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Salud Mental Y Fisica De Genero.


Enviado por   •  24 de Abril de 2014  •  4.399 Palabras (18 Páginas)  •  438 Visitas

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Introducción.

A lo largo de este tema se estudian lo distintos aspectos explicativos de la violencia de género, desde los marcos teóricos de su definición hasta la intervención deseable por parte de los servicios sanitarios.

La salud de mujeres y hombres es diferente y desigual. Diferente porque hay factores biológicos (genéticos, hereditarios, fisiológicos, etc.) que se manifiestan de forma diferente en la salud y en los riesgos de enfermedad, que muchas veces siguen invisibles para los patrones androcéntricos de las ciencias de la salud. Desigual porque hay otros factores, que en parte son explicados por el género, y que influyen de una manera injusta en la salud de las personas.

Una de las primeras ideas que tienen que quedar claras en el estudio de las desigualdades en salud según el género es la de que género no es una variable. El género se constituye y expresa a través de las relaciones sociales, roles y expectativas ligados a las atribuciones femeninas y masculinas, que no son fijas y cambian según la cultura y a lo largo de la historia. Para medir o entender el efecto del género en el análisis de datos poblacionales uno de los primeros pasos es desagregar la muestra según sexo. «El análisis separado por sexos evidencia circunstancias e interrelaciones entre variables únicas para mujeres y únicas para hombres. Esta dinámica específica de género estaría enmascarada en una muestra agregada» (Kunkel y Atchley, 1996). Sin embargo, Morgan (1981) destaca la importancia de un marco teórico sólido (proveniente de las ciencias sociales), que propicie un análisis crítico de los datos como un paso imprescindible para conseguir la perspectiva de género.

En muchos campos de la ciencia y especialmente en la epidemiología y en la presentación de datos biomédicos, la diferenciación entre sexo y género es difícil y a veces confusa. La palabra género se emplea de forma indiscriminada, tanto en su correcta acepción para definir las relaciones sociales entre los sexos, pero también como sinónimo «políticamente correcto» de la palabra sexo.

Asimismo cabe destacar que los roles de género también afectan a la salud de los hombres, por ejemplo condicionando su vida personal y autoestima a las expectativas sociales de éxito laboral y económico, a las dificultades decurrentes de las situaciones de paro. La falta de socialización para expresar sentimientos y padecimientos mentales y físicos, así como las deficiencias del propio sistema sanitario significan mayores dificultades para diagnosticar problemas afectivos y psicológicos encubiertos por somatizaciones o conductas de riesgo (adiciones, conducción agresiva de vehículos, comportamientos sexuales de riesgo).

OBJETIVOS GENERALES:

Analizar la importancia de la salud física y mental de género, sus consecuencias y sus diferentes conceptos.

OBJETIVOS ESPECIFICOS:

• Mencionar las enfermedades más comunes de género.

• Definir los conceptos más importantes, desigualdades de género, vulnerabilidad y roles que la cultura ha impuesto.

JUSTIFICACION.

Una de las finalidades de esta investigación de género y salud es señalar y suplir la ausencia de datos indispensables para el conocimiento de la vida de las mujeres y hombres (Ruiz y Verbrugge, 1997).

Asimismo, hay temas de especial interés en el estudio de las desigualdades en salud según el género, como por ejemplo el impacto de las situaciones de violencia de género en la salud física y mental de las mujeres

La salud de mujeres y hombres es diferente y desigual; Diferente porque hay factores biológicos (genéticos, hereditarios, fisiológicos, etc.) que se manifiestan de forma diferente en la salud y en los riesgos de enfermedad, que muchas veces siguen invisibles para los patrones androcéntricos de las ciencias de la salud.

Desigual porque hay otros factores, que en parte son explicados por el género, y que influyen de una manera injusta en la salud de las personas (Rohlfs, Borrell y Fonseca, 2000).

He aquí la importancia de esta investigación ya que al establecer estas desigualdades con respecto a la salud entre los distintos géneros podremos esclarecer muchas contradicciones que tenemos con respecto a este tema.

Una de las primeras ideas que tienen que quedar claras en el estudio de las desigualdades en salud según el género es la de que género no es una variable.

El género se constituye y expresa a través de las relaciones sociales, roles y expectativas ligados a las atribuciones femeninas y masculinas, que no son fijas y cambian según la cultura y a lo largo de la historia (Scott, 1988). Para medir o entender el efecto del género en el análisis de datos poblacionales uno de los primeros pasos es desagregar la muestra según sexo.

Marco teórico.

Conceptos

Género: El género es una construcción social de ideas que define los papeles, sistemas de creencia y actitudes, valores y expectativas de los hombres y de las mujeres. Contribuye de una manera muy poderosa a las relaciones de poder.

Violencia: El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.

Salud: Es un estado de bienestar o de equilibrio que puede ser visto a nivel subjetivo (un ser humano asume como aceptable el estado general en el que se encuentra) o a nivel objetivo (se constata la ausencia de enfermedades o de factores dañinos en el sujeto en cuestión). El término salud se contrapone al de enfermedad, y es objeto de especial atención por parte de la medicina.

Tipos de prevención

Las intervenciones de salud pública se clasifican tradicionalmente en tres niveles de prevención:

• Prevención primaria: intervenciones dirigidas a prevenir la violencia antes de que ocurra.

• Prevención secundaria: medidas centradas en las respuestas más inmediatas a la violencia, como la atención prehospitalaria, los servicios de urgencia o el tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual después de una violación.

• Prevención terciaria: intervenciones centradas en la atención a largo plazo con posterioridad a los actos violentos, como la rehabilitación y reintegración, e intentos por reducir los traumas o la discapacidad de larga duración asociada con la violencia

Tipos de violencia de género: Física, Sexual, Emocional

1. Física: Este tipo de violencia comprende cualquier acto, no accidental, que provoque o pueda producir daño en el cuerpo de la mujer, tales como: bofetadas, golpes, palizas, heridas, fracturas, quemaduras…

2. Sexual: Ocurre siempre que se imponga a la mujer una relación sexual contra su voluntad

3. Psíquica: comprende amenazas, humillaciones, insulto, exigencia de obediencia, tratar de convencer a la victima de que ella es culpable de cualquier problema, asustarla, vigilarla.

 Abuso verbal: (insultos, celos).

 Emocional: (Intimidación, asustar a la víctima…)

 Económico: (Aislar a la víctima económicamente, retirándola el dinero y las

 tarjetas de crédito…)

La violencia y los servicios de salud

La mayoría de las mujeres entran en contacto con los servicios de salud en algún momento de su vida: embarazo, parto o cuidado médico de sus hijos.

El ámbito sanitario seria el ideal no solo para la detección, sino para la prevención y posibles medidas de intervención.

En la práctica clínica no se suele tener en cuenta la existencia de posibles malos tratos porque en la mayoría de los casos pasan desapercibidos por no haberse indagado más acerca de ellos.

La mayoría de los y las profesionales de la salud no tienen tiempo ni formación para asumir la responsabilidad exclusiva de cubrir las necesidades de las mujeres maltratadas. Sin embargo, podrían aprender a detectar a las mujeres maltratadas, ofrecerlas seguimiento para apoyarlas en el análisis de lo que les está pasando, ayudarla en toma de desiciones y saber derivarlas a otros servicios.

Género y salud mental de las mujeres

A pesar de que «el pensar del mundo es masculino» y de que muchos estudios epidemiológicos se han centrado en una población exclusivamente masculina, las diferencias que existen entre hombres y mujeres sólo son posibles de entender a través de los estudios de género que tienen en cuenta, además de los factores biológicos ligados al sexo, los factores sociales que afectan de manera desigual a mujeres y a hombres.

La salud de mujeres y hombres es diferente y desigual. Diferente porque hay factores biológicos (genéticos, hereditarios, fisiológicos, etc.) que se manifiestan de forma diferente en la salud y en los riesgos de enfermedad, que muchas veces siguen invisibles para los patrones androcéntricos de las ciencias de la salud. Desigual porque hay otros factores, que en parte son explicados por el género, y que influyen de una manera injusta en la salud de las personas (Rohlfs, Borrell y Fonseca, 2000).

Una de las primeras ideas que tienen que quedar claras en el estudio de las desigualdades en salud según el género es la de que género no es una variable. El género se constituye y expresa a través de las relaciones sociales, roles y expectativas ligados a las atribuciones femeninas y masculinas, que no son fijas y cambian según la cultura y a lo largo de la historia (Scott.

Las mujeres tienen una esperanza de vida más larga que los hombres, sin embargo presentan mayor morbilidad e incapacidad, lo que ha generado un amplio campo de investigación. De este contexto surge una pregunta crucial: ¿cuáles son los determinantes que podrían explicar las diferencias y desigualdades existentes en la mortalidad y morbilidad de mujeres y hombres? Además de los factores biológicos ligados al sexo también se deben considerar los factores sociales. Cabe mencionar los patrones de socialización, roles familiares, obligaciones, expectativas laborales y tipos de ocupación que, frecuentemente, generan situaciones de sobrecarga física y emocional en las mujeres y que tienen una marcada influencia en su salud, lo que en gran medida justificarían su mayor morbilidad por trastornos crónicos que se extienden en toda la vida sin producir la muerte. El reconocimiento de la importancia del impacto del trabajo doméstico y de las condiciones en que éste se realiza es fundamental para entender las desigualdades en salud entre mujeres y hombres (Rohlfs et al., 1997).

En este contexto se emitió la carta magna de los derechos de la mujer a través de la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la cual traza las bases jurídicas que deberán adoptar los países del mundo en su compromiso con la igualdad y la incorporación de las mujeres al desarrollo. Las mujeres fueron vistas no solo desde la perspectiva de los derechos y la igualdad de oportunidades sino, también como un importante factor de producción y consumo para garantizar las metas globales del desarrollo.

Centrándose en la función productiva de las mujeres dicho enfoque promovió la búsqueda de opciones de empleo remunerado para las mujeres de bajos ingresos y estimulo el desarrollo de iniciativas de proyectos productivos a pequeña escala. Las políticas y de estabilización económica constituyeron un conjunto de medidas que, en procura de controlar la demanda y frenar la expansión de la oferta, buscaron una reasignación de recursos orientada a restaurar el equilibrio en las balanzas de pagos, aumentar las exportaciones y reducir la caída en los índices de crecimiento económico. Como sería lógico pensar, las propuestas desde el campo de la salud recibieron también influencias de estas tesis integracionistas.

Desigualdades entre los géneros y salud mental:

Las enfermedades mentales se asocian con una carga significativa de morbilidad y discapacidad.

Los casos en los que cualquier tipo de trastorno psicológico prevalece a lo largo de toda la vida son más numerosos de lo que antes se estimaba, están aumentando en grupos recientes y afectan casi a la mitad de la población.

A pesar de ser comunes, en muchos casos las enfermedades mentales no llegan a ser diagnosticadas por los médicos. Los médicos identifican a menos de la mitad de aquellas personas que reúnen los criterios necesarios para que les sea diagnosticado un trastorno psicológico.

Además, los pacientes se muestran reacios a solicitar ayuda profesional. Sólo 2 de cada 5 personas que padecen un trastorno del estado de ánimo, ansiedad o consumo de sustancias solicitaron ayuda en el año en que comenzó el trastorno

Los índices generales de trastornos psiquiátricos son casi idénticos entre hombres y mujeres pero en las características de las enfermedades mentales aparecen diferencias de género asombrosas.

¿Por qué el género?

El género determina de manera fundamental la salud mental y las enfermedades mentales. Se ha prestado más atención a la morbilidad asociada con las enfermedades mentales que a los determinantes específicos de cada género y a los mecanismos que promueven y protegen la salud mental y fomentan la resistencia al estrés y a la adversidad.

El género determina el poder diferencial y el control que los hombres y las mujeres tienen sobre los determinantes socioeconómicos de sus vidas y salud mental, su posición y condición social, el modo en que son tratados dentro de la sociedad y su susceptibilidad y exposición a riesgos específicos para la salud mental.

Las diferencias de género aparecen en particular en las estadísticas de trastornos mentales comunes (depresión, ansiedad y quejas somáticas). Estos trastornos, que predominan en las mujeres, afectan aproximadamente a 1 de cada 3 personas en la comunidad y constituyen un serio problema para la salud pública.

La depresión unipolar, que, según las predicciones, será la segunda causa de carga de discapacidad mundial en 2020, es dos veces más común entre las mujeres.

La depresión no sólo es el problema de salud mental más común en las mujeres sino que además puede ser más persistente en las mujeres que en los hombres. Es necesario realizar más investigaciones al respecto.

Reducir el excesivo número de mujeres que sufren depresión contribuiría de manera significativa a disminuir la carga mundial de discapacidad causada por trastornos psicológicos.

El número de casos en que la dependencia al alcohol, otro trastorno común, prevalece durante toda la vida es más de dos veces superior entre los hombres que entre las mujeres. En los países desarrollados, aproximadamente 1 de cada 5 hombres y 1 de cada 12 mujeres adquiere dependencia al alcohol durante su vida.

Además, las posibilidades de que a los hombres les sea diagnosticado un trastorno de personalidad antisocial son tres veces mayores que las de las mujeres.

No existen diferencias de género destacables en relación a los casos de trastornos mentales severos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, que afectan a menos del 2% de la población.

Se han señalado diferencias de género en cuanto a la edad en que aparecen los síntomas, la frecuencia de los síntomas psicóticos, el desarrollo de estos trastornos, el ajuste social y las consecuencias a largo plazo.

La discapacidad relacionada con las enfermedades mentales afecta en mayor grado a aquellos que sufren tres o más trastornos asociados. De nuevo, las mujeres predominan.

Factores de riesgo específicos del género

La depresión, la ansiedad, los síntomas somáticos y las altas tasas de Comorbilidad están significativamente asociados con los factores de riesgo que están interrelacionados y aparecen unidos, como las funciones asignadas por razón de sexo, los factores de perturbación y las experiencias y acontecimientos negativos.

Los factores de riesgo específicos del género que influyen en los trastornos mentales comunes que afectan de manera desproporcionada a las mujeres incluyen la violencia de género, las carencias socioeconómicas, el salario bajo y la desigualdad en los ingresos, la condición y rango social bajo o subordinado y la continua responsabilidad del cuidado de otros.

El alto grado de violencia sexual al que las mujeres están expuestas y la correspondiente elevada tasa de estrés postraumático que aparece tras sufrir esta violencia convierte a las mujeres en el mayor grupo de personas afectadas por este trastorno.

No se ha investigado adecuadamente el grado en que la adversidad psicosocial acumulativa afecta a la salud mental a largo plazo.

La reestructuración tiene un efecto específico de género en la salud mental.

Las políticas económicas y sociales que producen cambios en los ingresos, el empleo y el capital social de manera repentina, perjudicial y seria y que no se pueden controlar o evitar aumentan significativamente la desigualdad de género y las tasas de trastornos mentales comunes.

Prejuicios por razón de género

En el tratamiento de los trastornos psicológicos existen prejuicios por razón de género.

Los médicos tienen mayor tendencia a diagnosticar depresión a mujeres que a hombres, aunque muestren resultados similares a la hora de medir la depresión o presenten síntomas idénticos.

Existe un alto número de probabilidades de que a las mujeres se les receten medicamentos psicotrópicos que alteran el estado de ánimo.

También aparecen diferencias de género en los patrones de búsqueda de ayuda para tratar un trastorno psicológico. Es más probable que las mujeres soliciten ayuda y que revelen que tienen problemas mentales a su médico de atención primaria de la salud, mientras que existen más probabilidades de que los hombres soliciten asistencia a un especialista en salud mental y sean hospitalizados.

Los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de revelar que tienen problemas con el consumo de alcohol a los encargados de prestarles servicios sanitarios.

Los estereotipos de género que indican que las mujeres tienen propensión a los problemas emocionales y los hombres a los problemas con el alcohol parecen reforzar el estigma social y suponen un obstáculo a la hora de solicitar ayuda utilizando las vías normales. Constituyen una barrera para la identificación adecuada y el tratamiento de los trastornos psicológicos.

A pesar de estas diferencias, la mayoría de hombres y mujeres que sufren dolor emocional y /o un trastorno psicológico no son ni identificados ni tratados por sus médicos.

La violencia relacionada con los problemas de salud mental tampoco se identifica suficientemente. Las mujeres son reticentes a revelar que han sido víctimas de violencia durante mucho tiempo a menos que los médicos les pregunten sobre ello directamente.

La complejidad de las consecuencias para la salud relacionadas con la violencia aumenta cuando la victimización no se detecta y da como resultado altas y costosas tasas de utilización del sistema de salud en general y del sistema de salud mental.

Para consultar un completo estudio de este tema, véase el documento sobre las desigualdades de género en la salud mental.

Salud mental de las mujeres:

• Los trastornos depresivos constituyen casi el 41,9% de los casos de discapacidad debida a trastornos neuropsiquiátricos entre las mujeres, mientras que entre los hombres causan el 29,3%.

• Los principales problemas de salud mental de la tercera edad son la depresión, los síndromes orgánicos cerebrales y la demencia. La mayoría son mujeres.

• Se estima que el 80% de los 50 millones de personas afectadas por conflictos violentos, guerras civiles, desastres y desplazamientos son mujeres y niños.

• Los casos en los que la violencia contra las mujeres prevalece durante toda la vida oscilan entre un 16% y un 50%.

• Al menos 1 de cada 5 mujeres sufren violaciones o intentos de violaciones a lo largo de su vida.

La depresión, ansiedad, dolor psicológico, violencia sexual, violencia doméstica y las cada vez mayores tasas de consumo de sustancias afectan en mayor grado a las mujeres que a los hombres en diferentes países y distintas circunstancias.

La presión ejercida por las múltiples funciones que deben desempeñar, la discriminación de género y los factores asociados con la pobreza, el hambre, la malnutrición, el exceso de trabajo, la violencia doméstica y los abusos sexuales explican la deficiente salud mental de las mujeres. Existe una relación positiva entre la frecuencia y la severidad de tales factores sociales y la frecuencia y severidad de los problemas de salud mental en las mujeres. Los sucesos graves que causan sentido de pérdida, inferioridad, humillación o aislamiento pueden pronosticar una depresión.

Hasta un 20% de las personas que reciben atención primaria de la salud en los países en desarrollo sufren ansiedad y/o trastornos depresivos. En la mayoría de los centros, estos pacientes no son reconocidos y por tanto no reciben tratamiento. La comunicación entre los profesionales de la salud y las pacientes es extremadamente autoritaria en muchos países, lo que implica que el hecho de que una mujer revele sufrir dolor emocional y psicológico sea difícil y a menudo esté estigmatizado. Cuando las mujeres se atreven a contar sus problemas, muchos profesionales de la salud tienden a tener prejuicios por razón de género que les llevan a dar a las mujeres un tratamiento o excesivo o insuficiente.

Los estudios muestran que existen tres principales factores que pueden evitar en gran medida la aparición de problemas mentales, especialmente la depresión.

Son los siguientes:

• Tener suficiente autonomía para controlar de algún modo la respuesta a los sucesos graves.

• Tener acceso a recursos materiales que permitan tener opciones entre las que elegir en el momento de enfrentarse a sucesos graves.

• El apoyo psicológico ofrecido por familiares, amigos o profesionales de la salud es poderosamente efectivo.

Salud fisica y mental en la edad adulta

Aspectos de salud física y mental en el hombre

“Se ha dicho que el sólo pertenecer al sexo masculino es perjudicial para la salud. Los hombres tienden a tener ocupaciones, deportes y pasatiempos mucho más peligrosos que las mujeres, y sus ramificaciones tienden a revelarse en trauma y problemas psicológicos.

Los hombres siguen mostrando renuencia a recabar ayuda por problemas físicos o psicológicos, o a participar en programas de detección, a menos que sean requisito para el trabajo. También es más probable que los hombres consuman drogas y se vean envueltos en actividades violentas y criminales.

Los hombres también mueren más jóvenes que las mujeres. De todas formas, las diferencias varían de un país a otro, y no sabe con claridad a qué se debe esta situación.

De modo que la vida cotidiana de los varones determina su salud. En este contexto, las experiencias en el trabajo, en el hogar, como padres, como amantes, estudiantes, abuelos, deportistas, etc., no solo son pertinentes sino esenciales para dar una imagen más completa de lo que nos afecta e interesa, y cómo aprovechar al máximo nuestro paso por la tierra, manteniéndonos saludables y en buen estado. (Artículo en About, Inc. sobre La salud de los hombres)

Asimismo cabe destacar que los roles de género también afectan a la salud de los hombres, por ejemplo condicionando su vida personal y autoestima a las expectativas sociales de éxito laboral y económico, a las dificultades decurrentes de las situaciones de paro. La falta de socialización para expresar sentimientos y padecimientos mentales y físicos, así como las deficiencias del propio sistema sanitario significan mayores dificultades para diagnosticar problemas afectivos y psicológicos encubiertos por somatizaciones o conductas de riesgo (adiciones, conducción agresiva de vehículos, comportamientos sexuales de riesgo) (Bonino, 2001).

La investigación demuestra que los hombres tienen menos probabilidades que las mujeres de experimentar problemas de salud mental; sin embargo, tal vez las estadísticas oficiales no reflejen el problema completo, porque es menos probable que los hombres acudan al médico, y porque es menos probable que los médicos diagnostiquen que un hombre tiene un problemas de salud mental, en comparación con el diagnóstico de mujeres con estos problemas.

Algunos dicen que el problema de salud mental en los hombres es una crisis silenciosa, un problema oculto.”

Un estudio canadiense ha demostrado que los padres, igual que las madres, son vulnerables a la depresión postparto. En el Reino Unido, los estudios de depresión muestran un cambio importante en el desequilibrio tradicional entre los sexos, por el cual la depresión está aumentando entre los hombres y reduciéndose entre las mujeres.

La enfermedad física es un importante factor que contribuye al estrés en el hombre, y los hombres muestran una tasa de suicidio considerablemente más alta que las mujeres. Entre canadienses de todas las edades, cuatro de cada cinco suicidios son entre varones. En el RU, los hombres tienen tres veces más probabilidades de suicidarse que las mujeres, y en Nueva Gales del Sur, Australia, desde 1991 el suicidio supera a los accidentes automovilísticos como causa principal de muerte de varones.

El desempleo es una causa importante de depresión y suicidio entre los hombres, y una abrumadora mayoría de la población en las cárceles está formada por hombres. El abuso de alcohol y substancias es mucho más alto entre los hombres que entre las mujeres.

Un estudio reciente sobre el Estado de salud de los hombres en Europa exploró una amplia variedad de afecciones (enfermedad cardiovascular, cáncer del pulmón, estómago, intestinos y testículos, accidentes, diabetes, VIH/SIDA, infecciones de transmisión sexual, salud mental y suicidio) y características del estilo de vida como fumar, consumir alcohol, dieta y peso. El estudio demostró que la salud de los hombres varía considerablemente entre países y edades.

La impresión corriente es que los hombres subutilizan los servicios de salud, tanto en términos de acceso como en la forma en que se utilizan aquellos servicios a los que recurre. Estos resultados se obtuvieron con el Estudio de observación de la salud de los hombres, por encargo del Departamento de Salud del Reino Unido.

Los resultados sugieren que las cuatro principales inquietudes sobre la salud de los hombres son:

• El acceso a los servicios de salud por los hombres

• La aparente falta de conciencia de los hombres sobre sus necesidades de salud

• La falta de redes sociales entre los hombres

• La aparente incapacidad de los hombres de expresar emoción o preocupación por los problemas de salud físicao mental que estaban experimentando.

Dia Mundial de la Salud Mental 2005 Federación Mundial de la Salud Mental www.wmhday.net

Recomendaciones

• Padres, maestros y otros deben asegurarles a los varones que conversar no tiene riesgos y que la sociedad no los va a juzgar negativamente por expresar sus sentimientos.

• Se necesita más investigación sobre las actitudes de los hombres y la sociedad que fomentan el silencio en los hombres en lo que se refiere a su estrés psicológico.

• Los médicos necesitan más educación sobre el diagnóstico y la remisión de hombres que van a la consulta con problemas físicos, cuando en realidad lo que pueden tener es estrés mental.

• El personal médico y de salud mental debe tener en cuenta las diferencias culturales, especialmente las diferencias culturales singulares de los hombres.

• Tomar conciencia de la vulnerabilidad de los hombres a la depresión puede ayudar a reducir el estigma asociado con la salud mental.

• Las campañas promocionales, las hojas electrónicas, los diarios y los grupos de trabajo en red enfocados en los hombres y la salud mental son útiles para derribar la barrera de silencio sobre la salud mental de los hombres, y su utilización se debe aumentar.

• Los profesionales de la salud deben concurrir a los lugares en los cuales los hombres se congregan, como eventos deportivos, para sus tareas de extensión

• Debería haber líneas directas anónimas o direcciones de correo electrónico relacionadas con la salud de los hombres en las cuales ellos puedan hablar de sus cosas privadamente.

Bibliografía

http://www.msssi.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/04modulo_03.pdf

http://psiquiatria.facmed.unam.mx/doctos/descargas/Violencia%20OMS%5B1%5D%5B1%5D.pdf

Bedoya, JM (2001). “La masculinidad como factor de riesgo, en jornadas sobre la condición masculina, ayuntamiento de jerez- España.

CONNELL, R. (1995). Masculinities. Cambridge: polity press. 1998. el imperialism y el cuerpo de los hombres, en valdes y Obadarria.

Rohlfs I., De Andrés J., Artazcoz L., Ribalta M., Borrell C.: «Influencia del trabajo remunerado en el estado de salud percibido de las mujeres», Medicina Clínica (Barc) 1997; 108: 566-571.

Rohlfs I., Borrell C., Fonseca M.C.: «Género, desigualdades y salud pública: conocimientos y desconocimientos», Gac Sanit 2000; 14 (supl 3): 60-71.

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