Identidad Social
KarCeM19 de Marzo de 2014
3.834 Palabras (16 Páginas)494 Visitas
LA IDENTIDAD SOCIAL DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL
INTERACCIONISMO SIMBÓLICO
George Herbert Mead
La aportación más importante del pensamiento de Mead para el desarrollo de la Psicología Social fue su claro posicionamiento social en el desarrollo de la persona. Mead sostiene, sin ambigüedades la preexistencia y necesidad de lo social para su constitución frente a la tendencia de la Psicología a encarar la persona como un elemento más o menos aislado e independiente.
Las aportaciones y desarrollos de Mead, ejercieron influencia en el conjunto de la Sociología durante varias décadas hasta los años 30. Sin embargo a pesar de ello, la dominación en la Psicología de este período de las corrientes experimentalistas y de corte positivista hizo que no tuviera una primacía dentro de la Psicología Social. Es a partir de los años 60, cuando en el seno de la Psicología Social se reaviva la necesidad de una relevancia de lo social cuando
vuelve a reactualizarse el trabajo interaccionista. En las décadas de los 70 y 80 se da cierto reconocimiento a esta corriente ya que se reaviva el estudio del self, uno de los ejes claves del trabajo del Interaccionismo Simbólico.
En Mead confluyen las influencias del Pragmatismo y, específicamente, la obra de James, Dewey y Peirce. Mead conoció de primera mano el pragmatismo, y el pensamiento europeo de su época a partir de su formación en Europa con Wundt y Dilthey con quien, por cierto, inició una tesis que nunca concluyó. Posteriormente, se integró en el departamento de filosofía de la Universidad de Chicago e impartió sus cursos de Psicología Social hacia 1900. Se cree que
fue uno de los pioneros en la docencia específica de esta materia.
Mead se preocupa por entender cómo los seres humanos devienen seres sociales y al mismo tiempo cómo construyen la sociedad. En congruencia con esta preocupación, los fenómenos más importantes que va a estudiar son el self como self social y la construcción social de la realidad. Pero esta pretensión no es algo puramente especulativo puesto que en plena sintonía
con los intereses del pragmatismo, tanto Mead como otros interaccionistas están sensibilizados hacia diferentes cuestiones sociales como son la reforma social o el estudio del entorno urbano de la ciudad. Podría decirse que están más interesados por el desarrollo y utilización del conocimiento social que por los propios problemas disciplinarios (una característica no siempre fácil de encontrar en otras orientaciones psicosociales).
a) La fases de constitución de la persona según Mead
Para Mead “la persona es algo que tiene desarrollo, no está presente inicialmente, sino que surge en el proceso de experiencia y la actividad sociales” (Mead, 1934, p. 167). La característica central de la idea de persona desarrollada por este autor es la de ser objeto para sí misma, y esa característica la diferenciará de otros objetos y del cuerpo. En esta
característica se evidencia la “naturaleza” reflexiva de esta definición y por tanto la defensa de la comunicación como proceso esencialmente humano. Ahora bien, su propuesta sobre la comunicación se basa en una propuesta de racionalidad comunicativa: “lo esencial para la comunicación es que el símbolo despierte en la persona de uno lo que despierta en el otro individuo. Tiene que tener esa clase de universalidad para cualquier persona que se encuentre en la misma situación” (Mead, 1934, p.180).
Mead desarrolla también una propuesta de comprensión de la génesis de la persona dividiéndola en fases evolutivas. El impacto en la época de las ideas de Darwin se evidencian en el pensamiento de Mead y en sus constantes reflexiones en clave evolutiva, ya sea en la explicación de la génesis de la persona como en las referencias acerca de sociedades más o menos civilizadas, más o menos evolucionadas. En las bases evolutivas de constitución de la persona se erige en un elemento clave de explicación: la significación: “la significación de un gesto para un organismo se encontrará en la reacción de otro organismo a lo que sería la completación del acto del primer organismo que dicho gesto inicia e indica”. (Mead: 1934, p.177). El símbolo, por tanto, provoca en otro la misma reacción que provoca en el pensador. El símbolo es un universal de raciocinio.
Asimismo, uno de los factores básicos en la génesis de la persona emerge a través de las actividades lúdicas. El juego es entendido como la fase previa al desarrollo del juego organizado. El juego se describe como la adopción por parte de alguien de un rol diferente. Esta etapa es característica de los niños y en ella, éstos utilizan sus propias reacciones a los estímulos provocados por el juego para construir una persona. En esta etapa, el niño pasaría a la adopción de un todo organizado, siendo esto esencial para la conciencia de sí, eje de la
definición de persona según Mead. En los juegos el niño tiene que tener la actitud de todos los demás que están involucrados en el juego. Ante las actitudes de las jugadas de cada participante, se debe asumir una especie de unidad, de organización. Aparece aquí la referencia a un “otro” que es una organización de las actitudes de los que están involucrados en el mismo proceso. La actitud del otro generalizado es la actitud de la comunidad. El
juego posibilita según Mead el convertir a la persona en miembro consciente de sí, de la comunidad a la cual pertenece. Es esa pertenencia, en clave de interiorización de actitudes, y por tanto moral, la que construye a la persona.
Para Mead es preciso que exista una estructura común a fin de que seamos miembros de una comunidad. No podemos ser nosotros mismos a menos que seamos también miembros de un grupo o comunidad. Por lo tanto, el proceso por el cual surge la persona es un proceso social que involucra la interacción de los individuos del grupo e involucra la pre-existencia del grupo. El otro generalizado es a la comunidad o grupo social que proporciona al individuo su
unidad de persona. La organización de las actitudes comunes al grupo es lo que compone a la persona organizada. Una persona lo es porque pertenece a una comunidad, en la medida que ésta Le proporciona lo que son sus principios, las actitudes reconocidas de todos los miembros de la comunidad hacia lo que son los valores de esa comunidad.
No se puede desarrollar un límite claro entre nuestra propia persona y las de los otros: nuestra propia persona existe y participa como tal en nuestra experiencia, pero también sólo en la medida en que las personas de los otros existen y participan como tales en nuestra experiencia. Mead reconoce la posibilidad de la participación del individuo en varios subgrupos sociales de pertenencia, lo que “posibilita su entrada en definidas relaciones sociales con
una cantidad casi infinita de otros individuos que también pertenecen a –o están incluidos en- una u otra de esas clases o subgrupos abstractos. Pero, la más amplia o extensa es, por supuesto, la definida por el universo lógico del raciocinio, “el sistema de símbolos significantes universales” (Mead: 1934, p.187).
En esta lógica de comunidades más amplias o más extensas la manera de reaccionar hacia la desaprobación de la comunidad es hacer referencia a una comunidad más amplia.
b) Partes constitutivas de la persona.
El individuo se va constituyendo en su experiencia sobre la base de las relaciones e interacciones sociales que le permiten la incorporación del otro generalizado, como orden del grupo o comunidad a la que pertenece. Junto a esta idea y la base comunicativa, y por tanto simbólica de este proceso, Mead describe a la persona como activa en el proceso de construcción de sí y del entorno-mundo social en el que se encuentra.
La actividad de la persona es explicada por la doble configuración de la persona. Y la persona es descrita en términos interactivos como algo que se establece de forma dialéctica entre lo que denomina “mí” y “yo”. El mí lo entiende como el conjunto de actitudes de los otros que cada persona interioriza como propias, “grupo de actitudes que representa a otras de la
comunidad, en especial a ese grupo de reacciones organizadas que hemos detallado al analizar el deporte, por un lado, y las instituciones sociales, por el otro”. (Mead, 1934, p. 219.). Es decir, para tener conciencia de sí (característica definitoria de la persona) uno tiene que tener la actitud del otro en su propio organismo, como controladora de lo que se va a hacer. Lo que aparece en la experiencia inmediata de la persona de uno, al adoptar tal actitud, es lo que denominamos el “mí”. La persona que es capaz de mantenerse en la comunidad es reconocida en ésta, en la medida en que reconoce a los otros. El mí representa una parte convencional, habitual.
Esto plantea la duda general en cuanto a si puede aparecer algo nuevo y cómo explicarlo. La respuesta es que “Prácticamente, es claro, la novedad se da constantemente, y el reconocimiento de ello recibe su expresión, en términos más generales en el concepto de emergencia”. (Mead, 1934, p. 223). Ello se aprecia en la utilización del lenguaje: lenguaje común existe, pero se hace un distinto empleo del mismo en cada nuevo contacto entre personas; el elemento de novedad de la reconstrucción se da gracias a la reacción de los individuos hacia el grupo al cual pertenecen. De hecho, “El yo es la reacción del individuo
a la actitud de la comunidad, tal como dicha actitud aparece
...