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La Esperanza Vive En Mí


Enviado por   •  11 de Febrero de 2014  •  2.305 Palabras (10 Páginas)  •  312 Visitas

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SOBRE LA LOCURA

La locura, en el lenguaje coloquial, designa el estado mental de una persona, en la cual su discurso, acciones y comportamiento, no parecen tener sentido alguno para el observador, pudiendo ser pasajera o perdurable así como ser provocada o existir desde un estado base. Actualmente en el campo de estudio psicológico-psiquiátrico la “locura” se define con términos más especializados, como es el caso de los numerosos trastornos psicóticos, tales como la paranoia, la esquizofrenia, la bipolaridad, etc.

En occidente, la historia y la concepción de la locura ha ido evolucionando: en la época primitiva el hombre creía que cosas como el viento, la lluvia, el frio y el calor eran manifestaciones místicas que llegaban para recompensar o para castigar, las enfermedades eran enviadas por seres sobrenaturales invisibles o provocadas por las prácticas mágicas o místicas de los enemigos. El comportamiento anormal del enfermo mental se explicaba por la intervención de malos espíritus, fuerzas malignas y demoniacas que tomaban posesión de la persona, y para influenciar a estos demonios se tomaban como humano, con encantaciones, oraciones, rituales, amenazas o bien por la sumisión y la expiación. Para los hebreos, había un solo Dios quien regia la salud y la enfermedad, “Soy yo quien hace vivir y quien hacer vivir, cuando he herido, soy yo quien otorga la salud” dice el Deuteronomio. La enfermedad estaba destinada a castigar al hombre por sus pecados y la curación era un signo de divinidad; “Yaveh te herirá con locura, ceguera y confusión de los sentidos” dice también el libro de Deuteronomio. Los demonios que causan la locura no hacían más que obedecer las órdenes de Dios.

Entre las creencias que van desde el hombre primitivo hasta la época moderna, apareció una época de razonamiento científico basado en la observación, esto durante la época de la antigua Grecia y Roma. En el siglo V a.C., Pythagóras fue el primero en decir que el órgano de la inteligencia humana era el cerebro, y por lo tanto el lugar donde se originaban las enfermedades mentales. Plátōn dijo posteriormente que el principio vital del cuerpo es el alma. En el siglo IV a.C. Aristotélēs describió el contenido de la consciencia basándose en una observación interior, de modo que distinguió entre sensación, conación (que es aquel esfuerzo por medio del cual se determina la voluntad), y las emociones. El consideraba que el pensamiento dirige la conación a la obtención del placer y a la eliminación del dolor. Cicero (Siglo I a.C.) es el único filósofo de la antigüedad que expresó que el hombre es el único responsable de su propio comportamiento ya sea normal o patológico. Otro romano, Soranus combatió la demonología, según La Historia de la Psiquiatría, de Alexander y Selesnick, Soranus creía que el sufrimiento o los malestares de los enfermos mentales se podía aminorar al escucharlos o hablar con ellos sobre sus ocupaciones u otros temas de su interés. En el siglo IV el Emperador Romano, Constantinus hizo que el cristianismo fuera la religión oficial del imperio. Después de las invasiones bárbaras, las epidemias de peste, la hambruna, la tiranía, la inseguridad en el imperio, los hombres buscaban consuelo en las creencias sobrenaturales y el cristianismo trajo un mensaje de esperanza, el de una vida mejor en el más allá. De esta manera el cristianismo influyo en todos los aspectos de la vida incluyendo la salud. “El insensato es aquel que dice en su corazón que Dios no existe” dice el Salmo 53, con esto entendemos que el loco es entonces un ateo. En esta época los ateos eran presa del diablo ya que este los poseía, Tommaso d’Aquino decía que “el diablo puede detener completamente el uso de la razón causando problemas con la imaginación y el apetito sensible”. Aunque nadie estaba a salvo de ser poseído, los caballeros, la gente común, los monjes, los niños, los ancianos, estando todos en un mismo grupo.

Durante la edad media, también se creía que era el hombre quien buscaba tratar con el diablo, como es el caso de los brujos. Desde el siglo XI las hechiceras eran quemadas vivas, pero no era la Iglesia quien dio origen a la represión sino la opinión pública ya que ante algún evento desfavorable o trágico se daba la responsabilidad a una supuesta hechicera, sin embargo a partir del siglo XIII la iglesia se hizo cargo de estos asuntos pues los brujos y demás comenzaron a introducirse en el terreno de las visiones del futuro y pues “el futuro estaba reservado para Dios”. Por lo que en toda Europa los hechiceros y hechiceras fueron torturados, azotados, encerrados, quemados vivos, etc. En este mismo siglo se hizo una amalgama entre los brujos, los herejes y los enfermos mentales. Los cátaros, acusados de brujería fueron condenados por los tribunales de la inquisición. Estos supuestos brujos y herejes muchas veces eran los enfermos mentales o al menos personas con un psiquismo frágil, esto según el francés autor del libro La Locura en la Edad Media, Muriel Laharie:

“Sus trances, sus experiencias oníricas (los sueños y situaciones imaginarias de carácter inconsciente), y sus alucinaciones (las cuales a veces eran provocados por la ingesta de algunas plantas u hongos alucinógenos) entran en el cuadro de estados histéricos, depresivos, o bien de psicosis delirantes, agudos o crónicos. Pero su mitomanía, sus fabulaciones, sus discursos ingenuos, confusos, o incoherentes eran explicados por una pseudo-alianza con el diablo”.

Michel Foucault analizó también la edad media comenzando con los leprosos, señalando como estos eran apartados de la sociedad de los vivos. Y se planteaba la cuestión de que será de los leprosos una vez que la lepra desapareciera. Estos seguían siendo excluidos. A partir de ahí el traza una historia de la enfermedad mental en el siglo XV, y del interés en Francia por el encarcelamiento de estos. Un decreto en el siglo XVII estableció los “Hospitales Generales” que servirían como confinamiento para los lunáticos, los pobres y los criminales. Estos lugares serán a la vez “vectores de represión y de caridad”.

Desde el siglo XIV, los primeros humanistas como Dante Alighieri, Giovanni Boccacio y Francesco Petrarca, atacaron las doctrinas rígidas y autoritarias de la iglesia y esto se incremento en el Renacimiento con genios como Mikołaj Kopernik, Francis Bacon, Leonardo da Vinci, Niccolò Macchiavelli, Michel de Montaigne y Erasmus de Rotterdam. Durante esta época los científicos, los artistas eran considerados locos.

Durante el siglo XVIII se establecieron los asilos, creados como resultado de una conciencia social regida por la razón científica. En los asilos se internaban a los locos puesto que no podían ser libres dada su situación.

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