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La mujer como forma de mercancía en un mundo patriarcal


Enviado por   •  10 de Agosto de 2017  •  Ensayos  •  2.860 Palabras (12 Páginas)  •  154 Visitas

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Ensayo sobre la mujer como forma de mercancía en un mundo patriarcal.

Introducción

Quizás el acto de violencia más perverso no es el de la agresión, sino el de la justificación de la misma. Según la historia bíblica así fue desde el principio, “Y el hombre respondió: “La mujer que me diste por compañera, me dio del árbol, y yo comí.” (Génesis 3:12, RVR1960) Adán se justifica ante Dios, con una mentira, culpando a la mujer, y eso que solamente había una sola.

No hay nada que justifique la violencia en contra de la mujer, por eso mismo los argumentos actuales e históricos, para lograr tal fin se basan en mentiras o en sutiles deformaciones de la verdad acusando a factores culturales, religiosos o políticos siendo estos examinados y evaluados desde distintos enfoques, en donde la mujer, generalmente sale perdiendo, ya sea por no “saber” defenderse, por no utilizar los recursos legales a su alcance o simplemente por padecer de algún tipo de patología mental que le impide escapar de tal situación.

En este ensayo se revisaran antecedentes históricos de la violencia, así como la revisión de conceptos que llevan a culturizar la violencia en contra de la mujer y por qué no a globalizarla de cierta manera. También se analizaran ciertas “soluciones” de tipo políticas que no son más que violencia enmascarada y situaciones que son socialmente aceptadas, hasta por la mayoría de las mujeres, pero que agreden al género violentamente.

 

Desarrollo

La atribución más común que se le hace al patriarcado es la de la violencia en contra de la mujer. Este término se refiere a la organización social primitiva en donde la autoridad es ejercida por e varón. En la actualidad el termino fue adaptado por diferentes ramas de estudio para describir una situación de poder desigual ejercida por parte de los hombres hacia las mujeres.

Para comprender mejor esta situación de violencia conviene indagar sobre el origen del patriarcado ya que se conocen dos grande corrientes de pensamiento, la que dice que biológicamente el hombre es más fuerte que la mujer por lo tanto tiene tendencia a someterla. Esta primera conclusión es altamente debatible ya que existen mujeres físicamente mucho más fuertes que los hombres que igualmente sufren de injusticias sociales. Otras mujeres, por ejemplo las pertenecientes a las zonas orientales, son prácticamente iguales fiscalmente que los hombres y en la región de Las Polinesias hay mujeres con una estructura corporal mucho mayor que la de su sexo opuesto y son las encargadas de realizar los trabajos más duros los cuales los hombres no realizan.

  Además si a lo largo de la historia las sociedades humanas hubiesen estado dirigidas por la ley del más bruto, los que dominasen cualquier colectividad deberían ser los hombres y las mujeres más fuertes. Sin embargo la mayoría de las personas que lideran tribus, ciudades o países no suelen ser los físicamente más fuertes, sino los que poseen determinadas habilidades sociales para imponer criterios, reglas, conexiones y redes de influencia como, por ejemplo el caso de Adolf Hitler quien no necesariamente era un hombre corpulento.

En cuanto a la idea de que el patriarcado es un producto social, nacido de los diferentes contextos sociales, la autora Gerda Lerner (1990) con su obra La creación del patriarcado, (la cual le da continuidad al trabajo de Friedrick Engels de 1884) fue quien abrió una gran puerta a la investigación sobre los diferentes estadios de la raza humana, desde la prehistoria hasta nuestros días. El periodo de transición más significativo fue sin duda el Neolítico en donde las llamadas sociedades nómades cazadoras-recolectoras dejaron de trasladarse de un lugar a otro para terminar asentándose en solo lugar para dedicarse a la agricultura y ganadería. En este punto las tareas, en teoría, quedan establecidas de la siguiente manera: los hombres cuidan el ganado y las mujeres la casa y los hijos; no dando esta distribución justificativo alguno de patriarcado.

Probablemente el ascenso de la demografía y la concentración de poblaciones pudieron haber constituido las bases para el ejercicio de la supremacía de hombre sobre la mujer un caldo de cultivo propicio para la proliferación de enfrentamientos de todo tipo, aunque las evidencias apuntan a que las civilizaciones primitivas eran más justas y equitativas que las actuales por lo tanto el hecho de que las poblaciones crecieran tampoco evidencia el origen del patriarcado.

Quizás la teoría más acertada sea la de Friedrick Engels quien en 1884 postuló que “los problemas de la humanidad comenzaron con la propiedad privada”. En efecto, durante el periodo del sedentarismo los hombres ganaderos fueron los primeros en tener noción del poder que tenían a través de la posesión de los productos alimenticios, en especial sus rebaños de animales. Al generar el cultivo de plantas y la domesticación de animales excedentes les permitieron acumular alimentos lo cual pudo originar la división social del trabajo y la consiguiente aparición de grupos con sus intereses y rivalidades.

Al ser los hombres los encargados de cuidar al ganado, y de percibir cierto estatus social mediante el mismo, se comenzó a sentir superior no solo entre sus pares, también hacia la mujer; no por la dureza o simpleza de su trabajo sino por el resultado final del mismo.

Esta nueva supremacía no solo se trató del hombre por encima de  la mujer, también dio inicio al fenómeno de las clases sociales, es decir los ricos y los pobres, los débiles y los poderosos, los amos y los esclavos, los de arriba y los de abajo. Los  hombres ya no solo se limitaban a generar, a partir de ahora comienzan también a comerciar, lo cual abre el camino a otro fenómeno, el intercambio cultural. Los pueblos comienzan a compararse, a aprender unos de otros, a competir, pero también a envidiar y codiciar los bienes ajenos, entre estos estaban incluidas las mujeres.

La mujer como mercancía  

Cuando los hombres, impulsados por el poder que les otorgaban los bienes materiales, asumen el control de las tribus o clanes familiares y comienzan a negociar con otros grupos; animales por animales, animales por granos y animales por mujeres, esto representaba una forma de comercio donde las mujeres fueron consideradas una mercancía. Por ejemplo, las negociaciones entre tribus implicaban el intercambio de jóvenes que se veían obligadas a abandonar su lugar de origen y entrar a formar parte de otro clan. Este tipo de comercio pondría de manifiesto que desde muy pequeñas las niñas eran enseñadas a consentir y aceptar sumisamente las prácticas patriarcales.

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