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La importancia de los primeros lazos de apego al desarrollo emocional del niño


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2012  •  Trabajos  •  1.402 Palabras (6 Páginas)  •  725 Visitas

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Miren R. Sáenz de Zaitegui Psicología del desarrollo LOS VÍNCULOS DE APEGO EN NIÑOS INSTITUCIONALIZADOS

Es obvio que la supervivencia de los bebés depende de los cuidados de sus progenitores y que de la afinidad emocional que se establece entre estos y los bebés surge el vínculo emocional del apego. Pero, ¿qué sucede cuando los bebés son criados en instituciones?; del intento de responder a esta cuestión nace este informe. Esa relación de afinidad que surge entre el bebé y la persona encargada de sus cuidados ha sido motivo de interés, desde siempre, de psicólogos y psicoanalistas. A modo de introducción, sería interesante remontarnos al momento en el que el médico y psicoanalista inglés Bowlby (1951) expuso su primera y poderosa teoría sobre la formación del vínculo de apego. Bowlby tuvo la oportunidad de trabajar con niños con problemas emocionales, vínculos familiares deteriorados o nulos, con niños institucionalizados y con niños que tuvieron que padecer largos periodos de hospitalización. Una de las conclusiones de su intensa y dilatada investigación puso en evidencia la dificultad para formar y mantener relaciones cercanas cuando el vínculo de apego entre el bebé y la persona encargada de sus cuidados, era inexistente. En este sentido no se pueden obviar, por un lado, las investigaciones de Splitz (1948), cuyos resultados hicieron patente que unos meros cuidados básicos no garantizan un apego seguro ni una evolución emocional adecuada y por otro lado, las investigaciones de Anna Freud que afirmaban que el potencial de apego en los niños estaba siempre presente.

Pero volviendo a la actualidad y en busca de una explicación empírica a la pregunta lanzada en el primer párrafo nos centraremos en la información extraída de las entrevistas realizadas a dos profesionales que desarrollan su labor como psicólogos y educadores en centros de atención a menores de 1ª infancia, en Madrid. Estos son: Concepción Moraleda y Oscar Olmedo. Es importante enfatizar desde ahora que las principales figuras de apego son aquellas que transmiten cercanía, disponibilidad y durabilidad.

Los motivos que determinan la entrada de un menor en un centro de estas características son diversos: desde un situación de riesgo social, de desamparo o bien por la imposibilidad de los padres de procurar la atención básica necesaria del menor por motivos laborales (padres inmigrantes que tienen que trabajar todo el día, por ejemplo). En cualquier caso, el objetivo es que esta estancia no rebase los 18 meses; es una solución temporal hasta encontrar otra más adecuada, bien sea la vuelta al hogar o la entrega en adopción a una familia de acogida. Son menores con edades comprendidas entre los 0-3 años, organizados en grupos de cinco niños por educador; se trabaja por secciones, a las cuales se les denomina nidos, si los niños son menores de 18 meses, que a su vez se dividen en dos grupos, cada uno con un educador. La mayor parte del tiempo la vida se desarrolla dentro del centro, si bien existen regímenes de visitas o salidas de fin de semana. El trabajo del educador consiste en que los menores adquieran hábitos básicos como son los de higiene, juego, pautas de sueño… a través de una interacción lo más natural y estable posible, ya que dicha estabilidad entre el educador y el grupo es uno de los aspectos fundamentales para incentivar el vínculo del apego en los niños institucionalizados. Asimismo, aspectos importantes son: el cuidado de los espacios, transmitir seguridad y cercanía mediante un contacto visual adecuado y cercanía corporal; esto se consigue explicando al niño qué es lo que va a pasar (ahora vamos al baño, ahora vamos a comer…). De la misma forma es importante conceder el tiempo necesario al menor en la realización de estas actividades. De este contacto y atenciones continuadas surge una de las dificultades del educador y es que dicha atención sea recibida de forma equitativa por todos los niños. De aquí se infiere la inevitabilidad de que los niños acaben mostrando preferencia por los educadores frente a los que no lo son y por un educador en concreto frente al resto. Esta diferenciación se produce de forma progresiva. Pero Concepción Moraleda explica que esto no es contraproducente y que incluso es deseable, ya que

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