Freud Sueños
santiago_riverti25 de Junio de 2013
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El surgimiento de psicoanálisis. Conceptos fundamentales.
Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg (Moravia), pocos años antes que Darwin publicara su obra sobre el origen de las especies. Esta obra fue considerada como una aberración durante mucho tiempo y como nos señala Kriz (1985) el maestro de escuela Scopes fue llevado ante los tribunales por difundir las teorías darwinianas de la evolución.
En esa época muchos de los “criterios científicos” eran mediatizados por las diversas interpretaciones de la Biblia, así en algunos medios se interpretaban las diferencias raciales sobre la base de los grados de degeneración que se habían producido a partir del estado original de perfección. Todos los pueblos descendían de Adán y Eva, pero unos habían degenerado más que otros. Los blancos se encontrarían entre los más próximos a la situación original, no así los negros que habrían degenerado más. Este planteamiento pretendía confirmarse en pretendidas pruebas científicas extraídas de la aplicación de métodos cuantitativos, como los trabajos de S.E. Morton que en 1850 publicó varios volúmenes con mediciones y tablas de volúmenes de mediciones cerebrales. Kriz (1985) nos dice:
“Para ello se basó en su completísima colección de cráneos, que midió primero con granos de mostaza y luego con municiones. Desde el supuesto general de la época, de que el volumen del cerebro era indicio del estado de desarrollo o de las capacidades intelectuales innatas, pudo corroborar el prejuicio de que los blancos se situaban en la cúspide de la jerarquía, los amerindios hacia la mitad, y los negros, en el escalón inferior ( y, dentro de los blancos, los teutones y anglosajones aparecían en lo alto, los judíos, en el medio, y los hindúes, en la posición inferior)”.1
Siguiendo esta lógica también se formuló que las mujeres “eran un poco más tontas que los hombres”, como formuló Broca en 1861. Un discípulo suyo Gustave Le Bon, argumenta, nos señala Kriz:
“En las razas más inteligentes, como la de los parisinos, existe gran cantidad de mujeres cuyo cerebro, por su tamaño, se aproxima más al del gorila que al de los cerebros masculinos más desarrollados (... ) ellas representan una de las formas inferiores del desarrollo de la humanidad”.2
Cuando Freud tenía ya 20 años prevalecían las teorías de Lombroso acerca de la tendencia innata de los criminales, pudiendo ser diagnosticada sobre bases anatómicas. Las teorías de este psiquiatra de Turín y sus discípulos prevalecieron durante un tiempo, culminando en un trabajo que se llamó El hombre delincuente, publicado en 1876.
La época en que Freud estudio medicina en Viena se puede decir que se encontraba en un punto de transición de lo que había sido una “fe eclesiástica”
1 Jürgen Kriz. Corrientes fundamentales en psicoterapia. Amorrortu editores 1985, pag. 23.
2 Jürgen Kriz. Corrientes fundamentales en psicoterapia. Amorrortu editores 1985, pag 24
que había inundado todos los dominios de la ciencia a una fe en una imagen del mundo determinista, mecanicista y materialista.
El siglo XIX estuvo dominado por la revolución científico-técnica, cuyo progreso promovía una cosmovisión materialista, por eso se negaba la existencia de todo lo que no se pudiera demostrar con métodos fisico-químicos, y en los modelos explicativos y clasificatorios de enfermedades mentales se recurrirá al esquema somatogenético con toda naturalidad. Las afecciones psíquicas se consideraban casi exclusivamente enfermedades del encéfalo, la psiquiatría era en lo esencial una neurología. Estas concepciones monocausales se vieron reforzadas por algunos de los progresos de la medicina general; L. Pasteur (1822-1895) introdujo la teoría de los gérmenes como agentes patógenos; en 1882 se descubrió el bacilo de la tuberculosis por R. Koch, así como una pretendida enfermedad mental, la parálisis general, era consecuencia de la sífilis, cuyo agente, la spirochaeta pallida, se descubrió en 1905.
Carlos Castilla del Pino (1984) en el prólogo de la edición en castellano de la biografía oficial de Freud, llevada a cabo por su amigo y discípulo E, Jones, nos dice:
“Entrado el siglo XIX las pasiones son dejadas a un lado y la locura, todo tipo de locura, es concebida como una enfermedad del cerebro, Griessinger, uno de los más representativos e influyentes psiquiatras de mediados del XIX, emite el siguiente aforismo: “las enfermedades mentales son enfermedades del cerebro”, y la alteración de la personalidad trata de ser detectada en las modificaciones patológicas de la sustancia cerebral.”3
Pero desde determinados planteamientos filosóficos podríamos ver lo que fueron los antecedentes del psicoanálisis. P. ej.: los filósofos S. Kierkegaard (1813-1855), y F. Nietzsche (1844-1900), aún partiendo de posiciones distintas compartían el hecho de la importancia de determinados sentimientos subconscientes; también en los escritos de A. Shopenhauer (1788-1860) se registran experiencias psicológicas de la vida cotidiana y observaciones inconscientes, e incluso en su obra se hace mención de sueños, hipnosis, compulsión de la repetición, deseo de muerte, represión, racionalización y un buen número de términos que nos recuerdan de forma directa a la obra freudiana. Incluso algunos escritores como Goethe (1749-1832) y Schiller (1821-1881) describieron el influjo de factores sociales y psíquicos en la génesis de conflictos y enfermedades mentales.
También podríamos encontrar entre los antecedentes de la obra freudiana los trabajos del ilustre filósofo valenciano L. Vives (1493-1541), donde su doctrina de la asociación de ideas y los temas relacionados con el olvido pueden tener alguna relación con el inconsciente y la asociación libre psicoanalíticos. Nos dice H. Carpintero(1994):
“Zillborg llegó a verle como el “ primer antecesor verdadero de Freud (... ) cuyas contribuciones a la psicología sobrepasan a las de todos sus
3 E. Jones. (1). Freud. Salvat 1984, pag.13.
contemporáneos y a las de muchos de sus descendientes científicos en más de tres siglos” (Zillborg y Henry, 1968 ).4
Pero antes de Freud todo este conjunto de teorías no ensambló una visión coherente del acontecer psíquico, ni mucho menos se aplicaron de forma sistemática en el tratamiento de cualquier problema psicopatológico.
Más influencia pudo tener el precursor de la hipnosis, el médico de Viena, F. A .Mesmer (1734-1815), cuya metodología sirvió después para el tratamiento de determinados síntomas histéricos, llevado a cabo por quienes serán maestros de Freud: Breuer, Charcot, Janet, Liebault y Berheim (Dadoum, 1982).
Los conceptos básicos que configuran la infraestructura psicoanalítica no sólo se convierten en fundamentales para el desarrollo del trabajo psicoanalítico sino para cualquier trabajo de corte psicodinámico. En este sentido, para conocer el desarrollo que posteriormente tuvo la obra reichiana y la jungiana es necesario conocer los principios básicos de la obra psicoanalítica.
Soy consciente de la dificultad de resumir los principios básicos que configuran el psicoanálisis (con el riesgo de una excesiva simplificación), debido, entre otros aspectos, a que el viejo profesor cambió el centro de gravedad de su obra en diversas ocasiones. Aún así, voy a intentar describir la evolución de los conceptos nucleares que forman el edificio psicoanalítico. Para ello me voy a basar en un anterior trabajo realizado por mí, Representación, emoción y mito (1999), trabajo utilizado para adquirir la suficiencia investigadora.
1. La teoría del trauma y el método catártico. En sus primeros trabajos (con Breuer, 1882-1895), Freud utilizaba la hipnosis, como método sugestivo que permitía calmar la sintomatología neurótico que se apreciaba en muchos de sus pacientes. Breuer en su tratamiento con Ana O. comprobó cómo en estado hipnótico la paciente asociaba espontáneamente con determinados contenidos que parecían estar en el origen de la enfermedad. Era entonces claro que las asociaciones conducían a determinados núcleos responsables de la enfermedad. Parecía coherente buscar la causa de los síntomas en un trauma temprano. La hipótesis central fue que la causa genuina del efecto terapéutico se situaba en el recuerdo y la revivencia de experiencias traumáticas.
2. La teoría sexual. La proliferación de contenidos íntimos sexuales en las asociaciones de algunos de sus pacientes, que demostró el importante papel que se debía atribuir al vínculo del cliente con el terapeuta (transferencia), lo llevó a esbozar su teoría de la libido (ruptura con Breuer). En un principio pensó que en la base del conflicto histérico había una seducción real, padecida en la temprana infancia, y el síntoma reflejaba un compromiso entre el recuerdo y la defensa frente a ese síntoma. Con posterioridad
4 H. Carpintero. Historia de la Psicología en España. Eudema Universidad 1994, pag. 34
(hacia 1897), modificó esta hipótesis: ya no se trataba de vivencias reales sino de fantasías del paciente.
3. La génesis del psicoanálisis. El trabajo con la hipnosis demostró bastantes deficiencias; no todos los sujetos eran hipnotizables y muchos de los síntomas parecían retomar después del influjo sugestivo (a esto podemos sumar la mala fama de hipnólogo que tenía Freud). Hubo un período de transición donde utilizó la técnica que denominó Coerción Asociativa, que consistía en establecer una presión sugestiva para que el sujeto recordase, pero pronto comenzó con el método de la asociación libre, donde el paciente se acostaba sobre el diván y declaraba todo lo que se le
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