Pensar en la muerte propia
Jennifer SaenzEnsayo11 de Febrero de 2024
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Pensar la muerte propia.
Lo que ha nacido morirá,
lo que se ha recogido se dispersará,
lo que se ha acumulado se agotará,
lo que se ha construido se derrumbará
y lo que ha estado en alto descenderá.
(Rimpoché, 1994, pág. 47)
En este trabajo se buscará plantear un diálogo con distintos autores del curso a partir de La Muerte. He visto que existe una relación inseparable entre la creencia de Dios y la muerte, sea para darle trascendencia a la vida terrenal o para pensar cómo vivir en la tierra sea desde mandatos divinos, creencias religiosas u otro tipo de creencias que invierten lo trascendente. Pensar la muerte conlleva varias cuestiones relevantes y será de donde nace parte de mi reflexión, esto siguiendo a Jankelevitch y una serie de entrevistas; pues creo que Jankelevich abre una serie de preguntas e interrogantes y líneas de análisis que me ayudaran a guiar el diálogo con los autores del curso y mi postura sobre la muerte.
Para Jankelevitch la muerte puede ser entendida como un instante irrevocable, pues esta es el instante mortal donde se cambia de estar vivo a ya no estarlo. También pensar en está, conlleva a situarse y situar a los cercanos con nosotros de una manera diferente en el mundo. Esta manera de situarse es claramente un sentimiento personal e individual debido a la experiencia que tenemos en el mundo con la muerte.
Todos los seres humanos hemos tenido algún acercamiento con la muerte y tenemos reacciones distintas frente a este hecho fatídico y a cómo tomar, entender, aceptar o no la muerte. Esto anterior ha hecho pensar a algunos autores que tratare, que la muerte se debe tomar de una manera más rigurosa y atenta, pues generalmente decimos que es algo natural, pero en realidad dicen algunos como Freud que solemos engañarnos al decir que no tiene nada ver con la vida.
Epicuro por ejemplo relaciona a la muerte con la privación de sensaciones, y si la muerte es, está ya no es nada en relación con nosotros, se presupone que cuando esta es (la muerte), la otra necesariamente ya no es (la vida). De esta idea de la muerte nace una posición acerca de cómo debemos tomar la vida. He considerado a la muerte un tema relevante de tratar debido a que es una de las constantes más presentes, pero menos sentidas que tiene la vida paradójicamente; pues la muerte se supone es su total contrario.
Intentaré plantear mi sentir y mi opinión en discusión con los autores, pues como lo dije anteriormente, la muerte es un sentimiento personal debido a la experiencia que cada uno tiene con esta y me gustaría por lo tanto, a partir del marco de análisis que nos ofrece Jankelevitch y de la filosofía de Spinoza, Deleuze y Braidotti proponer una conclusión acerca de cómo percibo la muerte y las implicaciones que esto tiene para mi diario vivir, pensando así en el sin sentido de la vida, una pequeña discusión acerca de lo que entiendo por el suicidio y lo absurdo de seguir, para estos dos últimos puntos me acercaré desde una concepción existencial que he venido incorporando a mi vida .
Muchas de las lecturas que se vieron a lo largo del curso se preguntan cuestiones ligadas a cómo debemos vivir, esto debido a que el hecho de pensarnos a Dios es pensarnos en la relación que tenemos con este (Sea de devoción, desapego, obediencia o negación etc) Esto, se preguntarán muchos no tiene nada que ver con la muerte, pero aquí se sostendrá que sí, porque, de hecho, pensar la muerte inevitablemente llevará a preguntarnos y reflexionar cómo queremos vivir o si en realidad queremos hacerlo (lo que nos remite siempre a pensar que hay más allá de la vida, y de cómo vivir la vida para afrontar lo desconocido después de esta). En últimas se puede encontrar una relación entre la muerte, el sentido (o sin sentido) de la vida, y el miedo a lo que podríamos llamar lo desconocido, que nos hace actuar de determinadas maneras, creer en dioses, demonios o en seres del más allá.
La muerte ¿ Existe algo más allá o más acá?
Cuando pensamos en la muerte solemos preguntarnos si ¿existe algo más allá? Algunos suelen acudir a explicaciones religiosas para responder a esta pregunta, estas explicaciones suelen prolongar el sentir de la vida al afirmar que existe un paraíso, donde además de seguir viviendo nos encontraremos con nuestros seres amados que también trascendieron, o afirmar que simplemente volveremos a la vida en forma de animal u otra persona ya que nuestra alma muta a otro cuerpo pero ¿Esto con qué fin? ¿Por qué no aceptamos a la muerte como un final, como el estar sin vida? Muchas de las religiones pretenden aplazar la muerte por el miedo a eso desconocido, o como una manera de poder conocer finalmente a Dios para afirmar su creencia.
Esto conlleva serias implicaciones que, desde mi punto de vista son dañinas para las prácticas de hombres y mujeres en su cotidiano. Ahora bien el afirmar que existe algo más allá de la muerte tiene una repercusión inmediata para el ahora en vida, debido a que pospone el afrontar la muerte y con esto, afrontar una vida que termina llevandonos, una vida sin brillo que no nos deja ver el presente con claridad, que no nos deja hacer un alto. Todos los días despertamos, nos bañandonos, desayunamos, madrugamos a un trabajo que no no gusta, para ganar dinero para poder volver a despertar, etc, etc. Pero ¿A razón de qué? ¿De poder algún día llegar a un estado feliz y pleno al morir? Mi postura va de la mano con el planteamiento de Braidotti en tanto creo que debemos partir de una inmanencia radical para comprender a la muerte de una manera más seria y vinculante con lo que vivimos. Si bien posturas religiosas dominantes como el cristianismo y el catolicismo han buscado insertar a partir de la moral una forma de vida que moldea a los sujetos a vivir de cierta manera en vida para conllevar la muerte de una manera supuestamente más tranquila, este modelo normativo moral de cómo vivir no se cumple nunca a cabalidad, pero por otro lado, hace que los sujetos vivan ligados al miedo y a lo desconocido, pensamiento demasiado perverso, pues sin saber de manera cierta la ¨verdad¨ frente a la muerte ¿Como dejamos que la gente viva con miedo de vivir?
Vivimos del porvenir: "mañana", "más tarde", "cuando tengas una posición", "con los años comprenderás¨. Estas inconsecuencias, dice un escritor existencialista como Camus, son admirables pues, al fin y al cabo, se trata de morir. Llega, no obstante, un día en que el hombre comprueba que tiene treinta años, afirma su juventud, pero al mismo tiempo se sitúa con relación al tiempo. Ocupa en él su lugar. Reconoce que se halla en cierto momento de una curva que confiesa tener que recorrer. Pertenece al tiempo, y a través del horror que se apodera de él reconoce en aquél a su peor enemigo (El mito de Sísifo, 1985). El mañana, anhelaba el mañana, cuando todo él debía rechazarlo. Esta rebelión de la carne es lo absurdo (Camus, El mito de Sísifo, 1985)
Camus persigue al pensamiento existencial como aquel que luego de descubrir lo absurdo lo deshace. Con lo absurdo quiero referirme al vivir sabiendo que la vida no tiene sentido, para entender esto mejor quiero dar un ejemplo: Usted es el protagonista de una obra de teatro, ¿Qué obra? ni usted lo sabe con exactitud. Usted se encuentra arrojado al frente de un público expectante, pero usted no tiene un guión, tiene las luces prendidas y otros varios actores más que ha visto pero que tampoco sabe qué le dirán. Este sentimiento que usted afronta en este momento es lo absurdo. Ha sido arrojado al mundo sin un guión y sin una razón pero usted sigue ahí de pie, intentando que la obra salga lo mejor posible. Este acto para Camus sería deshacer lo absurdo, tomar un papel real en la obra y creerlo..
Así igual con Chestov, Camus cita: "La única verdadera salida está precisamente allí donde no hay salida alguna para el juicio humano. Si no, ¿para qué necesitaríamos a Dios? No se vuelve uno hacia Dios sino para obtener lo imposible. Para lo posible, se bastan los hombres". Si hay una filosofía chestoviana, la siguiente frase lo resume, replica Camus indignado, pues cuando Chestov descubre la absurdidad fundamental de toda existencia, no dice. "He aquí lo absurdo", sino: "He aquí a Dios; es a él a quien hay que remitirse, aunque no corresponda a ninguna de nuestras categorías racionales" (Camus, 1985).
Entendiendo así lo absurdo de la vida, la religión siempre ha buscado romper lo absurdo y ceder ante lo trascendente, ante explicaciones que el juicio humano no puede llegar. Justamente por ese motivo Camus los trata en su capítulo de “el suicidio filosófico” porque solucionan lo absurdo a través de un salto de fe.
Lo absurdo, punto que quiero defender a través del concepto de la inmanencia radical de Braidotti, es diferente al suicidio, ya no “filosófico” sino a secas. Pues de alguna manera el suicidio soluciona con la muerte lo absurdo, de lo que se trata no es de solucionarlo, eso desde Camus, implica siempre un “salto”. Lo que conviene es contemplar lo absurdo. El hombre absurdo no es el suicida, sino el condenado a muerte. Este condenado ha sido hasta ahora preso de una libertad imposible: él no tiene la libertad eterna, no depende de sí esa libertad de ser, su vida no depende de sí mismo y la muerte se manifiesta en su fatalidad como la única realidad. “soy esclavo, esclavo sin esperanza” justamente por eso la vida de todos, es la vida del condenado a muerte.
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