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La experiencia socializadora


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  Tesis  •  2.326 Palabras (10 Páginas)  •  261 Visitas

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INTRODUCCIÓN.

La experiencia socializadora del niño en el preescolar y su papel como integrante de un grupo de iguales junto con su rol de alumno constituyen dos experiencias simultáneas. Los niños y niñas van obteniendo experiencias sociales previas con sus hermanos, amigos, vecinos, parientes, etcétera, pero el rasgo distintivo de la relación que establecerán en el preescolar es que con otros niños estará mediada por la actividad escolar. Cuando los niños llegan al preescolar traen consigo una enorme variedad de estrategias de relación, que sólo se pueden potenciar en un clima que permita su desarrollo tanto cognitivo como social. Además de este potencial, debemos recordar que la conducta prosocial es fuertemente dominante en los primeros años. En la relación con la conducta prosocial se analiza cómo se va aprendiendo el sentido de la reciprocidad genérica en la conducta, es decir, conducir de manera equivalente y abrir la oportunidad a una reciprocidad positiva en los niños. También debemos considerar que la labor de las docentes será en beneficio para promover las relaciones positivas entre los alumnos y para ello se requerirá de mucho ingenio para implementar las estrategias necesarias para fortalecer tales relaciones como bien puede ser el hecho de dar a conocer el aprendizaje colaborativo, ya que éste tiene enormes ventajas tanto en el trabajo individual porque los niños hablan, discuten entre sí sobre un tema determinado y se apoyan, lo cual constituye un factor central para lograr la integración en el grupo. Con estos temas pretendo que se reconozca la importancia de ser sensibles y respetar lo que es distinto, pero también la necesidad de que los niños reconozcan que existen ciertos elementos fundamentales en los que se basan las interacciones con los demás, porque son parte de la naturaleza que justifica la existencia de la escuela como un espacio civilizado.

En palabras de Hartup, la interacción con iguales comienza en todas las culturas cuando los niños experimentan contactos regulares con otros niños durante el primer año de vida. Esta interacción evoluciona desde encuentros hasta interacciones sociales diferenciadas y desde las necesidades de los otros hasta la reciprocidad social y aprendizajes óptimos.

En los años preescolares, es evidente que los niños comiencen por reconocer los espacios que el jardín de niños les brinda, el ambiente o calidez que le brindará el aula de clases, que conozcan a la educadora que estará a cargo de ellos y más aún a sus compañeros de clase, porque los niños son seres sociales y deben aprender patrones de la vida en sociedad: cómo iniciar la interacción social, cómo interesarse por los otros, cómo afirmar su personalidad, aprender a trabajar de manera colectiva haciendo a un lado el egocentrismo, etc.

Las relaciones entre pares son más complejas de lo que mostraban los conceptos iniciales, que consideraban como aspectos separados, en las relaciones de pares, áreas como interacciones mixtas, amigos mutuos y redes de pares. Tomando en cuenta que las interacciones entre padres-hijos y la experiencia familiar ejercen influencia sobre las relaciones entre pares, así como la cultura y las creencias de los niños y la más importante que también ejerce influencia sobre la relación entre pares es la competencia social del niño, es decir, su capacidad para incorporar respuestas positivas de otros. En la etapa escolar, los niños empiezan a pasar más tiempo con sus compañeros, debemos tomar en cuenta que tales relaciones mejoran los sentimientos de competencia, eficacia y autoestima de los niños. “Dada la importancia que los compañeros tienen en el desarrollo, los educadores han de crear un ambiente que favorezca las relaciones sociales positivas entre los alumnos” (Berndt y Keefe, 1992; 298)1. Probablemente sea cierto que para el niño o niña, en los primeros años de escuela, lo más importante no es su maestra o el hecho de aprender, sino su posición ante los demás niños; en ocasiones surge algún niño que se muestre temeroso, tímido en exceso y necesitará a su maestra para encaminarse, mientras que otros se sienten seguros de sí mismos y comienzan por interactuar con los demás de manera simultánea. Es ahí donde comenzarán las interacciones entre los niños, primero viene los contactos iniciales que los niños deberán resolver de distintas maneras, es decir, algunos niños lo harán con cautela, otros con temor, algunos con abierta confianza y otros a la defensiva.

El cambio que se produce al empezar a sostener relaciones causará modificaciones notables en los sentimientos de los niños acerca de su persona y de la escuela, ya que suelen sentirse como en el hogar por motivo de que se sientes seguros al estar al lado de personas con quienes conviven diariamente. No obstante, la vida en el jardín de niños no sólo es asunto de relación emocional y social, sino que puede y debe ser intelectualmente estimulante, ya que el contenido intelectual se desarrolla en el jardín de niños por medio de muchas actividades dirigidas por la docente, específicamente tendientes a los procesos mentales y a la recabación de datos, así como mediante el apoyo de juegos infantiles y estrategias específicas.

En mis prácticas docentes he podido observar que al momento que los niños llegan al salón, se combinan poco a poco en cierto número de subgrupos, esto es mientras que el egocentrismo de adapta al afán social de encontrar acuerdos satisfactorios para una convivencia más armónica y estable, los niños tienden a relacionarse con las personas que les brindan confianza, seguridad, apoyo y más que nada el hecho de compartir momentos extraordinarios. Esto es muy notables hasta nuestra edad, porque siempre tendemos a relacionarnos con las personas que nos inspiran seguridad y confianza, con las que llegamos a compartir los mismos gustos y preferencias, aunque también depende de la edad en que nos encontremos, es decir, que las relaciones sociales pueden llegar a variar en el sentido de que los niños suelen relacionarse con los de su misma edad o bien, con niños mayores, esto depende de las interacciones o lazos de apego que los niños perciban de los demás, en base a que “comparten intereses comunes de juego y disfrutan de una interacción más positiva y cooperativa” (Field, 1981; 178)2

Las relaciones entre iguales constituyen un contexto para la socialización de la asertividad, tanto prosocial como antisocial y para la búsqueda de apoyo por parte de los demás. Sin embargo, las interacciones mixtas forman el contexto básico para la adquisición de habilidades necesarias en los intercambios prosociales, por lo tanto, se puede decir que ambos tipos de interacción son importantes, constituyendo contextos básicos para la socialización constructiva del niño.

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