PERVERSION

Estructura perversa de Lacan

La psicopatología psicoanalítica, es decir, el estudio de las enfermedades que afectan la psique de los sujetos, también se puede denominar como el estudio de las estructuras de subjetividad y constitución subjetiva de un ser humano.

Las estructuras clínicas planteadas por el psicoanálisis son tres las cuales a su vez se dividen en modalidades. En el caso de la perversión sus modalidades seria el fetichismo.

La estructura perversa tiene como paradigma al sujeto fetichista, aquel que necesita de un objeto fetiche (esto puede ser unas medias rotas, zapatos de color, trenzas, lunares etc.) esto para alcanzar la satisfacción sexual. Lo que fundamentalmente caracteriza al sujeto con esta estructura perversa es que el tiene la certeza sobre su goce, el sabe exactamente cómo, cuando, donde y con quien alcanzar esa satisfacción sexual. Se puede plantear que un individuo con una verdadera estructura perversa es aquel que “ya sabe todo lo que hay que saber sobre el goce” (Miller, 1997). La estructura perversa también abarca las denominadas desviaciones de la conducta sexual, unos ejemplos de esto son la homosexualidad, pedofilia, necrofilia, zoofilia, sadismo, masoquismo exhibicionismo, etc., conductas que en la psiquiatría contemporánea se denominan parafilias.

La estructura perversa y el concepto de perversión en el psicoanálisis no son lo mismo, la palabra perversión tiene dos aceptaciones, una de ellas hace referencia a la estructura y la otra a la sexualidad humana, la cual tiene a su vez una estructura perversa. En el psicoanálisis, la perversión como concepto alude a la alteración del supuesto objeto normal de la sexualidad.

Es muy distinto que un sujeto sea un verdadero perverso, a que un sujeto sea neurótico y tenga en su sexualidad un rasgo de perversión.

LA ESCISIÓN DEL YO

En el fetichista, hay una correspondencia entre el problema fundamental de la castración, la diferencia de los sexos y un placer sexual bien delimitado que converge en el fetiche. (En el juego de la seducción y del amor, la histérica sucumbe, pero sin placer. El perverso, pese a todo, lo bordea.

El perverso, en el acto mismo, hace una manifestación visible de lo invisible, el acontecimiento por excelencia del único sexo que existe para él, y escenifica con su pareja el juego de evitación de la castración por parte de un tercero imaginario o presente, donde ese único sexo será el Falo.

La escisión del Yo, en el sentido de la perversión, interviene cuando el sujeto aborda una falta insuperable, y cuando la identifica con el misterio suscitado por la diferencia de los sexos.

LA CASTRACIÓN: EL DOLOR

Cuando hablamos estructuralmente de que el perverso es producto de dos generaciones, nos referimos al hecho de una función materna que no logra separar para sí el resultado de la ecuación derivada de su proceso edípico: Pene=hijo. El niño, será el falo perdido de la madre, para él, la posibilidad de la castración será entonces, equivalente a la muerte misma.

Cualquiera

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