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PARADIGMA HUMANISTA


Enviado por   •  3 de Julio de 2014  •  3.607 Palabras (15 Páginas)  •  381 Visitas

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En la literatura psicológica se reconoce que el paradigma humanista es un com— plejo conglomerado de facciones y tendencias, pues entre sus diversos seguidores se pueden encontrar diferencias (algunas más marcadas que otras) de tipo teórico-conceptual y metodológicas.

No obstante, tambien se acepta que las proyecciones del paradigma humanista al campo de la educación han venido a llenar un vacío que otros (p. ej. el conductista y el cognitivo) no han atendido con el debido rigor a saber: el estudio del dominio socio-afectivo y de las relaciones interpersonales, y el de los valores en los escenarios educativos.

Cabe señalar que las aplicaciones del paradigma humanista se encuentran en gran parte sustentadas por el planteamiento o interpretación de «extrapolación-traducción», puesto que los constructos, esquemas teóricos y planteamientos educativos han sido eIaborados por los adeptos del paradigma a partir tanto de la experiencia y el trabajo clínico, como de la reflexión crítica.

Los humanistas consideran que la práctica terapéutica clínica y la actividad educativa forman un continum. En ese sentido, se acepta que el proceso terapéutico es en esencia un trabajo de formación, reconstructivo y de «reaprendizaje)), y que, por consiguiente, tiene mucho en común con los actos educativos que ocurren en las instituciones escolares. Este argumento es de importancia sustancial para explicar cómo los partidarios de este paradigma defienden la aplicación de los principios y marcos de referencia interpretativos (los cuales, en ocasiones, son objeto de algunos ajustes inmediatos según las características del contexto de aplicación) a las distintas situaciones o prácticas educativas que han decidido abordar

En general, la escasa investigación psicoeducativa realizada desde este enfoque se orienta a la refinación y la validación de las prácticas derivadas del paradigma, pero no a la generación de conocimiento innovador en los escenarios educativos (véase el caso del paradigma cognitivo).

No obstante, debe reconocerse que el paradigma humanista tiene una importancia histórica enorme, pues ha desempeñado un papel catalizador y crítico en el ámbito de la psicología, en general, y de la psicología de la educación, en particular. Usando el paradigma humanista se han esbozado importantes señalamientos sobre las carencias en las prácticas educativas escolares, y se han hecho certeros comentarios que impugnan las concepciones e innovaciones educativas de los demás paradigmas; así, a raíz de dichas críticas, los otros paradigmas se han visto en la necesidad de reconsiderar algunas de sus posturas y de ampliar sus horizontes teórico-reflexivos y de aplicación. Cabe señalar por último, que la postura humanista en educación se continúa en las diversas corrientes de educación activa y alternativa (en particular; en relación directa con lo que Palacios (1978) ha denominado tradición antiautoritaria).

ANTECEDENTES

Aunque se dice que el humanismo tiene antecedentes remotos en los escritos de algunos filósofos griegos como Aristóteles, y de otros grandes filósofos posteriores, como Santo Tomás de Aquino, Leibniz, Rousseau, Kierkegaard, Husserl y Sartre, puede argumentarse que, como paradigma de la disciplina psicológica, nació en Estados Unidos poco después de la mitad del presente siglo (váanse Hamachek 1987 y Villegas 1986).’

Durante la década de 1950, en Estados Unidos predominaban dos paradigmas u orientaciones en psicología: el conductismo y el psicoanálisis. Como ya expusimos en el capítulo anterior; el conductismo estaba profundamente interesado en el estudio de los determinantes ambientales de la conducta, y el segundo sustentaba una propuesta idealista y pesimista (según Maslow, el psicoanálisis ha estudiado esencialmente la parte negativa del hombre y se ha centrado en el estudio de sus perturbaciones mentales —neurosis, psicosis— de diverso tipo) basada en el análisis de la problemática del inconsciente y de cómo los instintos biológicos influyen en el desarrollo del psiquismo.

En este contexto, la psicología humanista se erige y se constituye como la llamada «tercera fuerza»; es decir, como una alternativa a estas dos posturas psicológicas (Maslow 1978).

Según algunos de los precursores de este movimiento, con el humanismo se pretendía desarrollar una nueva orientación en la disciplina que ofreciera, en principio, un planteamiento anti-reduccionisla en las explicaciones de los procesos psicológicos atribuidos a factores externos (como lo sostenía el conductismo) o a concepciones biologicistas de carácter innato (como en el caso del freudismo) y que, al mismo tiempo, se postulara el estudio de los seres humanos como totalidades dinámicas y autoactualizantes en relación con un contexto interpersonal.

Otros factores contextuales que sin duda influyeron notablemente en el surgimiento de este paradigma fueron los de orden histórico y sociocultural que regían en esos años en Estados Unidos. En particular, el Zeitgeist (espiritu o atmósfera cultural» de la época) que imperaba en el periodo comprendido entre las guerras, era de apertura hacia formas alternativas de actitudes y pensamientos que rompieran con la represión militar y sexual, con la moral hipocrita hasta entonces vigente, y que asumieran una actitud crítica ante la deshumanización ocurrida en las sociedades industriales. Así, el paradigma humanista se presentaba como una postura alternativa en psicología, dado su interés por el estudio psicológico del hombre y el ofrecimiento de un marco propicio para su desarrollo.

El movimiento humanista creció aceleradamente desde finales de los años cincuenta y durante toda la década de los sesenta; influyó no sólo en el ámbito

académico de la disciplina sino en otras esferas del saber humano (p. ej. el «Movimiento del potencial humano>’, véase Villegas 1986).

En esos años, algunos de los principales promotores y divulgadores de la corriente fueron Maslow (a quien se considera el padre del movimiento), Allport, Moustakas, Murphy, Bugental, May y Rogers. Se dice que los fundadores y divulgadores de la corriente humanista se vieron fuertemente influidos por la filosofía existencialista y la corriente de la fenomenología (Hernández 1991), aunque algunos autores (Villegas 1986) señalan que la influencia de estas corrientes filosóficas debe reconocerse sólo en algunos representantes del movimiento.

Como ya hemos adelantado, la psicología humanista representa una matriz disciplinar no monolítica, con diferentes tendencias internas. No obstante, se considera que tiene una identidad propia debido a ciertos principios filosóficos y teóricos comunes entre los promotores del movimiento. Sin

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