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La Muerte Clínica: Un Diagnóstico Y Un Testimonio


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  7.953 Palabras (32 Páginas)  •  290 Visitas

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La muerte clínica: un diagnóstico y un testimonio

Clinical death: A diagnosis and a testimony

J. L. Trueba

Prof. Asociado de Neurología. Hospital Universitario Doce de octubre UCM.

Presidente de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica.

LA MUERTE CLÍNICA:

ALGUNAS CONSIDERACIONES TERMINOLÓGICAS

La última palabra del final de la vida es la muerte. El final de la vida y la muerte son términos muy serios con los que los médicos afrontamos al problema de la existencia de una persona como viviente. Cuando de lo que se trata es del final de la vida de un hombre concreto nos estamos refiriendo al periodo final del proyecto vital de una persona y es aquí donde la palabra “muerte” adquiere su mayor trascendencia y complejidad.

El propósito de este trabajo es realizar una serie de consideraciones sobre los aspectos clínicos y los problemas éticos que suscita el diagnóstico de muerte al final de la vida de un hombre concreto. Este es el sentido de lo que llamaremos “muerte clínica”, es decir: la actualidad presencial de la realidad de la muerte en quien yace, postrado clínicamente1, ante un médico, que tiene que afrontarlo, verificando y atestiguando mediante un juicio diagnóstico el “estado de muerte irreversible”; lo que permitirá tomar las decisiones pertinentes al respecto.

Al final de la vida humana, lo que en otro capítulo de esta monografía se aborda como “el morir”, se refiere a terminalidad, pero no a la realidad de “la muerte”; las decisiones que se pueden y deben tomar en una u otra situación son muy distintas, siempre importantes, pero no igualmente trascendentes.

Conviene aclarar que desde un punto de vista conceptual no es lo mismo el término “el morir” que el de “muerte clínica”, ya que el primero se refiere al proceso biológico del morir mientras que el segundo se refiere al momento en el que se diagnostica y atestigua un “nuevo estado”; el de estar muerto. Veamos las diferencias entre ambos términos.

En primer lugar, “el morir”. Se refiere a un proceso asistencial de un paciente, con un pronóstico de situación evolutiva terminal. Es, pues, un pronóstico clínico dentro de una referencia lineal del tiempo de la vida humana; conlleva una predicción pronóstica de muerte próxima, lo que permite la consideración de que el proceso clínico está en estado terminal. El estado terminal plantea otros problemas: especialmente la futilidad de las decisiones terapéuticas y la posibilidad de una “limitación del esfuerzo terapéutico”2. Así, pues, “el morir”, se refiere a la vida humana concreta como proceso biológico, y al pronóstico de terminalidad de la vida temporal biológica del sujeto; implica un pronóstico vital negativo, pero no afecta necesariamente la dimensión ontológica del sujeto personal, en tanto que su individualidad como todavía viviente no se cuestiona.

En segundo lugar, “la muerte”. Puede referirse a un estado o a un evento. La muerte como estado es el opuesto a la vida; la muerte como evento es el fin de la vida, opuesto al nacimiento. El evento de la muerte es la culminación de la vida en un organismo vivo, mientras que el estado es lo que sucede a dicho evento3. Dicho en términos médicos: el evento equivale al juicio diagnóstico de muerte clínica; el estado al pronóstico que se deriva del diagnóstico; el estar muerto sin posibilidad de retorno a la vida, y en una situación que ha de conducir necesariamente a la desestructuración orgánica total del cuerpo: la putrefacción del cadáver en un tiempo inmediato. La “muerte clínica” al reconocer un “nuevo estado”, compromete la dimensión ontológica del sujeto objeto de estudio; es un hecho real muy trascendente, ya que abre la posibilidad de actuaciones muy trascendentes como pueden ser: la firma de un parte de defunción, la retirada de la respiración asistida, o la solicitud de donación de órganos a la familia del fallecido.

LA MUERTE CLÍNICA COMO JUICIO DIAGNÓSTICO: NECESIDAD DE DEFINIR EL MOMENTO DE LA MUERTE

Si la muerte clínica es un evento diagnóstico que abre a la actualidad de un nuevo estado (la presencia de una realidad reconocible como muerte en quien yace ante el médico), será necesario definir de la manera más precisa posible los criterios que permiten reconocerla; los datos y hechos que son necesarios para admitir la irreversibilidad vital del organismo y la mera consideración del cuerpo como “cadáver”.

¿En que momento tiene lugar eso que llamamos “muerte”? Esta es la cruz del asunto. En esencia ¿qué es la muerte? El problema del momento de la muerte tiene serias implicaciones a nivel práctico, y es un aspecto de gran interés desde el punto de vista judicial, filosófico, teológico y moral4-6.

Plantearse la pregunta de en qué momento tiene lugar lo que llamamos “muerte clínica” remite necesariamente a las preguntas esenciales sobre la “muerte humana”7. Ambas cuestiones no son caprichosas, pues, siendo el hombre el único animal que conoce la existencia de la muerte, y el único que conoce que todos necesariamente tenemos que morir, afrontar la muerte del “otro” y asumir la ineludible muerte propia, implican necesariamente a cada individuo como persona, y a todas las estructuras sociales en la reflexión y participación de la toma de decisiones, que no pueden quedar reducidas a un planteamiento exclusivamente científico o clínico asistencial.

Y es que no es fácil establecer una definición de muerte que pueda ser entendida y aceptada por todos. Sin embargo, la muerte clínica por tratarse de un problema práctico, esencialmente basado en hechos de experiencia, siempre será un problema ético que obligará a tomar decisiones desde la incertidumbre. No puede ser de otra manera ante un conocimiento empírico. No obstante, estamos obligados a tratar de perfeccionar nuestro conocimiento del proceso del morir, perfeccionar nuestros criterios y buscar cada vez criterios más sólidos para el diagnóstico de la muerte

Establecer criterios para definir lo mejor posible el momento de la muerte resulta ser una imperiosa necesidad fruto de un doble imperativo: ético y legal.

EL IMPERATIVO ÉTICO EN EL DIAGNÓSTICO DE LA “MUERTE CLÍNICA”

En trabajos anteriores me referí al problema que plantea desde un punto de vista práctico el hecho de que la muerte clínica ha de establecerse como un momento de un proceso

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