Las enfermedades psicosomáticas
claribelmarianaResumen13 de Marzo de 2017
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PREGUNTA DE INTEGRACIÓN
Desarrolle sobre Stress. Considere sus implicancias en las llamadas Enfermedades Psicosomáticas
¿QUÉ ES EL STRESS? El estrés es una de las conductas emocionales más ampliamente estudiadas en psicología. Es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio de una persona. Y como nuestra vida y nuestro entorno, están en constante cambio, nos exigen continuas adaptaciones; por lo tanto, cierta cantidad de estrés (activación) es necesaria. En esta reacción participan casi todos los órganos, incluidos el cerebro, el sistema nervioso, el corazón, el flujo de sangre, el nivel hormonal, la digestión y la función muscular.
Por lo tanto, el estrés no es forzosamente un fenómeno negativo, por el contrario en muchas ocasiones es un proceso normal de nuestro organismo. Por ejemplo, el sujeto responde ante la bocina de un auto con una respuesta de estrés (aceleración de la frecuencia cardíaca, agitación respiratoria, etc.), pero en este caso, esa respuesta no es necesariamente patológica. De esta forma, llega a los tejidos más cantidad de sangre, a consecuencia de lo cual, el sujeto se activa y el organismo es más capaz de responder de una forma rápida y eficaz.
Sin embargo, el estrés no siempre actúa de una forma adaptativa. Cuando estas medidas se mantienen elevadas por tiempos muy prolongados, o cuando estos incrementos se dan con una cierta frecuencia, entonces es cuando puede aparecer el riesgo de desarrollar determinadas enfermedades psicosomáticas.
Actualmente se utiliza la denominación "psicosomático" para expresar la relación existente entre el cuerpo y la psique. En términos generales, se entiende que una persona sufre somatizaciones cuando presenta uno o más síntomas físicos y tras un examen médico, estos síntomas no pueden ser explicados por una enfermedad médica. Además, pese a que la persona pueda padecer una enfermedad, tales síntomas y sus consecuencias son excesivos en comparación con lo que cabría esperar. Todo ello causa a la persona que sufre estas molestias un gran malestar en distintos ámbitos de su vida.
Las enfermedades psicosomáticas más comunes son:
• Depresión
• Trastornos gastrointestinales
• Afecciones cardiacas
• Afecciones de la piel
• Ataques de pánico, trastornos de ansiedad
• Insomnio
• Cáncer
• Dolor de cabeza
• Disfunciones sexuales
• De los sentidos
• Esqueléticas (dolor de espalda, calambres, dolores reumáticos y ciertos casos de artritis.)
• Del aparato respiratorio: accesos de asma, rinitis, bronquitis
Los factores más frecuentes que favorecen su aparición son:
-Un estado de estrés permanente
-No expresar emociones vitales como la tristeza, la rabia, el miedo e incluso la alegría.
-Aislarse y no relacionarse con las personas
-No ser capaz de relajarse y descargar las tensiones de manera adecuada
-Cuando las dificultades nos desbordan y no vemos una solución posible
-Cuando descuidamos nuestra alimentación y la actividad física.
La identificación de los factores psicológicos afectando las condiciones físicas con la subsiguiente intervención temprana puede controlar los efectos adversos. Modalidades terapéuticas que ayudan en el tratamiento de estos factores psicológicos incluyen técnicas de relajación, el ejercicio físico, ejercicios de respiración, técnicas para manejar estrés, técnicas de control de ira, yoga y la meditación. Otras modalidades terapéuticas efectivas pueden ser terapia individual o grupal con algún profesional de salud mental (psicólogo, y/o psiquiatra) y la psicofarmacoterapia(medicamentos).
“La psicosomática como valor”
Roberto César Frenquelli
“...no seré pastor ni supulturero...”
Así habló Zaratustra. Friedrich Nietzsche
1-
Presentación general:
Pienso a la Psicosomática como un conjunto de ideas cuya evolución a lo largo de la Historia primero, a lo largo de la Historia de la Ciencia después, ha tenido discontinuidades. Como parece ser casi la regla para toda la actividad humana, si bien ha ido delineando una curva creciente de adquisiciones, dichas discontinuidades se patentizan en momentos de brillantez y otros de relativa oscuridad, de detenimiento.
Pienso a la Psicosomática primero con el insigne Hipócrates, de la griega Cos, con su capacidad observacional, sus descripciones, su hábito por el registro, la comparación y su visión contextual del continuo naturaleza cultura. Sigo con Paracelso, ese errante hermosamente loco, como alegoría de la Modernidad, amigo de Erasmo, por su visión fuertemente crítica e innovadora. Y, por fin, en una apretada síntesis, que bien puede pasar por Sydenham y tantos otros, terminar en Freud y la Antropología que subtiende todo el Psicoanálisis.
Montado sobre estos carriles es que vengo a hablar de Psicosomática. En un sentido amplio. Como una concepción del hombre, antes que nada. Como un proceso de ideas, como un movimiento, que como todos ellos, tiene su ingerencia en el campo de la política, en los asuntos públicos.
Rosario no ha estado ajena a esos quiebres y reinicios en este dominio. Nosotros también ostentamos, orgullosos, figuras insignes. Allí esta la labor de Emilio Pizarro Crespo, seguramente el primer psicoanalista de nuestro medio, que en la década del cuarenta nos entregara ese libro tan actual llamado “Clínica Psicosomática”, junto a otro grande, Lelio Zeno. Por esas cuestiones afortunadas, un amigo me hizo llegar hace pocos días, una copia de “Psicología y Cirugía”, una producción de 1956, que si fuera leída ahora mismo, en este lugar, arrancaría vuestros aplausos de admiración. Han sucedido y sucederán baches en el discurrir local. La historia de las últimas cuatro décadas me tienen ya por testigo. Sin haber llegado a las frecuentes querellas cual Paracelso, en medio de la escalada de las políticas neoliberales que han ido destruyendo incansablemente la Salud y la Educación, en medio del desorden de ese postmodernismo “apocaliptizante”, hemos sobrevivido. Y damos muestras constantes de cierta vitalidad que se reflejan en lo cotidiano de nuestras diversas actividades, en las facultades donde hacemos docencia, en nuestras instituciones, en los Hospitales, en nuestra producción escrita. Para quien quiera escucharnos en la conciencia de marchar en búsquedas posibles de transformaciones deseables.
2-
Sobre el fenómeno psicosomático:
Sabemos de la existencia del mundo material. Nuestro Sistema Nervioso Central, desde su mirada bifronte, nos avisa del palpitar de lo que llamamos nuestro interior, de lo que llamamos nuestro exterior. Materialidad, que inicialmente no es otra cosa que un agregado de partes relacionadas de un modo particular. Antes ha sucedido el tránsito de lo inorgánico a lo orgánico, en una cascada de complejidad evolutiva creciente, que termina en nuestra especie. Nada de lo existente escapa a la Relación, por eso siempre repetimos que ella es la Categoría fundamental de lo viviente. Vida que entendemos como procesos en constante auto eco organización, concepto donde se funden las ideas de autonomía y dependencia. Ese existente, del que nos anoticiamos constantemente, se sustenta en la Energía insita en la Materia Organizada. Se hace entonces factible el Trabajo, fuerza que se extiende a lo largo de las constantes Espacio y Tiempo. Trabajo que se muestra ante nuestra permanente sorpresa: el giro de los cuerpos celestes, la semilla que germina, el canto de los pájaros, el niño que palpita en las entrañas de su madre. Todo ante la mirada omnímoda del Sol. El Hombre, ese animal curioso, se pregunta sobre la Existencia. Una manera de preguntarse sobre él mismo.
Lo que llamamos Instinto, que no diferenciaré para nada de Pulsión, es una Proposición Explicativa, en términos más simples un conjunto de relaciones llamados Conceptos. Que buscan ligar, moderar nuestra sorpresa ante aquella movilidad y sus efectos. Por eso Freud estuvo una vez más genial cuando llamó a su Teoría de los Instintos, “mi mitología”. Por que seguramente entendía, como gran biólogo que era, que estaba llamando así a una serie de fenómenos tratando de entender todo esto alejándose del vitalismo o el animismo. Es entonces la noción de Instinto el hilo conductor que serpenteando los bordes de nuestro cuerpo, de entrada y desde siempre, inentendible sin los otros cuerpos, el que nos lleva de la mano a lo Psicosomático.
Conocemos desde y con el cuerpo. Cuerpo unitario que en huellas memorizadas de su encuentros, de la información, adquiere su distintividad. Que emerge como paradojal desde la interindividualidad. Somos uno y somos los otros. Somos pasajeros y somos eternos. Somos la parte y somos el todo. En la inmanencia de nuestra forma – fondo se refleja la trascendencia. Entendiendo por esta última nuestra inesquivable pertenencia al todo. Cuerpo unitario que, como dije antes, es de entrada vincular. No podría ser de otra manera.
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