene a remplazar el concepto de identidad, pero no son lo mismo, precisamente en el énfasis que se otorga en la situación social, la interacción con otros y la influencia de las instituciones en la construcción de tal identidad. La noción de personalidad, de gran tradición psicológica, enfatiza en las expresiones internas del individuo, que lo hacen comportarse de una manera estable una vez integrada durante la infancia, a lo largo del tiempo o de la vida de la persona y que a la vez lo hace reconocible por parte de los demás. Así, unos individuos son de personalidad extrovertida o introvertida. Las teorías del aprendizaje social enfatizan en la situación en la que se encuentra el individuo para presentar una conducta, más que en la idea de una entidad como la personalidad. Por consiguiente las personas actúan de manera diferente en cada situación. El aparente patrón en la forma en que las personas se comportan no es atribuido a la personalidad, sino al hecho de que en el pasado esa forma de actuar ha resultado exitosa para el individuo ( Burr, 1995). Podemos abarcar distintos parámetros desde la identidad.

 La identidad social, si bien la identidad surge de gran manera por la interacción social también es posible suponer que estas influencias sociales y culturales pueden dar lugar a identidades colectivas derivadas de las contingencias que nos llevan a identificarnos como pertenecientes o afiliados a un entorno social significativo como la familia, la religión, la escuela o cualquier entorno que involucre a etnias sociales, por ende nuestra identidad queda ligada por las instituciones sociales.  Por consiguiente la identidad social es aquella parte de un individuo que se deriva de la afiliación que hacen de los individuos, las instituciones sociales a grupos sociales, conjuntamente con el significado valorativo y emocional asociado a esta pertenencia.

La identidad espacial, Las relaciones con el espacio hacen igualmente parte de nuestra identidad y por eso hacemos de nuestras posesiones una extensión de nuestro cuerpo (Páramo 2007; Sack, 1997). Personalizamos el espacio colocando objetos para darle nuestro sello personal, nuestra casa refleja en la decoración parte de nosotros mismos. Nuestros bienes se constituyen en parte de nuestra identidad y reflejan buena parte de lo que somos y de la manera como somos reconocidos. Su posesión nos resulta costosa, pero la sociedad se encarga de reconocer este esfuerzo; nos da reconocimiento ante los demás aparte de los beneficios o necesidades que nos satisface, por ello buscamos su protección. Las personas que por asuntos de la guerra y demás formas de violencia se tienen que desplazar de sus lugares, cargan consigo objetos con los que se sienten identificados. Otra manera de ver el papel que juega el espacio en la formación de nuestras identidades es en la identificación de roles que asumimos en los espacios públicos. Para Goffman (1971) las personas están envueltas permanentemente en diferentes dramas, en los cuales cambian sus roles y actuaciones de acuerdo a la situación, lo cual contribuye a ejercer control sobre el auto concepto que resulta de las observaciones que hacen los demás. Al desenvolvernos en los lugares públicos desempeñamos distintas actuaciones que vienen a estar mediadas por las propiedades físicas y sociales de cada lugar. Eventualmente, la adopción de estos roles pueden convertirse en una segunda naturaleza y ser parte integrante de nuestra identidad, aunque estemos cambiando siempre de situación. Goffman considera que actuamos en un escenario externo o región anterior que hace parte del individuo, escenario que consiste de un diseño físico decorado que contextualiza la actuación ante una audiencia; una apariencia consistente del vestuario, las expresiones faciales, la raza, edad y finalmente, una actuación o expresión. Este escenario social puede llegar a institucionalizarse con expectativas estereotipadas haciendo que se convierta en una representación colectiva y en una realidad empírica. Tal sería el caso de los roles que asumimos en los distintos ambientes por los que circulamos diariamente: la oficina, el hogar, los restaurantes, y demás lugares tanto privados como públicos.

El lenguaje forma parte fundamental del proceso de identidad, según lo ya aprendido por la psicología del aprendizaje, la invención del lenguaje y la escritura permitió la creación de códigos a través de letras y números que nos permitieron hablar de lo que hacíamos sin que los eventos fueran experimentados simultáneamente, transmitir dicha información a otros y evaluar nuestra propia conducta a partir de estos códigos simbólicos. Las instrucciones que damos a otros o las que nos repetimos nosotros mismos para enfrentar las condiciones ambientales parecen seguir reglas o guías codificadas en la forma de instigaciones a hacer algo, instrucciones o sugerencias que indican la manera como debemos enfrentar una determinada situación de manera eficiente, y no necesariamente a través del ensayo y error, estrategia que nos haría poco eficientes en la consecución de nuestras metas. En otras palabras, gracias al lenguaje podemos orientar nuestro propio comportamiento e influenciar el de los demás. De este modo, gran parte de nuestro comportamiento está influenciado por reglas explícitas como las que nos han enseñado en la escuela o en el hogar y que aunque no las verbalizamos, inciden en el control de nuestro comportamiento, o son tácitas como es el caso de la publicidad en donde se usa la transmisión de reglas de forma sutil. Tanto psicólogos como sociólogos están de acuerdo en que nuestra identidad (la manera como somos reconocidos por los demás) es el resultado de la interacción que tenemos con los demás. Y es gracias al lenguaje precisamente, que comenzamos a construir socialmente la identidad del individuo. El lenguaje nos hace personas; a través del lenguaje creamos las condiciones para identificar a las personas, y como veremos a continuación, para reconocerse a sí mismas a partir de lo que los demás dicen de ellas y de la diferenciación respecto de los demás. En síntesis respondiendo a la pregunta realizada al comienzo de este ensayo podemos definir la identidad como  una trama construida por diferentes fibras como la raza, edad, clase social, estado de salud física o mental, orientación sexual, género, nivel educativo, las que en su conjunto constituyen a esta misma. Esto quiere decir que nuestras identidades no son fijas que no estamos determinados por la naturaleza o producto de la accidentalidad, por el contrario parecen resultar de los discursos ideológicos.

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