Percepcion
Edely22 de Marzo de 2013
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Torres, Tornay-Mejías y Gómez-Milán
Procesos Psicológicos Básicos
Ed: Mc. Graw Hill
España, 1999
Capítulo 4 “Percepción”
Págs. 49-71
PERCEPCIÓN
Normalmente, los libros que tratan de psicología comienzan con el estudio de la per¬cepción. El motivo es doble: por un lado, se suele pensar que el primer paso que hay que dar en cualquier experiencia psicológica es el de percibir un cierto estímulo. Por el otro, tiende a creerse que la percepción es el más simple de los procesos y, por tanto, el más adecuado para introducir a los demás. Sin embargo, ninguna de estas creencias resiste un examen detenido. Vamos a ver por qué. Primero analizaremos la supuesta simplicidad de la percepción y después la cuestión de si es el primer paso del procesa¬miento.
Después de considerar estas dos cuestiones previas se dará una panorámica gene¬ral de las etapas que componen el proceso perceptivo visual. En el resto del capítulo se analizarán con más detalle los mecanismos implicados en cada una de las etapas.
Exceptuando los dos primeros apartados (de carácter muy general) la discusión se centrará en la percepción visual. Al tratarse de la modalidad sensorial más estudiada, suministra un buen ejemplo de procesamiento perceptual. No hay que olvidar, sin embargo, que la percepción no se agota en la visión. Las otras modalidades sensoriales funcionan de forma muy distinta en los detalles, pero aplicando principios similares.
¿EL MÁS SIMPLE DE LOS PROCESOS?
Si nos quedamos mirando una hoja de papel escrita, fijando la mirada en un solo punto y sin mover los ojos, llega un momento en el que la imagen se desenfoca. Las letras se difuminan y las líneas que las forman se confunden unas con otras y pierden su forma característica. Cuando se empieza a percibir así, es a veces posible deslizar la vista a través de la hoja sin enfocar la imagen. Resultan entonces más claras y llamativas las líneas blancas formadas por los espaciados que hay entre las palabras que las letras mismas. Sensaciones parecidas se producen cada vez que alguien se queda con la mira¬da perdida. Da la impresión de que los objetos cambian y las superficies, líneas y colo¬res que los componen se combinan de formas extrañas.
Otro fenómeno análogo puede notarse cuando se aprende una lengua extranjera. Al principio, los sonidos del nuevo idioma son un conjunto desconexo de sonidos. Cuando se adquiere un buen dominio, es posible reconocer cada palabra y dar un sen¬tido a lo que se dice. Sin embargo, hay un momento intermedio en el que es posible, de forma casi voluntaria, cambiar entre las dos formas de oír. Cuando la concentración es grande los sonidos se funden en palabras, cuando se produce una distracción vuel¬ven a aparecer los ruidos sin sentido. No da la impresión de oír las mismas palabras sin comprenderlas, parece que la combinación de sonidos es tan diferente que incluso la percepción varía.
Quizás se pregunte ¿y qué quiere decir todo eso? Es natural que si se observa mal las sensaciones se distorsionen. Ahora bien, ¿en qué sentido esa observación está mal? Las combinaciones de superficies y formas que observamos con la vista desenfocada o los sonidos extranjeros que oímos sin entenderlo s se adaptan tan bien a la estimulación luminosa o sonora como las percepciones correctas.
En las experiencias descritas puede atisbarse un hecho que normalmente pasa inadvertido pero que se produce en cada sensación: la estimulación que recibimos puede interpretarse de múltiples maneras. Lo extraño no es que a veces percibamos de formas diferentes sino que casi siempre interpretemos la entrada sensorial de una cier¬ta manera.
Una prueba de lo dicho es la dificultad de diseñar sistemas artificiales que sean capaces de reconocer objetos o palabras de forma similar a la humana. Así, existen pro¬gramas de ordenador (como el denominado deep thought) que pueden vencer a gran¬des campeones de ajedrez, incluso al campeón mundial Karpov. Sin embargo, esos pro¬gramas indican sus movimientos mediante símbolos: ninguna máquina puede mover las piezas guiada únicamente por estimulación visual. No son capaces de reconocer las piezas, no pueden decidir cuál de las distintas formas de combinar los estímulos es la más apropiada. ¡Es más fácil programar a una máquina para que juegue al ajedrez que para que realice un simple acto de percepción!
Así pues, toda percepción presenta un cierto grado de ambigüedad. El proceso perceptual consiste en buena medida en decidir cuál de las diferentes interpretaciones de cierto estímulo es la más adecuada en cada caso concreto. Los mecanismos que lo permiten pueden llegar a ser tremendamente complejos.
Quizás pueda apreciarse mejor la dificultad inherente al proceso perceptual en el caso de la visión si consideramos que la entrada sensorial no consiste más que en una serie de valores de luminancia, expresabIes en forma de números, que indican la inten¬sidad de iluminación en cada punto de la escena. A partir de ahí hay que iniciar el pro¬ceso que nos permita reconocer los objetos presentes.
EL PRIMER PASO DEL PROCESAMIENTO... Y TAMBIÉN EL ÚLTIMO
El cambio de percepción que se produce cuando se aprende una nueva lengua apunta al hecho de que los mecanismos perceptuales dependen hasta cierto punto del aprendi¬zaje y de la experiencia previa con los estímulos. La dificultad que en el procesa¬miento perceptivo hace que el sistema psicológico recurra a cualquier pista para decidir cuál es la interpretación correcta.
En el campo de la percepción (al igual que en otros procesos psicológicos) es posible distinguir entre dos tipos de procesamiento:
a) En ocasiones, las características del estímulo son las que dirigen todo el proce¬so perceptivo. Toda la interpretación descansa en los datos sensoriales sin que influyan factores aprendidos ni contextuales. Se trata de una percepción pura en la que el pro¬cesamiento se desarrolla desde la sensación estimular hasta la interpretación final. Es el procesamiento guiado por los datos o procesamiento de abajo a arriba.
b) El procesamiento de abajo a arriba se produce rara vez de forma pura. Incluso cuando se observan objetos totalmente desconocidos, existen partes del objeto que pue¬den relacionarse con estímulos ya percibidos. Normalmente interviene también un cier¬to procesamiento guiado conceptualmente o procesamiento de arriba a abajo, en el que influyen los conocimientos, expectativas, interés o aprendizaje previo.
Entre los muchos estudios que se han realizado sobre el papel del procesamiento de arriba a abajo en la percepción destacan los llamados experimentos de reconfigura¬ción óptica. El primero en realizar este tipo de experimentos fue George Stratton, quien en 1896 utilizó unas gafas especiales que giraban el campo visual de forma que los estí¬mulos aparecían boca abajo. Kohler (1962) utilizó posteriormente las mismas gafas en un estudio en el que los sujetos las llevaron durante varias semanas. Al principio, los observadores tenían problemas para realizar diversos tipos de tareas, pero después de un tiempo se acostumbraban y podían llevar una vida normal.
Curiosamente, los sujetos afirmaban que a veces veían los fenómenos al derecho. Esto ocurría cuando algún aspecto de la percepción presentaba una dirección propia (por ejemplo, se observaba agua cayendo o humo ascendiendo). Se demuestra así que el conocimiento previo del comportamiento de los objetos puede influir en la percepción.
La influencia del procesamiento de arriba a abajo se comprueba también por el efecto del contexto. Así, un mismo conjunto de trazos (p. ej., la «O») puede interpre¬tarse como dos caracteres distintos (letra o número) según la parte de la frase en que estén intercalados (<<1704» versus «SOPA»).
La existencia de un procesamiento de arriba a abajo altera la concepción tradicio¬nal de la percepción como un primer paso en la actividad psicológica. En realidad la per¬cepción es tanto una primera etapa que proporciona datos a otros procesos como una etapa final en la que Influyen procesos superiores como el aprendizaje o la memoria.
La importancia del procesamiento de arriba a abajo es enorme no sólo por su inte¬rés teórico sino también por sus efectos prácticos. Por ejemplo, cuando se aprende a dibujar, se suelen cometer una serie de errores típicos, entre ellos dibujar la frente de las personas menor de lo que es o representar las mejillas más estrechas y los ojos más grandes. El motivo de las distorsiones está en el diferente interés que presentan las par¬tes del rostro. Normalmente las partes más interesantes son los ojos, boca y nariz mien¬tras que zonas poco llamativas son las mejillas o la frente. El aprendizaje del dibujo consiste en parte en evitar el procesamiento de arriba a abajo y sustituirlo por el pro¬cesamiento de abajo a arriba. Para conseguirlo se utilizan a veces técnicas como poner al revés la figura que se va a dibujar para evitar reconocer sus partes o fijar la atención en el fondo en vez de en la figura misma (p. ej., Edwards, 1989).
LAS ETAPAS DE LA PERCEPCIÓN
Al ser rara la percepción pura, resulta difícil clasificar las etapas perceptivas. El flujo del procesamiento avanza y retrocede de arriba a abajo extrayendo toda la información disponible hasta encontrar una interpretación adecuada de los estímulos presentes. La mayoría de los estudios se ocupan más bien de la percepción de abajo a arriba, aun sabiendo que rara vez se produce sin cierta influencia de la experiencia previa. Se
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