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JUAN AMOS COMENIO


Enviado por   •  27 de Marzo de 2015  •  1.372 Palabras (6 Páginas)  •  269 Visitas

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8. En segundo lugar, la verdad y la certeza de la ciencia no estriban más que en el testimonio de los

sentidos. Efectivamente; las cosas se impresionan en primer lugar e inmediatamente en los sentidos

y después por medio de ellos en el entendimiento. Prueba de esto es que el conocimiento sensual

hace fe por sí mismo; pero en el raciocinio o testimonio ajeno debe recurrirse a los sentidos para

mayor certeza. No damos crédito a la razón sino en cuanto es capaz de ser comprobada por la

inducción particular de los ejemplos (cuya certeza se afirma por los sentidos). No se presta fe al

testimonio ajeno contra la experiencia del sentido propio. Por lo tanto, la ciencia es tanto más cierta

cuanto mayor fundamento tiene en los sentidos. En resumen: Si se quiere engendrar en los

discípulos verdadero y exacto conocimiento de las cosas hay que procurar que la enseñanza toda sea

por medio de la propia intuición y de la demostración sensual.

9. Puesto que los Sentidos son los fidelísimos proveedores de la memoria, la dicha demostración

sensual dará por resultado la perpetuidad en el conocimiento; esto es, que lo que cada cual sepa lo

sepa con constancia. Efectivamente; con una sola vez que haya probado la caña de azúcar, o visto

un camello, oído cantar un ruiseñor o estado en Roma y la haya recorrido (con tal que preste a todo

atención), quedarán tan indeleblemente grabadas estas sensaciones en mi memoria que no podrán

borrarse. Así vemos que es posible, que es muy posible, fijar en los niños los relatos de la Biblia y

otras historias mediante cuadros o pinturas. Con gran facilidad y persistencia podemos, cualquiera

de nosotros, imaginarnos lo que es un rinoceronte, si, aunque no sea más que en pintura, lo hemos

visto alguna vez, y es evidente que con mayor certeza conoceré lo acaecido en cualquier asunto si

en ello he intervenido que si lo hubiese oído contar un millón de veces. De aquí el dicho de Plauto:

Más vale un testigo ocular que diez de referencia. O el precepto de Horacio: Con menor intensidad

llega al espíritu lo que percibe por los oídos que lo que el espectador tiene ante sus ojos y él mismo

se proporciona. Así, el que presenció con atención una sola vez la anatomía del cuerpo humano,

comprenderá y recordará todas las cosas con mayor evidencia que el que hubiera leído muchos y

muy extensos comentarios sin la inspección ocular. De aquí el aforismo: la inspección ocular es la

mejor demostración.

10. Puede también, si en alguna ocasión falta el natural, emplearse modelos o representaciones. Esto

es, modelos o imágenes hechos para la enseñanza, como es práctica constante en los botánicos,

zoógrafos, geómetras, geodestas y geógrafos, que suelen presentar sus descripciones o

demostraciones acompañadas de figuras. Igual debe hacerse en Física y otras ciencias por el estilo.

Por ejemplo: La constitución física del cuerpo humano puede, según nuestro método, enseñarse

perfectamente si colocamos en el esqueleto de los huesos humanos (como se guardan en las

academias o hecho de madera), formados de piel fina y rellenos de lana, todos los músculos,

tendones, nervios, venas, arterias, con las vísceras, pulmón, corazón, diafragma, hígado, estomago e

intestinos; todo en su exacto lugar y dimensión, reseñado con el nombre y empleo de cada uno. Si

llevamos a un discípulo de Física [Fisiología] a ver esto y le enseñamos detalladamente cada cosa,

casi por curiosidad se fijará en todo y se dará perfecta cuenta de la estructura del cuerpo humano.

Como esto, también deberían construirse en todas las rama del saber modelos autópticos (esto es,

reproducciones de las cosas que no pueden tenerse realmente) con el fin de que es tuviesen al

alcance de las escuelas. Y aunque fuesen necesarios muchos gastos y bastante trabajo, el resultado

habría de ser en extremo sorprendente.

11. No faltará quien dude que todo puede, del modo dicho, representarse ante los sentidos, aun lo

espiritual y ausente (cuanto existe y acaece en el cielo o en el abismo o en las regiones del otro lado

del mar); pero basta con recordar que por disposición divina hay en todo tan grande armonía que

podemos representarnos de manera absoluta lo superior por medio de lo inferior, lo ausente por lo

presente, lo invisible mediante lo visible. Claramente se demuestra con el Macro microcosmo de

Roberto Flutto, que presenta ante nuestros ojos con gran ingenio la generación de los vientos,

lluvias

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