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La Enseñanza Del Pensamiento


Enviado por   •  3 de Julio de 2013  •  2.129 Palabras (9 Páginas)  •  236 Visitas

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II. LA ENSEÑANZA DEL PENSAMIENTO

Imaginemos una situación ficticia en la que alguien encuentra en el buzón de su casa un folleto publicitario que dice: “¡Aprenda a ser más listo en menos de seis semanas y casi sin esfuerzo, con el curso «SÓCRATES»!”. Supongamos además que a ese alguien le interesa el producto anunciado. Estudia la conveniencia de comprar el curso con el consiguiente desembolso de una buena cantidad de dinero. Antes de comprar este producto que le permitirá ser más inteligente, y quizás sacar mejores notas en su carrera o promocionarse rápidamente en su trabajo, ese alguien sentirá probablemente la necesidad de aclarar algunas dudas que le surgen ante la posibilidad de que el curso sea un engaño, y sobre todo porque no es lo bastante ingenuo como para pagar una importante suma de dinero por nada. Nuestro personaje ficticio quería saber qué se entiende en el curso por “listo”, esto es, ¿De qué enseñanza se está hablando? Una vez aclarado este punto satisfactoriamente, ya que a nuestro protagonista se le aclara que se trata de aprender a ser más inteligente, la siguiente duda que le surge es la de si en realidad lo que ahí le van a enseñar es algo que él no sepa; dicho de otro modo ¿En realidad necesito esas destrezas que se me ofrecen? Supongamos que a nuestro personaje, hechas las consultas oportunas, se le convence de que con el curso «SÓCRATES» aprenderá destrezas que o no posee, o no tiene bastante desarrolladas.

Pero aún le surge otra duda: ¿Realmente se puede enseñar lo que dicen? Uno tiene que aprender a nadar o a conducir, pero ¿enseñar a ser listo? Y en el caso de que sea posible ¿cómo lo enseñan? ¿De qué modo? ¿Mediante qué método? Hasta que no disipe estas dudas, es probable que nuestro personaje no realice el pedido del sugerente curso «SÓCRATES».

Los estudiosos del pensamiento adoptan el mismo punto de vista que nuestro protagonista para poder alcanzar alguna conclusión sólida sobre la viabilidad de la enseñanza del pensamiento. Debemos responder al menos a estas cuatro cuestiones: 1) ¿De qué enseñanza ENSEÑAR O APREDER A PENSAR 3

hablamos? 2) ¿Por qué necesitamos enseñar a pensar? 3) ¿Es posible enseñar a pensar? 4) ¿Cómo enseñar a pensar? Estos interrogantes acotan los aspectos fundamentales de la enseñanza del pensamiento. No se puede concluir si se está a favor o en contra de esta posibilidad mientras no respondamos a todas ellos.

1. NATURALEZA DE LA ENSEÑANZA DEL PENSAMIENTO

La más obvia para todos es establecer de qué enseñanza hablamos. El pensamiento es un concepto que se puede entender, en un sentido general, como incluyendo “todas las actividades cognitivas inteligentes” (Ericsson y Hastie, 1994, p. 37), o “todo lo que media entre la percepción y la acción” (Johnson-Laird, 1993, p. xi). Y también lo podemos definir como un mecanismo de adquisición de conocimiento, un proceso que crea conocimiento a partir del que ya existe. Este mecanismo de adquisición se entiende que es el resultado de habilidades intelectuales como el razonamiento. Una idea ampliamente aceptada, define el pensamiento como toda habilidad intelectual que nos permita lograr del modo más eficaz los resultados deseados. En un sentido menos amplio, lo podemos equiparar a toda actividad de razonamiento, toma de decisiones o solución de problemas (Ericsson y Hastie, 1994). Esta idea recoge los ámbitos más genuinos del campo de la psicología del pensamiento, sus temas fundamentales de investigación.

La idea que asumimos en este artículo es entender que el pensamiento es un proceso de adquisición de conocimiento, logrado mediante habilidades como las de razonamiento, solución de problemas o toma de decisiones, y que ese conocimiento adquirido nos permitirá lograr con mayor eficacia los resultados deseados. Al lector le puede surgir la duda de si esta idea incluye la de inteligencia o es otra cosa distinta. Muchas iniciativas de intervención se dirigen a la mejora de esta capacidad. La duda razonable que puede surgir es si enseñar a pensar es lo mismo que mejorar la inteligencia. Entendemos que desde un punto de vista de la intervención sí lo es, pero desde un punto de vista conceptual, no. Expliquemos esta distinción. La inteligencia es, en nuestra opinión, un concepto muy problemático por su naturaleza heterogénea. En él tienen cabida, no sólo los aspectos cognitivos, sino también los motivacionales y algunos rasgos de 4 Carlos Saiz

personalidad. Consideramos que una forma de solucionar estas dificultades es, como hacen algunos autores, definir la inteligencia como la potencialidad de nuestro sistema cognitivo. Y una cosa es la potencialidad y otra bien distinta su expresión. La habilidades cognitivas serían la expresión de esa potencialidad. Y entre estas estarían las de pensamiento. Desde el punto de vista de la instrucción (o de la intervención educativa), hablar de mejorar la inteligencia o enseñar a pensar no entraría en conflicto, porque en ambos casos lo que se persigue es mejorar las habilidades intelectuales superiores (razonamiento, capacidad de abstracción, solución problemas, etc.). Por esta razón, consideramos que inteligencia y pensamiento son equivalentes en el ámbito de la instrucción, pero distintos en cuanto a su naturaleza.

Entendemos por enseñar a pensar toda iniciativa que mejore habilidades como el razonamiento, toma de decisiones o solución de problemas. No queda excluida la enseñanza de la creatividad, puesto que la consideramos como una clase de pensamiento, eso sí, muy especial, del mismo modo que lo es el pensamiento crítico. Identificamos la creatividad más por los resultados que por la naturaleza de las operaciones que intervienen en ella. El pensamiento, podríamos decir; “trabaja creativamente” cuando se ocupa de eventos o problemas mal definidos, ambiguos o inciertos. Por otra parte, pensamos críticamente cuando incrementa la probabilidad de conseguir los resultados esperados. Expresamos así que la enseñanza del pensamiento contempla todos estos aspectos, siendo conscientes del intenso debate que existe, en particular, en torno al concepto de creatividad.

Una vez explicada la naturaleza de la enseñanza del pensamiento, vamos a ocuparnos de explorar si tenemos alguna necesidad de esta clase de enseñanza.

2. LA NECESIDAD DE LA ENSEÑANZA DEL PENSAMIENTO

La siguiente pregunta que nos debemos plantear es si necesitamos enseñar a pensar. Contestar que no lo necesitamos exige demostrar que nuestro funcionamiento intelectual es aceptable para el desempeño de nuestras actividades, que no existen deficiencias en el mismo que impidan el logro de nuestras metas. Sin considerar más datos que los de la experiencia personal, resultaría difícil sostener esta conclusión de

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