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Los Hombres Son De Marte Y Las Mujeres Son De Venus


Enviado por   •  3 de Julio de 2012  •  1.892 Palabras (8 Páginas)  •  1.012 Visitas

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LAS HOMBRES SON DE MARTE, LAS MUJERES SON DE VENUS

Los hombres y las mujeres parecen pertenecer a distintos planetas. Son biológicamente similares, usan las mismas palabras; pero sus códigos de comportamiento, su idioma (lo que quieren expresar con sus palabras), sus valores existenciales, son diferentes.

El hombre o marciano se basa en el que todo se le arregle como el éxito y los logros. Se interesa y tiene un gusto por la adrenalina, la competencia, demostrar sus habilidades y sobre todo por reflejar el poder que se tiene mientras que las mujeres o venusinas en cambio se guían por sus sentimientos, la comunicación, la armonía, las relaciones y más que nada el amor. Los hombres están motivados cuando se sienten necesitados, y las mujeres se sientes motivadas cuando se sienten halagadas.

Por ejemplo, ocurre que los hombres cuando una mujer les habla de sus preocupaciones y problemas, no dan valor a sus sentimientos y se limitan a ofrecerle soluciones, algo que no deberían de hacer. Y las mujeres cuando quieren mejorar a un hombre o cuando intuyen que está preocupado, le ofrecen conversación con consejos e instrucciones no solicitados, cosa que tampoco deberían de hacer.

Cuando algo les preocupa, el hombre tiende a apartarse y reflexionar en silencio (se mete en su cueva), y ella le sigue hablando, porque las mujeres sienten la necesidad instintiva de hablar acerca de sus problemas cuando los tienen. Olvidan que son distintos.

Las relaciones entre hombres y mujeres no son fáciles a la hora de la comunicación, en Venus el dar un consejo es querer mejorar lo que sirve, mientras que en Marte recibir un consejo es signo de que no está funcionando algo, si algo se cree en Marte es si algo funciona no lo cambies, porque solo se repara lo que no funciona.

La queja que con mayor frecuencia manifiestan los hombres acerca de las mujeres es la de que ellas siempre están intentando cambiarlos. Cuando una mujer quiere a un hombre, se siente responsable de contribuir a su crecimiento e intenta ayudarle a mejorar su modo de hacer las cosas. Ella cree que le está ayudando, y él que le está controlando. Lo que él desea de la mujer es aceptación.

Los hombres dan valor al poder, a la competitividad, a la eficiencia y al logro. Siempre están haciendo cosas para mostrar su valía, para desarrollar su poder y sus capacidades. Para sentirse bien consigo mismo debe alcanzar sus objetivos por sí solo. Ofrecer a un hombre un consejo que él no ha pedido equivale a suponer que no sabe lo que debe hacer o que no es capaz de hacerlo solo.

El hombre raramente habla de sus problemas, a menos que necesite asesoramiento de un experto.

La queja que con mayor frecuencia manifiestan las mujeres acerca de los hombres es la de que estos no escuchan.

Cuando una mujer, inocentemente, hace a un hombre partícipe de sus sentimientos heridos o pasa revista en voz alta a los problemas que ha tenido durante el día, el hombre supone, equivocadamente, que busca asesoramiento experimentado. Ella desea solidaridad y comprensión, y él cree que desea soluciones. Un modo de honrar a una mujer es escucharla pacientemente, solidarizándose con ella y procurando comprender de verdad que es lo que siente la interlocutora.

Las mujeres no tienen los mismos valores que los hombres. Ellas dan importancia a la comunicación, al amor, a la belleza y a las relaciones.

Son sus sentimientos y la calidad de sus relaciones los que definen su sentido del yo. Hallan su realización en el comunicarse y relacionarse, en expresar su bondad, su amor y su afecto.

Manifestar sus sentimientos personales es mucho más importante para las mujeres que alcanzar metas o éxitos. Al hombre no le resulta fácil entender eso.

Las mujeres se interesan muchísimo por la mejora personal, la espiritualidad y todo cuanto constituya un modo de cultivar la vida, la curación y el crecimiento. Son muy intuitivas. Para ellas, ofrecer ayuda no es una ofensa, ni necesitar ayuda una señal de debilidad. El que alguien le ofrezca ayuda es una gallardía más. Hace que se sienta amada y halagada.

Suponemos equivocadamente, que si nuestras parejas nos quieren van a reaccionar y a comportarse de determinada manera, tal como nosotros reaccionamos y nos comportamos cuando queremos a alguien.

Cuando los hombres y las mujeres aprenden a respetarse y aceptar sus diferencias, el amor tiene la posibilidad de seguir adelante.

Mientras los hombres tienden a apartarse a su cueva privada y a reflexionar en silencio acerca de lo que les preocupa para buscar una solución,

las mujeres sienten la necesidad instintiva de hablar acerca de sus problemas.

Un hombre se siente bien cuando es capaz de solucionar sus problemas por sí solo en su cueva. Si no consigue hallar una solución, hará algo por olvidar sus problemas. Ella cree que al retirarse a su cueva no le hace caso, se lo toma como algo personal, se da cuenta de que él está preocupado, pero comete el error de pensar que ella no le importa porque no le dice nada.

La mujer debe entender que ese retiro no es señal de que él ya no la quiera.

Cuando una mujer está preocupada o angustiada por las tensiones del día, busca hallar alivio de alguien en quien pueda confiar y le comenta detalladamente sus problemas.

Se siente enseguida mejor después de manifestar los sentimientos que la abruman. No tiene un interés inmediato en hallar soluciones a sus problemas, sino que busca el alivio en el hecho de manifestarse y verse comprendida, con eso disipa su ansiedad.

Las mujeres consideran que compartir los problemas con otra persona es una

señal de afecto y confianza y no una carga. Para las mujeres no es una

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