Psicología Criminologica
vickyfierro8 de Octubre de 2014
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PSICOLOGIA CRIMINOLOGICA II
TEMA 1.- PSICOLOGIA CRIMINOLOGICA
1.1 EL ESTUDIO DE LA DELINCUENCIA DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLOGICA
A lo largo de las últimas décadas se ha ido conformado la denominada Psicología de la delincuencia, que aglutina conocimientos científicos en torno a los fenómenos delictivos. Entre sus principales ámbitos de interés se encuentran la explicación del comportamiento antisocial, en donde son relevantes las teorías del aprendizaje, los análisis de las características y rasgos individuales, las hipótesis tensión-agresión, los estudios sobre vinculación social y delito, y los análisis sobre carreras delictivas. Este último sector, también denominado ‘criminología del desarrollo’, investiga la relación que guardan con el inicio y mantenimiento de la actividad criminal diversos factores o predictores de riesgo (individuales y sociales, estáticos y dinámicos). Sus resultados han tenido gran relevancia para la creación de programas de prevención y tratamiento de la delincuencia. Los tratamientos psicológicos de los delincuentes se orientan a modificar aquellos factores de riesgo, denominados de ‘necesidad criminogénica’, que se consideran directamente relacionados con su actividad delictiva. En concreto se dirigen a dotar a los delincuentes (ya sean jóvenes, maltratadores, agresores sexuales, etc.) con nuevos repertorios de conducta prosocial, desarrollar su pensamiento, regular sus emociones iracundas, y prevenir las recaídas o reincidencias en el delito. Por último, en la actualidad la Psicología de la delincuencia pone un énfasis especial en la predicción y gestión del riesgo de comportamientos violentos y antisociales, campo al que se dedicará un artículo posterior de este mismo monográfico.
La delincuencia es uno de los problemas sociales en que suele reconocerse una mayor necesidad y posible utilidad de la psicología. Las conductas antisociales de los jóvenes, el maltrato de mujeres, las agresiones sexuales, el consumo de alcohol y otras drogas vinculados a muchos delitos, la exclusión social y la frustración como base para la agresión, o el terrorismo, crean extrema desazón en las sociedades y urgen una comprensión más completa que se oriente hacia su prevención. Aunque todos estos fenómenos tienen un origen multifactorial, algunas de sus dimensiones psicológicas son claves al ser el sujeto humano el que realiza la conducta antisocial. En los comportamientos delictivos se implican interacciones, pensamientos y elecciones, emociones, recompensas, rasgos y perfiles de personalidad, aprendizajes y socializaciones, creencias y actitudes, atribuciones, expectativas, etc.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días se ha ido conformando una auténtica Psicología de la delincuencia. En ella, a partir de los métodos y los conocimientos generales de la psicología, se desarrollan investigaciones y se generan conocimientos específicos al servicio de un mejor entendimiento de los fenómenos criminales. Sus aplicaciones están resultando relevantes y prometedoras tanto para la explicación y predicción del comportamientos delictivo (Bartol y Bartol, 2005; Blackburn, 1994; Hanson y Bussière, 1998; Quinsey, Harris, Rice y Cormier, 1998) como para el diseño y aplicación de programas preventivos y de tratamiento (Andrés-Pueyo y Redondo, 2004; Andrews y Bonta, 2006; Dowden y Andrews, 2001; Garrido, 2005; Redondo, 2007).
A la Criminología se le ha adjudicado un desarrollo relativamente joven en la prevención y tratamiento del delito en México, sin embargo, merece especial atención referir un poco de su historia para entender aún más el objeto de estudio que posee y por qué la Psicología, en su participación sobre el tratado de la conducta criminal, ha ayudado a esclarecer desde una perspectiva clínica y social los delitos en que se le usa.
DESARROLLO
Al determinar el objeto de estudio de la Criminología algunos autores se ubican en la postura de considerar al delito como lo único digno de analizar, María del Pilar Prieto (2004) señala que otros piensan que el estudio de este saber se traslada a la delincuencia como fenómeno social (aspecto que comparte con la Psicología Criminal), al delito como acción individual, a los delitos en cuanto actores del drama delictivo, a los sistemas de control como reacción al delito y a las víctimas.
Es sabido que el análisis y tratado de la conducta criminal data de la antigüedad griega, en su mitología, arte y filosofía, existen referentes que abordan la problemática del crimen y del criminal de un modo preocupante. Rodríguez Manzanera (2012) alude al hecho de que si revisamos la mitología griega observaremos que se presenta una alta dosis de crímenes, como robos, violaciones u homicidios. Las características de personalidad de los dioses griegos se encuentran matizadas con una fuerte carga criminal. Zeus, el más importante de los dioses, el amo del Olimpo tiene bases biológicas criminales ya que su abuelo Urano terminaba con su descendencia hasta que Gea, su esposa, junto a su hijo Cronos (padre de Zeus) castraron y derrocaron al patriarca olímpico. La historia continúa su línea criminal, pues Cronos, frente al temor de ser derrocado por alguno de sus hijos, los devora al nacer hasta que Zeus lo destrona y se convierte en el dios del Olimpo.
Zeus mantiene, según la mitología, rasgos dictatoriales, homicidas, incestuosos e incluso de orden maníaco sexual. Y junto a él, otros dioses presentan rasgos de personalidad criminal, como el caso de Apolo con actitudes multihomicidas, homosexuales, incestuosas y depravadas. Por su parte, Hera, esposa de Zeus es adúltera, homicida e infanticida. Afrodita es mentirosa, cruel y adúltera; Hermes es un criminal precoz y ladrón por excelencia. Estos casos parecen mostrar las primeras estructuras organizadas de pensamiento criminológico que la Psicología ha estudiado, enfocándose en esas características individuales que caen dentro de un rango específico de la personalidad.
En los griegos se encuentran también tres grandes corrientes o tendencias criminológicas: las biológicas representadas por Hipócrates; las sociológicas expresadas por Platón; y las psicológicas defendidas por Aristóteles.
Pero a diferencia de lo que se ha creído respecto al nacimiento de la Criminología como tal, ésta no nació en el siglo XVIII como afirman gran cantidad de críticos, tampoco en el siglo XIX, según algunos positivistas. El origen de este saber se remonta a siglos atrás, con aquellos sujetos que se denominaban demonólogos. María del Pilar Prieto (2004) menciona que eran aquellos tiempos en los cuales Dios luchaba en la Tierra y el grupo de la Santa Inquisición mantenía como rehén a Dios para justificar todas sus acciones. Los que más sufrieron con esta forma de clasificar a los criminales fueron los enfermos mentales a quienes se les daba un tratamiento inhumano y los castigos físicos eran excesivos con el argumento de que ésta era la única manera de sacarles los demonios que los poseían.
Ya en la Edad Media, San Agustín desarrolla la técnica psicológica de la introspección, con su famoso conócete a ti mismo, y expresa la posibilidad de la salvación, lo que actualmente en Criminología se denomina readaptación del sujeto desviado.
En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino aborda un aspecto que, a criterio de Rodríguez Manzanera (2012), resulta ser uno de los pilares esenciales de la Criminología moderna: manifestar que las virtudes dependen de las disposiciones del cuerpo. Santo Tomás es muy claro al afirmar que hay sujetos que tienden al mal en respuesta a las disposiciones corporales, entonces estas personas no son tan culpables como parecen. La razón aquí, aparece como intermediaria entre las responsabilidades morales y las responsabilidades penales mediante lo que se denomina libre albedrío.
Desde la perspectiva penal no se castiga por el simple gusto de hacerlo, ya que los castigos impuestos al hombre expresan un valor, tienen la finalidad de hacer valer la seguridad pública, además de lograr la curación del delincuente.
Las ciencias ocultas, la quiromancia, la astrología, han sido también antecesoras de la Criminología, estas seudociencias han aportado la perspectiva de que existen factores que influyen en la expresión de la personalidad y actuación de un sujeto ante determinadas circunstancias, así por ejemplo, la fecha, día y hora de nacimiento o las líneas y protuberancias de la mano, determinan la conducta humana y especifican las tendencias instintivas.
Un dato que marca una influencia bastante fuerte dentro del estudio de las características de las personalidades criminales, es la aparición de la Fisionomía o Fisiognomía, el estudio de la apariencia externa del sujeto, que se practica desde los griegos y cobra gran importancia en el ámbito jurídico en el siglo XVIII, en el momento de pronunciar sentencia a presuntos delincuentes y criminales.
Garófalo (2005), respecto a la importancia que se daba al prognatismo, indica que la tendencia positivista de establecer un juicio relativo a un sujeto por sus características faciales resulta sumamente subjetivo, ya que la prominencia de las mandíbulas, en este caso, resulta ser característica de los asesinos sanguinarios, y por lo tanto debían ser condenados, no obstante, a lo largo de la historia, la sociedad ha pasado por alto esta norma en sujetos representativos socialmente, tal es el caso de Mussolini cuya fisonomía apegada a lo inadmisible pasó desapercibida.
Las características físicas describían en ese entonces la maldad o bondad, por consiguiente, la culpabilidad o no de un hecho se basó en lo que a simple vista se
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