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Pedagogia


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2012  •  3.698 Palabras (15 Páginas)  •  352 Visitas

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Luego del vigoroso impulso que Frederick Wislow Taylor y Henry Fayol le dieron al arte y a la ciencia de la dirección, en su calidad de pioneros de los sistemas administrativos organizados sobre bases racionales, la administración (el management), ha transitado por los caminos de la modernización y la actualización conceptual, bifurcándose en los siguientes ramales: una corriente llamada mecanicista o economicista, cuyo centro de interés es la eficiencia y la obtención de excedentes económicos, y la otra, llamada humanística, cuya atención se posa en el hombre como sujeto y objeto, al mismo tiempo, de la actividad económica.

Taylor y Fayol, considerados por la historia como los padres de la administración, son ubicados en la primera de estas dos corrientes, y son llamados clásicos. De hecho algunos autores se refieren a esta concepción como tayloriana, aunque sería más justo llamarla taylor-fayoliana. Sin embargo, una verdadera comprensión del legado de ambos, debe provenir de un acercamiento directo a su inmenso y profundo pensamiento, mediante el conocimiento de sus aportes teóricos, “bebiendo” de las fuentes originales, de tal manera que se obtenga una imagen resueltamente más “limpia” y menos “contaminada” de ellos, pues, en la crítica y la apología a ultranza se ha transmitido una imagen difusa y transfigurada de ellos, distante, al parecer, de lo que fueron en realidad.

Bajo esta consideración, y a partir de sus obras Principios de Administración Científica y Administración Industrial y General, se han extraído algunos conceptos esenciales y elaborado estas notas, sin más pretensiones que presentar un análisis comparativo de los aportes de ambos, destacando aquellas diferencias que representan matices propios de cada uno de ellos, y subrayando las aproximaciones y lugares comunes que contienen sus aportaciones. Así mismo, se exponen aquí algunos ejemplos de cómo la administración actual aprovecha lo esencial de sus ideas administrativas, y cómo las llamadas corrientes modernas del pensamiento administrativo están dando un giro hacia los principios básicos expuestos por aquellos, aunque en la mayoría de los casos no lo reconozcan; así se vera que la historia, en muchos casos, les ha dado la razón.

En este orden de ideas, y para una comprensión más clara de los idearios de estos pioneros, conviene mirar, aunque de manera sucinta, el contexto socioeconómico en que vivieron estos autores.

En primer lugar, valga recordar que el crecimiento acelerado y desorganizado de las empresas, a principios del siglo pasado, hizo muy compleja la tarea administrativa, situación que exigió un enfoque técnico o de bases racionales que remplazara el empirismo y la improvisación, como era costumbre en ese entonces; por otro lado, el creciente desarrollo industrial propulsado por los avances tecnológicos estableció la necesidad de incrementar la eficiencia y el rendimiento de las organizaciones, así como la necesidad de hacer frente a la competencia creciente y cada vez más dinámica, fueron factores que impulsaron la aparición de los primeros intentos por guiar la gestión de las empresas con una base científica y técnica (Chiavenato: 1999; 46, 47). Y fue este el contexto donde Taylor, especialmente, vivió y realizó sus investigaciones e ideó su sistema de administración. Fayol, de igual manera, vivió una situación similar, aunque menos intensa, en el entorno europeo.

Sus vidas

Frederick Winslow Taylor (1856-1915) nació en Filadelfia, Estados Unidos, de una familia de cuáqueros de origen inglés. Siendo hijo de un prominente abogado se inició en el estudio de las leyes, pero por problemas de la vista debió abandonar sus estudios, cambiando su interés por el de la producción industrial; se dedicó desde muy joven al oficio de modelista y de mecánico.

Habiendo ingresado como obrero en la Midvale Steel Co., fue sucesivamente: encargado de los torneros, ayudante de sobrestante, sobrestante, mecánico de reparaciones y mantenimiento, jefe de delineantes, y, como estudió hasta obtener el título de ingeniero mecánico, fue ascendiendo hasta que llegó a ser ingeniero jefe. En esta empresa y en este cargo realizaría sus famosas investigaciones, hasta cuando se retiró para ser un consultor industrial de gran renombre. Su principal obsesión, en esa época, fue cómo aplicar la administración científica a la administración de las empresas.

Por su parte, el ingeniero francés

Henry Fayol (1841-1925), nació en Constantinopla y murió en París. Perteneció a una familia de la pequeña burguesía, lo que le permitió realizar estudios sin dificultades, primero en el Liceo de Lyon y luego en la Escuela Nacional de Minas en Saint-Ettiene. A los 19 años se tituló como ingeniero de minas siendo contratado para trabajar en las minas de Commentry-Fourchambault o Commanbault, empresa minera donde realizó sus investigaciones y experiencias.

Fayol hizo una larga y productiva carrera en la Commanbault. Luego de seis años como ingeniero de minas, y después de importantes éxitos combatiendo incendios subterráneos, fue nombrado director de minas de esa empresa. En 1872, se le confió también la dirección de otras dos minas: la de carbón de Montvick y la de hierro en Berry. En 1888, tras cuatro años de dificultades financieras en la Commanbault, llegó a la dirección general de la empresa, como encargado de realizar el desmantelamiento de sus actividades. La empresa estaba quebrada, pero Fayol logró una reanimación extraordinaria de la que resultaría una próspera empresa y un gran complejo metalúrgico. Cuando se retiró, en 1918, dejó la empresa con una excelente salud financiera, hazaña atribuida por él mismo a su manera de administrar (Aktouf: 1998; 73).

Taylor y Fayol muestran un substancial contraste en sus vidas y una asombrosa similitud de su pensamiento administrativo. Mientras el primero simboliza el progreso cambiante, característico de los Estados Unidos de esa época, el segundo representa el modelo de vida europeo. Taylor inició estudiando leyes para cambiar más tarde de rumbo y convertirse en ingeniero. Los dos fueron ingenieros que dedicaron gran parte de su vida al estudio del trabajo y de la empresa; aquel, ingeniero mecánico preocupado por incrementar la productividad a través de la eficiencia en el nivel operacional, y este preocupado por incrementar la productividad a través de la forma y la disposición de los componentes de la organización y de sus interrelaciones estructurales (Urwick & Brech: 1984; 37).

Cada uno partió de puntos distintos para llegar a conclusiones bastante similares, a tal punto que a los dos se les considera pertenecientes a una misma escuela, a un mismo enfoque (el clásico) sobre los

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